Solamente ámame

11. Como un sueño

🎧🌷 chapter 11

 

 

 

Cansada me permito suspirar mientras parece que el autobús nunca va a llegar a su destino. Y es que está misma tarde miles de autos se quedaron atascados en una interminable fila por la carretera, obstruyendo el libre tránsito y la tranquilidad de mis pensamientos. No paraba de escuchar las bocinas alteradas, quejas de los mismos pasajeros o los gritos de enfado de algunos conductores.

Era un completo caos y sé que a este ritmo llegaría a casa a la medianoche con un horrible dolor de cabeza.

—Creo que no tendremos la oportunidad de ir en auto a casa hoy, ¿no lo crees? —Dona me observa, con la misma inquietud que invade mi pecho—. ¿Qué te parece si vamos caminando, enana? Yo te acompaño hasta tu casa, además, no estamos tan lejos

—¿Seguro?

—¿Por qué no? Vivimos en el mismo vecindario y soy un caballero, no te dejaré ir sola —inocentemente sonríe, no podía contra él

Finalmente, indecisa y perpleja asiento.

Mientras la puerta trasera se abre Dona de repente sostiene mi mochila y me ayuda a bajar del autobús con mucha caballerosidad. Esta vez no había escapado de su tacto ni de que involuntariamente me haya sentido a salvo mientras él envolvía mi mano en la suya y nos alejábamos del caótico tránsito que invadía la avenida.

Era extraño, pero no sabía cómo decirle que aún sostenía mi mano. Y probablemente no deseaba recordárselo. 

Su piel era suave, eso ya lo había comprobado. Su cercanía de alguna manera me reconfortaba. Él irradiaba calidez con ese néctar dulzón de su perfume. Y, aunque en ocasiones su silencio podía intimidarte, al verlo sonreír esos terroríficos pensamientos se alejaban para dejar un cesto de timidez encima de mi regazo. Porque ahora me sentía así, tímida y extraña, tanto que por un momento me convencí de que ya no pensaba en Lex como antes. Y no era mentira, había olvidado cómo me sentía estando cerca de él.

¿Qué había cambiado en mí?

Tal vez Dona cumplió con su palabra, con la promesa de conquistar mi corazón. Y ahora estoy viviendo esa magia. ¿Así se sintió Elizabeth Bennet al escuchar los sentimientos de Darcy?

Probablemente sí.

—El tránsito a está hora es un caos, pero hoy día sobrepasó los límites —lo escuchó decir luego de un corto silencio. Se veía demasiado concentrado en caminar lento y seguro—. ¿Crees que sea un accidente o un auto descompuesto la causa de tanto tráfico? 

—Auto descompuesto, muy segura. No quiero invocar accidentes —contestó

—Menos yo

Sonríe, sin todavía notar nuestras manos entrelazadas.

Intento no inquietarme más de lo debido, intento que mi piel no demuestre lo nerviosa que estoy ahora, pero mi fuerza de voluntad comienza a desmoronarse cuando cruzamos la mirada.

—¿Te sientes bien? —pregunta preocupado

—Sí, solo estoy caminando en medio de gritos y bocinas

—¿Completamente segura? —inquiere, dudoso y atento. Mi risa nerviosa no lo convence

—Sí, completamente segura

Asiente, tal vez creyendo mi mentira, y aleja su atención de mi rostro para concentrarse en el camino.

—¿Sigues enojada por lo ocurrido con Lex? —inesperadamente cambia de tema

—No estoy enojada con él, solo con la directora por ser tan débil en ese aspecto —contestó en voz baja—. Es que no logro entenderlo, fuimos castigados los tres. ¿Por qué ahora debemos encargarnos de toda la limpieza? Es injusto

—Opino igual que tú, pero no tenemos alternativa. Al menos que juntos decidamos faltar a los castigos

—¿Crees que la directora podría ignorar algo así? —inquiero, Dona niega al poco tiempo

—No lo ignorará fácilmente —dice derrotado

Avanzamos por la acera bajo el ruidoso sonido de los autos. El atardecer tiñe el cielo de un leve tono anaranjado y aún así, escondido tras las nubes, el sol brilla intensamente. Pero mi mente no se concentra en aquel detalle, estoy ocupada intentando hablar con normalidad mientras él sostiene con firmeza mi mano y miles de mariposas revolotean en mi vientre.

—¿Entonces qué piensas exactamente de nuestra cita?, ¿emocionado?

Suspiro y manejo mi respiración. Estoy demasiado nerviosa por escuchar su respuesta.

—Será una inocente cita, enana. No tengo planes perversos —disimula su inocencia bajo una coqueta sonrisa—. Tengo pensado una sorpresa, para ello primero debes confirmar que asistirás a la fiesta

—La pelirosa se encargará de eso

—¿Crees que logré convencer a tu madre?

—Estoy cruzando los dedos para que lo haga. Pero si falla, tendremos que posponer nuestra cita —se sentía tan irreal hablar de ello

—No la cancelaremos —responde completamente decidido. Su respuesta me sorprende, así que rápidamente buscó su mirada

—¿Qué?, ¿planeas que escapé de casa? No soy una rebelde, Dona

—No planeo que escapes de casa, pero me colaré en tu habitación. Llevaré una enorme pizza y un pote de helado de chocolate

—Perfecto, entonces yo pongo la bebida y la cuenta de Netflix

—Trato hecho

Su mano aprieta la mía y me encojo sonrojada.

—¿Podrías darme un adelanto de la sorpresa? —titubeo

—Sería trampa, enana. Pero puedo darte pistas 

—Eso suena bien —asiento—. ¿Pistas completas o de forma incógnita? No quiero adivinanzas por favor, soy mala para ese tipo de juego

—Bien, nada de adivinanzas, pero…

Una dudosa mueca invade su rostro, mueve los labios y susurra algunas palabras que no llegó a entender. Mi corazón desenfrenado lo escucha con atención, memorizando cualquier pequeño detalle de su forma de expresarse.

—Primera pista —comenta—, película

—¡Cine!

—Muy cerca, enana —afirma—. La segunda pista es vintage

Rápidamente intentó encontrar en la calle cualquier objeto o circunstancia que pudiera transmitir esa palabra, que se sienta antiguo, algo que me explique lo que realmente Dona quiso decir. ¿Acaso pensaba trepar un árbol y ver una película desde ahí o deseaba ir al museo? 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.