Soldado 01 - Una carta [seho]

Capítulo Dieciocho

Sehun

Juraría que mi alma estaba bailando. Nunca me sentí tan querido y apreciado, y eso que provenía de una buena familia, con un hermano mayor que me daría el mundo si pudiera. Era un alma bendecida. Sin embargo, Suho era el único que me había mostrado cuánto me quería.

Me acurruqué fácilmente contra él. Después del mejor, el más alucinante orgasmo de mi vida, no había nada más que quisiera hacer, aparte de dormir un poco antes de hacerlo de nuevo. Suho había comenzado. Poco sabía que acababa de liberar mi insaciable monstruo interior, y no imaginaba lo mucho que me iba a encantar ser un chico malo. Claro, Suho nunca me trató como a un chico malo. Me trataba como a una princesa. Me valoraba de la manera en que yo lo valoraba.

Un fin de semana y dos días “enferma” más tarde, todavía no podía conseguir suficiente.

Él me abrazó por detrás, barriendo el pelo a un lado para besarme el cuello. Los escalofríos nunca paraban cuando hacía eso. Un escalofrío me atravesó cuando incliné la cabeza, dándole un mejor acceso.

—Sabes que no puedo seguir llamando. Tendré que volver al trabajo mañana.

Puse el tazón con los ingredientes mezclados del brownie en el fregadero. Suho se movió conmigo, girándome al momento en que mis manos estaban vacías.

Me besó. Mi corazón respondió a sus labios otra vez.

—Tengo una idea mejor.

—¿Oh, sí? —sonreí contra sus labios.

—¿Por qué no vuelves a estudiar?

Habíamos tenido esta conversación más de una vez durante los dos días anteriores. Suspiré suavemente.

—Sabes que no puedo permitirme el lujo de hacer eso.

—Sí, puedes.

Me eché hacia atrás, estudiándolo. Sentí que mis cejas se fruncían.

—¿Qué quieres decir con eso?

—La mayor parte de mi dinero del servicio militar está en ahorros. Tengo suficiente para pagar nuestras cuentas y la matrícula. También quiero hablar con el reclutador local sobre la Reserva del Ejército, para frenar mi ingreso, hasta que decida lo que quiero hacer.

Negué, aunque mi corazón se elevaba. Que siquiera me lo hubiera ofrecido me hacia amarlo aún más.

—No puedo aceptarlo. Yo... no puedo dejar que hagas eso, Suho.

—Lo harás si me amas.

Entrecerré mis ojos hacia él.

—Eso no es justo.

Una sonrisa fácil curvó sus labios; sus ojos brillaban con picardía.

—Te amo, señorito Suho Kim, y tengo la intención de convertirte en mi esposo. ¿Qué clase de marido no cuida de su esposo en todos los sentidos?

Mi corazón tartamudeó cuando mis pulmones lucharon por expandirse.

—¿Qué estás diciendo?

—Quiero que seas mi esposo, querido. ¿Quieres mi anillo en tu dedo, mi bebé en tu vientre, y mis brazos alrededor de ti cada noche? Te juro que voy a hacer todo lo que pueda para que siempre seas feliz. —La emoción retorció sus rasgos—. Deja que me ocupe de ti, querido. Déjame casarme contigo.

—¿Hablas en serio? —mi pulso palpitó rápido, sentí un nudo en la garganta.

—Totalmente.

Sabía que lo estaba mirando en silencio, pero no podía evitarlo. Fue lo último que esperaba, pero todo lo que quería... Menos un detalle. Mordí mi labio inferior.

—¿Volverás a irte si te llaman de la Reserva?

Su expresión se volvió seria. Se lamió los labios, mirando a otro lado durante un tiempo. Empujó mi pelo hacia atrás.

—No voy a mentir; hay una posibilidad, pero como ya he cumplido muchos servicios, dudo que me llamen.

Las lágrimas me escocían en los ojos.

—No sé si podría dejarte ir ahora que te tengo. —Fui honesto.

—Ninguno de nosotros quiere eso, pero sé que conseguiríamos pasar por ello, igual que lo hemos hecho antes.

Por difícil que fuera, Suho tenía razón. Venía con los riesgos inherentes a la carrera que había elegido. No me atreví a retenerlo, sin embargo. Continuamente me animaba a seguir mi sueño, a ir detrás de la vida que quería. Por el momento, tenía que aceptar que Suho era militar. Eligió dedicar su vida al ejército, y yo tenía que confiar en él. Tenía que confiar en que haría todo lo que estuviera en su poder y volvería a mí todo el tiempo; del mismo modo que él confiaba en mí, y me creía capaz de soportar esta distancia con él. Eso es lo que hace el amor fácil: el compromiso. Siempre y cuando estés comprometido con la persona que amas, ni el tiempo ni la distancia podrán nunca destruir lo que tienes.

—Bueno.

Su cabeza se irguió.

No podía dejar de sonreír como un tonto, borracho de amor.



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En el texto hay: soldados y cartas

Editado: 28.05.2023

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