Solamente ámame

10. Love it

🎧🌷 chapter 10

 

 

 

 

Mi corazón se detiene cuando veo a Dona y soy incapaz de avanzar. Sonríe al verme llegar y rápidamente mi atención viaja a través de él. Contempló su cabello desordenado, el polvo en sus mejillas, aquel brillo en su mirada y lo tranquilo que parece estar a pesar de que todavía hay mucho por hacer.

Indudablemente de todo eso, lo único que me confunde es la creciente manía por suspirar al verlo. O cómo de repente mis mejillas se enrojecen dejándome inmóvil. Tal vez volví a enloquecer.

—Llegaste —dice sacudiendo sus manos—. ¿Por qué demoraste tanto, enana?

—Porque camine lento

Mi mal chiste logra convencerlo y él suelta una carcajada que finalmente me hace sonreír. 

—Eres cómica —halaga, burlón—. ¿Qué tarea piensas elegir?, ¿barrer el pasillo, sacudir las carpetas o limpiar las ventanas?

—Prefiero barrer —confieso

—Entendido, enana

Entonces mi cuerpo vuelve a la realidad. Entró al salón, esquivando su repentino tacto. Ese acto de caballerosidad, de tomar mi mochila y besar mi mejilla ya me lo sabía de memoria. Y no porque alguna vez haya recibido tal acercamiento, excepto ahora que parecía ser la primera vez, eran el internet y los libros de romance sobre mi librero las fuentes de tal conocimiento.

Y todo eso estaría a mi favor. Probablemente así no caería en alguna de sus coquetas trampas.

—¿Dónde está Lex? —inquiero

El breve silencio de Dona me hace dudar de que no me haya escuchado. Abandonando mi mochila sobre la mesa lo observó, pero en su rostro no hay ninguna brillante sonrisa. Permanece con los brazos cruzados y los ojos inquietos, a pesar de su serena actitud.

—Su castigo ha terminado

—¿Qué?, ¿por qué? —exclamó, sorprendida—. Se supone que nos castigaron a los tres, ¿por qué ya terminó su castigo?

—Enana también considero que es injusto, pero ya conoces a la directora. Además, este fin de semana comienza el campeonato escolar, así que dudo mucho que el entrenador quiera perder a su jugador estrella. Esa es la excusa perfecta para eliminar su castigo

—¿Solo por eso? ¡Qué fastidio! 

Y no había estado tan enfadada desde que mi hermano se comió mi cereal y no fue castigado por tal atrocidad. 

Ahora no podía culpar a Lex, en gran parte porque ya sabía que ser capitán del equipo de fútbol le traía muchos beneficios, pero terminar su castigo y dejar a dos alumnos solos por la tarde para que limpien todo el desorden de los demás era un abuso total. Y no quería ni imaginar la nota final de conducta, seguramente los diez puntos que nos iban a restar ahora desaparecieron mágicamente para él. A pesar de eso nosotros seguíamos el curso, intentando sobrellevar que cada tarde debíamos sacar cliché de las sillas.

¡Me niego a creerlo!

—¿Cuándo lo supiste? —pregunto molesta, suspira y se acerca cauteloso

Y eso me ofendía. No tenía pensado golpearlo.

—Hoy, la directora me avisó antes de que llegarás. Y créeme no podía quejarme, ella no acepta ningún tipo de excusas en sus decisiones

—Pero es injusto —susurro todavía enojada—. Deberíamos hacer una huelga de alumnos

—¿Una huelga de alumnos?, ¿quiénes creen que se unirían a nuestra noble causa, enana? 

—La pelirosa nos apoyará, eso tenlo por seguro y pues creo que esa sería la única persona en unirse a nosotros a menos que tengas algún amigo dispuesto apoyarnos —contestó, él asiente sonriente—. Haremos un buen equipo, no lo dudo

—Perfecto, seremos tres alumnos contra la malvada directora. Con tu encanto, mi inteligencia y la sinceridad de Amanda ganaremos el juicio

—¿Tu inteligencia?, ¿mi encanto?, ¿sinceridad?, ¿desde cuando tan observador, Dona?

—¿Dudas de tu encanto? —se acerca. Y es ahí cuando recuerdo los documentales de National Geographic que suele ver mi hermana los fines de semana. Esos capítulos donde siguen el camino de un león a punto de cazar a su presa. Y, aunque no es nada lindo compararse con una cebra o un búfalo a punto de ser cazado, es inevitable que no me sienta acorralada mientras lentamente retrocedo

Estaba siendo su presa y no podía evitarlo.

—No dudo, solo considero que no soy encantadora

Él niega, sin borrar esa coqueta sonrisa de sus labios. Finalmente, me detengo cuando ya no hay más camino. Ahora estaba acorralada, con Dona frente a mí y la fría pared tocándome. 

—Tú eres encantadora

—Y tú pareces un león

—¿Un león?, ¿por qué me comparas con un león? —confuso y divertido, pregunta—. No habrás visto ayer Crepúsculo, ¿verdad?

—Para nada

Su perfume me embriaga y los latidos de mi corazón golpean mi pecho cuando se inclina.

Él es alto, pero a esta corta distancia solo basta un movimiento de mi parte para mirar sus ojos y estremecerme. Necesitaba que dejará de hacerlo, que dejará de acercarse de esa manera, que se detuviera y se alejará. Y aún así, por una extraña razón, no me sentía completamente segura de mi decisión.

¿Era esto un deseo en particular?

Probablemente no. No tenía un deseo de esa clase. No deseaba que un chico acelerará así mi corazón ni que me hiciera sonrojar al oírlo hablar. Porque había vagado demasiado en mis pensamientos cada noche. No podía negar que desee un momento así, donde el tiempo se detuviera y solo existiéramos nosotros dos. Es solo que en mi sueño, Dona no estaba. Y en aquel deseo no podía sentirme así. Esto era completamente diferente.

Y me gustaba.

Sonreí y mi instinto me hizo cerrar los ojos de repente al ver su rostro acercarse. ¿Acaso iba a besarme? Un jadeo quedó atascado en mis labios, estaba temblando, no esperaba algo así. Tal vez iba a ocurrir, tal vez viajaría sobre una nube lejos de aquí y conocería la sensación que describió alguna apasionada escritora. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.