Capítulo 9. Hasta nunca

Avery

Donna había regresado a la ciudad a las 4 de la mañana, yo aún no me acostumbraba al horario del lugar, por ende tenía una gran carga de sueño que se notaba a kilómetros de distancia.

— Me hubiera gustado que te quedaras un poco más —aseguro Emily, quien se había despertado temprano solo para despedirse de mí —. Diez años sin verte y te vas después de dos noches, una pena —volvió a decir.

— Lo siento, pero fue agradable mientras duró —. Ahora era yo la que aseguraba —. Es muy temprano para Elody, pero cualquiera de estos vendré a verla o, mejor aún, puede ir con Leopold al trabajo — dije segura.

— Claro — Fue todo lo que respondió. — Nos vemos más tarde — Leopold era quien, a pesar de entender la situación, no cambiaba su radiante expresión.

—Sí, nos vemos — Y con un simple gesto me despedí. Eso realmente no era lo mío. Donna tardó unos minutos en subir a la camioneta, estaba hablando con Leopold sobre el lugar donde se llevaría a cabo la sesión, sobre la cual él se veía entusiasmado.

—¿Con qué los Masson...? —dijo, entrando en la camioneta.

— Sí, son ellos —aunque solo había conocido a Emily. — Mmm, si su hermana es así de bonita, me puedo imaginar a los otros dos y te entiendo completamente — aseguró, mientras se ponía el cinturón de seguridad.

Quizás en algún momento los conozcas, en cambio, yo espero no nos volvamos a ver nunca —exclamé mirando por la ventanilla cómo dejábamos la linda y enorme casa atrás.

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Amaba el lugar, era sin duda romántico y lleno de arte, sin duda las fotografías serían un éxito rotundo cuando volviéramos a América, estaba entusiasmada por este proyecto, al igual que completamente segura que sería un paso más en mi carrera o al menos estaba intentándolo con todas mis fuerzas para que así fuera. Había de todo un poco en el lugar, expertos en cada cosa que serían los encargados de llevar la magia a este proyecto. Yo solo tenía que concentrarme en mi trabajo, ellos se encargarían de lo demás.

Las dos primeras horas fueron de peinado y maquillaje, necesitaba verme radiante para las primeras fotos, la temática "Rosa", odiaba el color desde los ocho años, por una broma nada divertida, pero todos se empeñaban en hacerme ver qué era un color que me quedaba a la perfección. A pesar del bien trabajo de Leopold, las fotos simplemente me parecían sosas y nada especiales.

— No es tu trabajo, es simplemente el color — aclaré antes de que él pensase que su trabajo no era bueno.

— Lo sé — afirmó—. Pero concuerdo en que el color no te va mal, estas fotografías están bien, además, las necesitas — Y tenía toda la razón, se suponía que eran parte del trabajo que había venido a hacer aquí en París.

—¿Porque no tomas un descanso? — Sugirió Donna en completo acuerdo en Leopold. — Tienes razón, un trago de agua me caería de maravilla — reí nerviosa y casi corriendo a buscar la dichosa botella de agua.

No sabía lo que me pasaba, quizás no quería darle importancia o simplemente no quería asumirlo. El culpable sin duda alguna era él, mi mala suerte al encontrarme a Kalet en París solo había traído a mi mente recuerdos, y por más que lo odiara también sentimientos, todo lo que me recordara a él me estaba volviendo loca, y se estaba empezando a notar con el simple hecho de estar de mal humor, a cada segundo era evidente que no soportaba estar aquí y si a eso se sumaba ese color que hacía años no soportaba, que casualmente aborrecía desde hacía exactamente diez años, sí, no lo soportaba a los ocho, pero lo aborrecí a los dieciocho. Mi mente divagaba una y otra vez, tanto que ni siquiera me había dado cuenta de que ya tenía la botella de agua en la mano, fresca y cristalina, quizás era lo que necesitaba para que al fin mi cerebro comenzara a procesar los últimos tres días.

No habían pasado ni cinco minutos de tomar unos cuantos tragos, cuando todo comenzó a dar

vueltas.

— Avery... — La voz de Donna era lejana. —¿Me escuchas? — Cada vez más. Hasta que no la volví a escuchar, y todo fue total oscuridad....