Solo hasta que te enamores

Capítulo 12. Mi Prometido

Avery

El semblante en el rostro de Elijah se contrajo en sorpresa y diversión, una reacción bastante inesperada viniendo de alguien que apenas había conocido. Mi expresión debió ser una mezcla entre confusión y cansancio, ya que mi mente no procesaba bien del todo en ese momento. Rápidamente, él se recompuso, acomodó su bata médica y se aclaró la garganta de forma escandalosa, tanto que hasta Donna lo miró de forma extraña; evidentemente, este doctor era un caso singular.

— ¿Prometido? — Preguntó con desconcierto y al mismo tiempo con recelo, como si dudaste en preguntar o, mejor dicho, como si no quisiese que la respuesta fuese un sí.

— Le pido que sea profesional —advirtió Donna, cruzándose de brazos y mirándolo directamente a los ojos con una de sus cejas levantadas, típico gesto que hacía cuando algo no le estaba agradando y que a mí me ponía los pelos de punta.

— Tranquila... —respondió levantando los brazos —. No tengo ningún pensamiento malintencionado —aseguro, pero de igual forma respondí, a pesar de que la mirada de mi querida amiga era una advertencia evidente.

—Sí, mi prometido —. La palabra ya no se atoraba en mi garganta como la primera vez que la había pronunciado, se había vuelto algo fácil de digerir después de ocho meses con ello. — Pero los medios... —exclamó confundido, agotando con ese comentario la poca paciencia de Donna.

— ¿Eres periodista o doctor? — Ella solía ser una mujer de palabras dulces, pero cuando algo la irritaba, podría ser la mujer más odiosa del universo.

— Bien… — Afirmó Elijah — pequeña grosera —. Susurró antes de salir de la habitación con rapidez, dejándonos a ambas estupefactas ante su comportamiento. Si no hubiera detenido a Donna quizás hubiese corrido a decirle unas cuantas cosas para nada amigables al hombre, pero se suponía que estábamos de incógnito en el edificio y en la ciudad, así que un escándalo solo traería más problemas.

—¿Con qué "mi prometido"? —dijo de pronto ella con voz melosa una vez que había dejado su enojo de lado?

—Sí —murmuré.

— Quién diría que Avery Anderson usaría tan palabra para referirse a Carter Johnson —exclamó nuevamente con voz cantarina e irritante.

— Eso es lo que es, ¿no? — pregunté con obviedad.

— Hay, por favor, ambas sabemos que eso no es cierto —afirmó casi riendo.

Lo cierto era que ella tenía razón, podría estar peleando todo el día sobre el mismo asunto, y podría negar cualquier cosa que insinuara que él y yo no éramos prometidos, pero eso no iba a pasar y no era porque no amase a Carter Johnson, sino porque el acuerdo era confidencial y de él solo sabíamos cuatro personas, Donna, Carter, Harper, la novia de mi "prometido" y yo.

Él necesitaba algo y yo no tenía razones para no ayudarlo. Al fin y al cabo era mi estúpido amigo que si no fuese por mí ya lo habrían asesinado hace mucho, este solo sería otro favor que quizás podría cobrar después, aunque eso lo quitaste el título de "favor".

La idea era estar comprometidos hasta que su abuelo conociera lo suficiente a Harper (una encantadora pelinegra de ojos azules) y que aceptara que ellos mantuvieran su relación, o mejor dicho, que al fin Carter pudiese casarse con ella. Al ser el nieto favorito del dueño de una exitosa cadena de hoteles, una gran fortuna estaba en juego.

En una familia como los Johnson, el dinero y el amor nunca podrían valer lo mismo, pero tampoco era buena idea dejar que la fortuna quedase con cualquiera. Así que aquí estábamos, intentando lograr que ese matrimonio se llevará a cabo y que en el intento millones de dólares no quedarán en manos de los buitres (como llamaba Donna a los millonarios parientes de Cartes).

— Entonces, ¿cuánto más durará este teatrito? — preguntó la antes mencionada, bostezando, contagiándome a mí también.

— No lo sé — Y no era mentira, aún no sabía cuándo acabaría esta tonta idea que salió de la cabezota de ese tonto— Aunque creo que por estos meses no me viene mal un prometido — Afirme, ganándome una mirada pícara por parte de mi amiga, quien seguramente ya se había creado toda una telenovela en su mente retorcida.

Sí, no me venía mal un prometido, pero con Donna a un lado era peligroso, ella era muy... Informativa...




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