Solamente es Cuestión de Tiempo

Capitulo 10

#Regla 11: El amor es lo mas bonito que hay, si decides creer

—Amaru… ¿Por qué tu hermano es tan difícil de entender? —preguntó Delilah mientras se sentaba junto a la cama del niño, observándolo con una mezcla de ternura y frustración.

—No sé, hasta el mismo no se entiende —respondió Amaru con una sonrisa traviesa, abrazando su peluche con fuerza.

Delilah soltó una risita ante la respuesta del niño. Su mirada se desvió hacia el florero en la mesita, y, mientras lo observaba, se quedó pensando en lo que había pasado en los últimos días. Había admitido abiertamente frente a sus amigos, estando con unos tragos de más, que sentía algo por Ares. Aunque todavía luchaba internamente con aceptar lo que le pasaba, por ahora no le prestaba demasiada atención. Y mientras lidiaba con lo que sentía, otro dilema la invadía: “Ares la está ignorando”. La razón, no la sabía. Últimamente, él actuaba extraño, como si estuviera ocultándole algo. Por eso ahora se encontraba conversando con Amaru, buscando respuestas sobre el comportamiento de su hermano.

—¿Sabes si le pasó algo últimamente? —preguntó Delilah, volviendo a mirar al niño que la observaba con atención.

—No… solo sé que está planeando algo para ti… —Amaru se tapó rápidamente la boca, como si hubiera dicho algo que no debía.

—¿Para mí? —repitió Delilah, intrigada. Su tono se tornó divertido mientras lo miraba—. ¿Qué está planeando tu hermano, Amaru?

El niño negó con la cabeza, apretando los labios, decidido a no decir una palabra más.

—¿De verdad no me vas a decir? —preguntó Delilah con un tono divertido, inclinándose hacia él.

Amaru negó enérgicamente con la cabeza, apretando aún más su peluche contra el pecho.

—Como no quieres hablar, voy a tener que buscar a alguien más para entregar el cuaderno de dibujos que tengo en mi oficina… —dijo Delilah con un tono casual, fingiendo desinterés.

Amaru la miró con ojos grandes y alarmados.

—¡No, no! ¡Es mío! —exclamó, abrazando su peluche con más fuerza.

Delilah arqueó una ceja, reprimiendo una sonrisa al ver la reacción del niño.

—Entonces tendrás que decirme lo que sabes. ¿Qué está planeando tu hermano? —preguntó con tono juguetón, inclinándose un poco hacia él.

Amaru suspiró, sabiendo que había perdido la batalla.

—Ares estaba planeando una salida a un campo lleno de flores para ti… Bueno, en realidad es para los tres, para cuando me recupere —confesó Amaru.

La confesión de Amaru tomó a Delilah por sorpresa, y al mismo tiempo, le causó una mezcla de ternura y emoción que le calentó el pecho.

—¿Una salida con los tres? —preguntó Delilah, tratando de mantener su tono neutral, aunque sus ojos brillaban con curiosidad—. ¿Y por qué conmigo, Amaru? Yo solo soy tu doctora.

Amaru sonrió ampliamente, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—No eres solo mi doctora —respondió con sinceridad—. Eres mi amiga… y una persona muy especial para mí… y también para Ares.

Delilah sintió un calor reconfortante en su pecho mientras miraba al pequeño con ternura. Justo cuando estaba a punto de responder, Amaru la interrumpió, hablando con la convicción de un niño que, aunque joven, entendía más de lo que parecía.

—Aunque soy un niño y no entiendo mucho de los adultos, sé que tú y Ares se gustan —dijo con una sonrisa traviesa—. Pero no entiendo por qué todavía no son pareja. El amor es algo bonito, ¿no? Si encuentras a tu persona especial, ¿por qué no sales con él? Bueno, eso siempre me decía Ares. Así que, doctora Delilah… si te gusta mi hermano, ¿por qué no sales con él? A él también le gustas. Sé que a veces puede ser un poco tonto, pero es muy bueno.

Delilah estaba sin palabras, su corazón latiendo con fuerza ante las palabras del pequeño. Pero lo que dijo después la dejó completamente desarmada.

—No le digas esto a Ares, pero… yo a los dos los veo como mis papás —finalizó Amaru con una sonrisa llena de inocencia.

Delilah sintió cómo las lágrimas se deslizaban por su rostro sin poder contenerlas. Se inclinó hacia Amaru, lo abrazó con fuerza y le acarició la cabeza, intentando contener la avalancha de emociones que sentía.

—Amaru… —susurró, su voz cargada de amor—. Te quiero mucho, mi pequeño.

—Yo también —dijo el niño, riendo suavemente mientras correspondía el abrazo.

Mientras ambos se abrazaban, Delilah no podía dejar de pensar que Amaru era un niño tan especial, lo que le recordaba demasiado a él…

Después de ese abrazo lleno de lágrimas y risas, Delilah se despidió de Amaru para seguir con su rutina habitual. Las horas pasaron entre revisiones, consultas, reuniones y una cirugía de último momento, que, aunque fue exitosa, la dejó exhausta.

Caminando por el pasillo, sus pensamientos volvieron a invadirla. “Si te gusta mi hermano, ¿por qué no sales con él? A él también le gustas.” Las palabras de Amaru resonaban en su mente.

Suspiró, sintiendo una mezcla de ternura y confusión. ¿Y si tiene razón? Ares es diferente... pero ¿y si me equivoco otra vez? Era una batalla interna entre el miedo y el deseo de creer.

—Doctora Delilah —dijo una voz animada detrás de ella, sacándola de sus pensamientos.

Delilah se giró para encontrarse con Hannah, la residente de Michael, con una sonrisa radiante y una mirada algo misteriosa.

—Ah, Hannah, eres tú. ¿Todo bien? ¿O es que otra vez no entiendes las señales de Michael? —preguntó Delilah, burlona, mientras cruzaba los brazos y se apoyaba en el mostrador.

Hannah, sonrojada, soltó una risita

—No esta vez no, Doctora. Alguien me envió a darle esto a usted — Le extendió una flor azul que parecía recién cortada

Delilah frunció el ceño, algo desconcertada, mientras tomaba los objetos.

—¿Qué es esto?

—No lo sé, pero él me dijo que lo disfrutaras —dijo Hannah, encogiéndose de hombros con una sonrisa traviesa antes de alejarse.




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