Solamente es Cuestión de Tiempo

Capitulo 11

#Regla 12: El amor mas puro que existe solamente proviene de niños

Ares Harmon, ha venido muy temprano usted, ¿Ha desayunado? —pregunto Delilah, con los brazos cruzados observando con curiosidad al invitado que estaba frente suyo

—Nunca es demasiado temprano para venir a verte, señorita Delilah —respondió Ares, su sonrisa suave y su mirada tierna fija en ella. —¿Podría tener el honor de llevarla a desayunar conmigo?

Delilah asintió, sonriendo sin poder evitarlo. Ares se acercó y la acompañó hacia el auto, estacionado frente al departamento. Como Delilah empezaba a trabajar más tarde ese día, Ares había decidido sorprenderla con una salida.

Durante el trayecto, la conversación fluía con naturalidad, mezclada con los comentarios ingeniosos de Ares, que lograban hacerla reír y sonrojarse al mismo tiempo.

—¿Sabías que deberían darte un premio por ser tan... increíblemente hermosa? —comentó Ares con una sonrisa traviesa, mirando de reojo.

Delilah le dio un pequeño golpe en el brazo, intentando no sonreír demasiado.

—No sabes de lo que hablas —respondió, aunque su voz traicionó su diversión.

—¿No? Entonces déjame decirte algo —dijo Ares mientras detenía el auto frente a un semáforo. Giró su rostro hacia ella, sus ojos azules brillando con una mezcla de ternura y desafío—. Señorita, eres una belleza irreal. Y por eso, estoy a punto de ganar el premio al hombre más afortunado del mundo por tenerte a mi lado.

Delilah levantó una ceja, fingiendo seriedad.

—¿Siempre tienes una respuesta para todo? —preguntó, aunque una sonrisa traviesa se asomó a sus labios.

—No siempre —respondió Ares con una sonrisa ladeada—. Pero cada vez que sonríes, me quedo sin palabras.

Delilah, sorprendida por la sinceridad de su respuesta, sintió una calidez en su pecho que no pudo evitar.

—¡Ares! —protestó, dándole otro golpe en el brazo, pero esta vez, con un tono más suave.

—¡Auch! —exclamó él, frotándose el lugar donde la había golpeado—. Oye, no es para tanto. ¡Eres peligrosa, Delilah!

Delilah río, dándole un ligero empujón en el hombro. La atmósfera entre ellos era tan natural, que incluso las pequeñas bromas se sentían como parte de algo más profundo, algo que se estaba forjando lentamente, como un lazo que iba creciendo con cada momento compartido.

Finalmente, llegaron a la cafetería, un lugar acogedor con grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural. Ares pidió un omelette con café negro, mientras que Delilah optó por pancakes con fruta y jugo de naranja. Durante la espera, la conversación siguió fluyendo, llena de risas y complicidad.

Sin embargo, cuando el tema de la familia de Ares salió a la luz, Delilah notó un cambio en su expresión. Él se abrió con una honestidad cruda que la sorprendió.

—Mi madre se fue de viaje hace unas semanas... —comentó, mirando por la ventana mientras sus palabras eran más pesadas de lo que había anticipado. —Ya no me sorprende. Estoy haciendo los trámites para cambiar la tutela de Amaru. No puedo seguir permitiendo que esté bajo su responsabilidad.

Delilah asintió con comprensión, sus ojos reflejando empatía.

—Es lo mejor para él, Ares. Amaru necesita estabilidad, y tú siempre has sido quien está ahí para él, cuidándolo y amándolo como nadie más.

Ares dejó escapar una leve sonrisa, un gesto raro en él, pero sincero.

—Eso intento. No ha sido fácil, pero no me importa. Él es lo único que realmente me importa en esta vida.

Delilah sintió un calor en el pecho al escuchar esas palabras. La dedicación de Ares hacia su hermano menor era una de las cosas que más admiraba de él.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte con eso? —preguntó con un tono cálido, inclinándose ligeramente hacia él.

Ares apoya su cabeza en una de sus manos y con la otra agarra con delicadeza una de las manos de Delilah, mirándola con cariño.

—Podrías ayudarme en aceptar otra cita como esta —dijo Ares, mirándola con suavidad y una chispa de ternura en sus ojos.

Delilah, sorprendida por el cambio tan repentino de tema, sintió una mezcla de calidez y asombro al ver cómo Ares podía pasar de una conversación seria a algo tan espontáneo. Dejó escapar una leve risa, sintiendo el aire más ligero entre ellos, y asintió con una sonrisa.

Después del desayuno, Delilah ya tenía que entrar a trabajar, entonces por insistencia de Ares, la termino llevando al hospital. Cuando llegaron al estacionamiento, Delilah se inclinó para abrir la puerta, pero antes de que pudiera salir, sintió la mano de Ares deteniéndola suavemente por el brazo. Antes de que pudiera reaccionar o preguntar qué pasaba, Ares la jaló hacia él con firmeza, acortando la distancia entre ambos, y la besó.

El beso fue breve, pero suficiente para dejar a Delilah completamente aturdida. Su corazón dio un salto, y un calor inesperado invadió sus mejillas, tiñéndolas de un profundo carmín. Cuando Ares se separó, sus ojos la observaron con una mezcla de diversión y ternura.

—¡Ares! —exclamó Delilah, llevándose una mano a los labios, intentando procesar lo que acababa de suceder. Su voz salió entre sorprendida y titubeante, mientras luchaba por recuperar la compostura.

Ares, con una sonrisa que parecía burlarse de su propia audacia, se inclinó ligeramente hacia ella, como si compartiera un secreto.

—Solo es un pequeño recordatorio que usted ya no está soltera, señorita Delilah.

Delilah sintió que su rostro ardía aún más. Intentó fruncir el ceño, como si estuviera molesta, pero la pequeña sonrisa que luchaba por contener le restó toda credibilidad.

—Eres... increíblemente atrevido —murmuró, entre avergonzada y divertida.

Ares se encogió de hombros con una risa ligera, aparentemente encantado por su reacción.

—Nos vemos más tarde. —dijo con calma, como si lo ocurrido fuera la cosa más natural del mundo.




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