Sólo el silencio

CUANDO HABLA LA NADA

La penumbra cae sobre la turbia y desagradable vida de Douglas Vonhagen, un hábil y audaz ex integrante de las fuerzas especiales de avanzada rusa; en su rostro se dibuja la atenuante y vacía sonrisa de un vacío silencioso.

Sólo se escucha a la distancia una vieja campanilla de un puerto pesquero, al cual ya nadie suele ir, Douglas, dice para sí mismo: ¡Que estúpido e injusto es vivir!, continúa su trayecto sin rumbo definido; no hace pocos días había llegado a ese lúgubre y desolado lugar, en busca de algo que aún ni el mismo sabía que era.

Silencioso, pasivo y angustiado reflexionaba sobre todos aquellos momentos tan tristes y satíricos que su conciencia le hacía rememorar, pregunta: ¿Acaso ha sido tan poco lo que di que ni yo mismo puedo encontrar las respuestas que busco?

Una vez más solamente el sonido de la campanilla le responde, su destino es incierto, su silencio es aturdidor; pero pretende decir tantas cosas que lleva consigo, el recuerdo de tan inhumanos tratos a aquellas personas que con su sangre teñían de carmesí las calles de la tan amada Rusia.

Esta vez la historia no se trataría de esas inocentes víctimas mortales ni sus vestigios putrefactos, los cuales ni el diablo siquiera quería arrojar una atrevida o turbia mirada de deseo. Esta vez se trataría de la desolada, vacía e insulsa vida de Douglas, se decía para sus adentros.

Lleva tanto tiempo caminando que sus piernas ya ni responden, su cuerpo agotado y sin mucha carne cada vez pedía que su vitalidad fuese restaurada; otro hombre se aproximaba apaciblemente hacia Douglas, tenía una vestimenta distinta que lo describirá como un extranjero, obviamente no era ruso, pero ¿Quién es?, Sin remedio alguno el señor Vonhagen desfallece ante los pies de aquel desconocido. Dos días después su capacidad vocal y su visión se van recuperando; advierte que no se encuentra ya en la oscura y desgastada calle de la otra vez, despierta y pregunta a aquel desconocido: -¿Quién eres?, ¿Dónde me encuentro?.

- Mi nombre es Richard, Richard Barxton -

- y usted señor, ¿Quién es?-

- Lo siento aún estás algo aturdido y débil... Toma come algo y luego hablamos-

Una vez más el silencio retumba en la habitación y construye una pared entre aquellos desconocidos.

Horas más tarde, Douglas Vonhagen por segunda vez despierta; ahora ya no con tanta exaltación y se siente mejor, nuevamente surgen las preguntas de rutina como cuando el desconocimiento no se hace esperar, esta vez hubo mejores respuestas de parte de su cuidador, que sin poner resistencia alguna se sienta a la mesa a charlar como si conociera a Douglas.

- soy, Richard Barxton, soy de Nueva York, vivo hace 20 años allí, vine a pescar lejos de esa ciudad que tan malos recuerdos me trae, pues era casado hasta que unos rusos por error la asesinaron, desgraciadamente no logramos tener hijos; ahora ando solo tratando de buscar la paz que esos desgraciados me robaron.

¡Aún lo recuerdo como si hubiese sido ayer! -

Al escuchar esto Douglas Vonhagen quedó en total silencio, como cuando el cementerio queda vacío totalmente y sólo se logra escuchar el grito del viento al anochecer tardío. ¿Cómo no callar si él era ruso y lograba ver ese el odio de aquel hombre al hablar de ese fatídico hecho?

Aunque ese día él logra recordar una situación similar, pero ese recuerdo es borroso, pues aquella noche recibió un golpe muy fuerte en la cabeza el cual hizo que comenzara a tener lagunas mentales. Se cuestiona, ¿Habré sido yo?, ¿Quizás ese sentimiento de culpa sea por eso?. Eran unas preguntas que no podría responderse, quizás no querría saberlo, pero su curiosidad lo obligaba a consultar más sobre ello.

 



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En el texto hay: misterio suspenso historias

Editado: 28.05.2020

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