Se cuenta que en un pasado ya casi olvidado, en los orígenes de la familia real, una ninfa de agua se enamoró de un elfo oscuro, un amor prohibido por los dioses, daba comienzo a un largo e interminable camino de magia y maldición. Nació la familia real, cada heredero de esta familia estaría destinado a morir joven y donde doscientos veinte años después esta maldición seguía en pie. Nacieron dos hermanas, una hija de la luna, y otra hija del sol. La reina Ainara temiendo la maldición hizo un pacto con la luna, al darse cuenta de su primer embarazo, prometiendo que su hija sería su eterna encarnación humana de aquella luz brillante cada noche, y aquel día que la niña muriera, la luna moriría con ella, a menos que el tiempo adelantara a un heredero. Sin embargo, un año después tuvo un segundo embarazo, decidió hacer un pacto con el sol, este le prometió una vida sana a su hija a cambio del mismo trato que hizo con la luna, la reina aceptó. Sus hijas crecían, Aria con el cabello tan oscuro como la noche y unos ojos tan brillantes como la luna; mientras que Alena con el cabello tan brillante y rojizo como el mismo sol, y sus ojos tan celestes como el mismo cielo. Aria una noche, a la edad de cinco años, desapareció, los elfos oscuros la raptaron, envidiosos y con sed de venganza por el mal trato que recibió su ancestro en un pasado. Los reyes la buscaron por cielo y tierra, las hadas ayudaban, los cíclopes también, sin embargo parecía que la misma tierra se la había tragado. Cinco años después la reina murió, deseando en un último suspiro que sus hijas se reencontraran y que la maldición terminase con ella.
Editado: 01.06.2020