🎧🌷 chapter 8
Inea
¿Cómo conseguiste mi número?
Dona
Tengo mis fuentes.
No seas tan curiosa, enana.
Inea
Tengo que serlo, Dona.
Ya dime ¿qué necesitas?
Dona
Tengo una pregunta.
¿Irás a la fiesta de Silvana?
Porque estuve pensando en varias razones para que vayas.
Quieres verlas? Soy bueno creando mapas conceptuales.
Inea
No, gracias.
Pero si iré, con Amanda.
Dona
Mejor aún, ella me agrada.
Inea
Obviamente.
Son cómplices.
Dona
Celosa, enana?
Inea
Nop. :)
Dona
Intuyo que sí lo estás, pero no voy a arruinarte la noche
con tanta tensión de mi parte. Ahora que he confirmado tu asistencia,
te propongo algo.
Inea
¿Tiene que ver con tu primer mensaje?
Dona
Algo así.
Yo cumplo mis promesas, enana.
Qué te parece si vamos los tres juntos? Será divertido.
Podremos hablar, coquetear y besarnos, si así la noche lo permite.
Inea
Nada de besos.
Dona
Bien, nada de besos.
Te veo el lunes, enana?
Inea
Sí, Dona. Nos vemos el lunes
Dona
Ten dulces sueños.
Suspiro. Me remuevo inquieta al sentir un extraño cosquilleo en el estómago. No es un presentimiento común ni tampoco creo que sea eso, es algo diferente. Algo que puedo reconocer fácilmente.
Es un sentimiento de nerviosismo y felicidad.
Bloqueo la pantalla de mi celular y la oscuridad vuelve a instalarse en la habitación. Am duerme boca abajo, acurrucada entre las colchas delgadas. Su cabello rosado se extiende sobre su espalda mientras lentamente su respiración invade la habitación. Es solo que, aunque permanece quieta, mi cuerpo no desea estarlo. No con tantos pensamientos manteniéndome despierta. De alguna u otra forma me gusta hablar con Dona y la inquietud por saber más sobre él aumenta cada día, con cada palabra, con cada mirada. Es imposible no hacerlo. Tiene algo que no deja de llevarme hacía él, incluso si intento, erróneamente, alejarme.
¿Pero en qué estoy pensando?
No puede gustarte alguien así de repente. No ahora, no cuando intento entender más mis sentimientos.
Palmeo mis mejillas y cierro los ojos. Tengo que conciliar el sueño, tengo que intentar dejar de pensar. Porque todo estará bien. No le diré a Lex lo que siento y guiaré mi corazón hacía otra parte. Buscaré amar y ser amada. Buscaré, de alguna u otra manera, encontrar mi lugar. Ahí donde me invadirán las emociones, donde sentiré mariposas en el estómago y sensaciones que serán tan difíciles de olvidar. Donde seré feliz.
¿Y si no puedo hacerlo?
Me siento sobre la cama angustiada, ahí está de nuevo mi mente recordando lo indecisa y terca que puedo llegar a ser. Enojando mi noche con su insistente recordatorio de que necesito estabilizarme.
¡Dios, ahora mi mente es mi enemigo número uno!
—¿Por qué te mueves tanto?, ¿tienes lombrices?
—No —Am bufa, todavía acostada boca abajo—. Lo siento, vuelve a dormir
—Da igual, ya desperté —se queja. Abre los ojos y me mira por un largo instante—. ¿Estás preocupada?
—Un poco
—¡Ash! Ya te dije, tranquilízate. Eres muy indecisa
—Lo sé, es de familia
Ella ríe, somnolienta.
—¿Hablabas con Donato? —pregunta, levemente asiento—. Entonces eso te puso inquieta, lo sabía —confirma
—Es que sentí algo
—¿Sueño?
—No, esa cosa que sentimos cuando nos gusta alguien
Inesperadamente se sobresalta, llegando a estar en unos instantes sentada junto a mí. No le importo encontrarse enredada entre las colchas ni que su alborotado cabello parecía un nido de pájaros.
—¿Ves? Ya te gusta, torpe. Es solo que no quieres aceptarlo porque te sientes demasiado culpable de que te guste alguien cuando hace poco estabas completamente enamorada de Lex —comenta sin descanso—. ¡Y ya te lo dije! No está mal que te guste alguien. Menos un chico que hace de todo para hacerte sonreír. ¡Aww! Que lindos se ven juntos —chilla, emocionada—. ¡Al fin tendrás novio!
Ruedo los ojos. Ya lo veía venir.
—No te adelantes
—Lo haré, hasta apuesto hoy mismo que se casarán
—¡No digas eso! —me quejo sonrojada
—¿Por qué? —pregunta coqueta y sonriente—. Si se aman y su destino es estar juntos hasta que sean viejitos, no estaría mal planear la boda ahora. Hay que pensar hacía el futuro, el vestido, el buffet, la casa, las mascotas, los hijos, los apodos, ¡es tanto en que pensar! —niego, sin poder evitar reírme por su extraña forma de pensar tanto en el futuro—. Sea como sea, solo el tiempo lo dirá