Solo hasta que te enamores

Capítulo 8. solo esta noche

Avery

Hacía un buen rato que la lluvia ya se había detenido, pero por petición de Emily Dean y Kalet se quedaría una noche más, por ende la cena había sido casi como un buffet, lleno de deliciosa comida, lastimosamente no podía probarla toda.

— Tendremos Muffins de fresa como postre — Exclamó Emily con voz cantarina mientras salía de la cocina.

Al ver la charola repleta de su creación, los ojos de Elody brillaron, lo cual su madre había detectado.

— Excepto para ti cariño — Dijo mirando detenidamente a la pequeña — Demasiada azúcar para ti — Una pena, a mi parecer, una que yo tendría que compartir porque yo tampoco debía comerlos.

— Avery, este será especialmente para ti — Afirmó Emily, sonriente.

— Lo siento... — Murmuré — Donna me mataría si supiera que probé tan solo una migaja — Bromee y Leopold pareció entenderlo, ya que pidió que no se me insistiera más, pero eso estaba justo por hacer ella, cuando mi teléfono comenzó a timbrar, era una llamada y en la pantalla se reflejaba en nombre de mí quería amiga.

— ¿Diga? —respondí rápidamente, antes de que Emily pudiese decir una palabra. — Una disculpa, debo contestar —dije en voz baja, disculpándome con los presentes mientras me levantaba de la silla para salir del comedor.

— Donna, dime que estás en camino — Suplique en un susurro, casi como si me estuviesen torturando.

— No, qué va —dijo con voz relajada, pero en ella había un ápice de sarcasmo —. Por supuesto que estoy en camino, necesitamos esas fotos, ya —afirmó con decisión, y en serio que en ese momento sentí un gran alivio.

— Bien, entonces, mañana podré irme de aquí, ¿cierto? — pregunté para poder tener la certeza de que mañana por la noche podría dormir tranquilamente.

— No, había acordado con el fotógrafo que él nos daría hospedaje para evitar ser descubiertas por la prensa parisina — Murmuro Donna.

— No — protesté con rapidez —, de verdad, necesito salir de aquí — Suplique.

— No — Sentenció.

— Donna — La llame con voz sería justo antes de que colgará — Jamás dijiste que su familia fuera los Masson — Reclame, intentando que en verdad no sonara como tal.

Para mi mala suerte ella sabía todo, en una noche de copas unos meses antes de graduarnos de la universidad, había bebido de más, tanto que había terminado hablando de Kalet, fue entonces que a la mañana siguiente no tuve otra opción que contarle todo, ella podía ser muy terca cuando se lo proponía.

— Avery... —Murmuró — Está bien, hablaremos mañana, de acuerdo —. Esta vez su voz era más de preocupación, esta vez hablaba mi amiga, no mi representante.

— Bien, nos vemos mañana — Dije antes de cortar la llamada.

— A Emily no le gustará saber que te quieres ir —dijo una voz detrás de mí, lo que instintivamente me llevó a girarme rápidamente para ver de quién se trataba y era nada más y nada menos que Dean.

— No es algo que les deba consultar — Asegure con voz firme y relajada.

— Tiene razón... —Murmuró antes de continuar —. Y no recuerdo mucho, pero alguna vez ustedes fueron amigas, ¿o no? — preguntó con el ceño fruncido, como si tratara de recordar.

— No, no era así — Y no mentía, porque más que amiga de Emily, lo era de Kalet.

— Sí... —Suspiró, entonces supe que lo había entendido — Kalet... — Volvió a decir, antes de comenzar a caminar hacia las escaleras — Ahora tiene sentido ese día — "ese día", fue un murmullo extraño, lleno de melancolía, el pequeño Dean, como solía llamarlo antes, parecía saber algo que yo no, y algo que quizás en aquel momento no entendió del todo — Bueno, Avery, suerte mañana y el cómo ellos se tomen tu urgencia por salir de aquí — Exclamó sonriente antes de subir definitivamente, seguramente a su cuarto.

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Sabía que decir esta noche que a la mañana siguiente me iría sería prudente, pero, había decidido que tal vez si lo hacía mañana ninguno podría detenerme, conocía demasiado a Emily y las palabras de Dean no eran tan ilógicas, ella seguro que no querría que me fuese, pero no estaba dispuesta a quedarme sabiendo en todo esté mes él podría visitarla cualquier día.

Estaba a nada de al fin tocar esa cama tan suave de la habitación de invitados, cuando un pequeño, toc toc, me sorprendió y al abrir estaba Elody, con su sonrisa radiante.

— Avery!! —dijo emocionada y por un momento olvidé la escena de esta mañana, donde engañaba a su madre y se burlaba sin descaro de Kalet —. Leamos un cuento —exclamó aún más entusiasmada entrando a la habitación.

Sonreí instintivamente, al verla tan feliz abrazando un lindo libro color rosa.

— Bien, pero ¿me leerás a mí o yo a ti? — pregunté, cerrando la puerta, de la habitación, claro sin seguro, porque esta noche, al parecer, Elody pensaba quedarse aquí y no iba a negarme a eso.

— Mamá y papá siempre me leen cuentos, pero hace rato que cayeron casi desmayados — Sus bromas eran graciosas, pero a veces la hacían lucir muy madura también.

— Bien, entonces tú y yo leeremos — Afirme.

El libro era, en sí, muy sencillo, un lindo, pero fantasioso cuento de hadas.

— ¿Tu vida debe ser como este libro, cierto? — preguntó somnolienta cuando por fin había terminado de leer.

— No tanto, pero no me quejó — Sabía que ella entendería a lo que me refería.

— ¿Por qué no te quedas aquí? — Volvió a preguntar, antes de acurrucarse en una de las almohadas. — Te doy a cualquiera de mis tíos —murmuró bostezando.

— Elody, ¿cómo? — pregunté y ella lo entendía a pesar de que no había podido formular bien mi pregunta.

— No solo te escucho el tío Dean... — Y fue así como la pequeña cayó dormida o como ella misma dijo, casi desmayada.

Se había casi declarado mi fan número uno, desde que la había visto en aquella tienda; estaba hasta dispuesta a darme a uno de sus tíos, a pesar de haberme conocido a penas ayer.




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