SAMANTHA
Me observo de lado en el espejo y no puedo evitar sonreír un poco. ¿Cómo no lo noté? Mi vientre no está abultado, pero si luzco un tanto rellena.
—Mereces ser la persona más feliz del mundo, bebé —digo, acariciando mi vientre—. No sé cómo haré para cuidarte, enseñarte y darte lo que necesites para que seas feliz porque estoy sola, no está papá a mi lado para ayudarme. Pero lo haré por ti, por él y por mí.
Cierro los ojos e imagino como sería este momento si Dylan estuviese vivo. Puedo imaginarlo arrodillado, con su rostro pegado a mi vientre y sus manos acariciando mis caderas. Mis manos viajarían a su cabello y lo acariciaría.
Y entonces lo siento, el estremecimiento me saca de mi ensimismamiento y puedo sentir mis vellos erizarse. Observo el suelo, en busca de sus ojos, pero no están.
Sin embargo, su presencia está aquí y no puedo alejarle, por mucho daño que me haga, porque se siente bien poder sentirle de alguna manera.
—Dylan… —mi voz sale en un susurro, casi como una exhalación—. Te echo mucho de menos.
Las lágrimas nublan mi vista, pero no me permito dejarles salir. Prometí ser fuerte por mi bebé, así que me observo en el espejo y sonrío. Aún veo un poco borroso por las lágrimas, por lo que parpadeo y me congelo en mi puesto al observar a Amanda a través del mismo.
—Estaré en la sala, esperando por ti para irnos a casa de Jeremy.
No está muy contenta con la idea de ir, pero sabe que es parte de mi vida y fingir que no va a llenar todo el ambiente de tensión. Cosa que no necesito en estos momentos.
Afirmo con la cabeza, por el simple hecho de que el nudo en mi garganta no dejará salir mi voz. Trago con fuerza y espero a que abandone mi habitación para suspirar. Vuelvo a mirar mi reflejo y sonrío, puedo sentir que Dylan me está dando fuerzas para salir y distraerme por un día de tanto dolor.
Bajo las escaleras y me encuentro con Leonard y Jack en la sala. Me acerco a ambos y les doy sus respectivos abrazos y besos en la mejilla. Amanda toma mi mano y salimos de la casa. Me siento del lado del copiloto y enciendo la radio, esperando que suene algo bueno.
Bruno Mars es suficiente para alzarme el ánimo.
Llegamos a casa de Jeremy y me acerco al maletero del carro para tomar mi bolso con mis cosas, pero una mano detiene mis movimientos. Leonard alza una ceja y niega con la cabeza.
—Yo llevo tu bolso.
— ¿Por qué? Es solo ropa, maquillaje, cepillos de dientes y cabello. No hay más —respondo, alzando una ceja.
—Estás embarazada, leí que los primeros tres meses son los más riesgosos en el embarazo y…
—Es muy lindo de tu parte que investigues para cuidarnos, pero estás exagerando —le interrumpo—. En serio, puedo llevarlo.
— ¿Cuándo vas a ir al médico? —pregunta, acompañándome a la entrada con su bolso en mano.
—Mañana. Iré con Amanda y Jeremy —digo, sonriendo.
— ¿Qué? ¿Jeremy? ¿Desde cuándo él es tu mejor-mejor amigo de toda la vida y para siempre, ah? —pregunta, colocándose delante de mí y se cruza de brazos, muy ofendido.
—Puedes venir también, pero ya no entra más nadie. No puede venir toda la familia tampoco.
—Me duele que me invites para ahorrarte un problema conmigo. Igual lo tienes —dice. Da media vuelta y camina hacia la puerta, que se encuentra abierta, y camina con fuerza, dejando ver su molestia.
Yo solo puedo reír.
—Hola, futura madre —me saluda Jeremy, haciéndome sonreír. Me abraza con fuerza e intenta quitarme el bolso, pero no le dejo.
—Puedo sola.
—Es para colocarlo en la habitación —responde y yo me avergüenzo, riéndome.
—Gracias —respondo y cuando está por entrar a la casa, lo detengo al tomar su muñeca—. Jer, espero que no te incomode la presencia de Amy.
—No lo hace. Me siento como un imbécil por no apreciarla, pero de verdad… no puedo en estos momentos —responde, desviando la mirada.
—Jer, mírame —lo llamo, tomando su barbilla para encontrarme con sus ojos azules—. Mereces amor, ¿lo sabes, no?
—La vida parece que no —murmura, alejándose de mí—. Entra, anda. Vuelvo enseguida.
Le hago caso y suspiro. Dejo caer mi cuerpo en el sofá frente al televisor e inmediatamente Amanda se sienta a mi lado, acariciando mi vientre. Se acerca y comienza a hablar de manera irritante.
— ¿Cómo está la adoración de la tía? A ver si creces rápido que ya quiero estrujarte en mis brazos.
—No hables de esa manera. Cuando nazca vas a hablarle así y le va a costar expresarse bien cuando crezca. Además, te ves muy ridícula —la regaño, riéndome a lo último.
Ella me saca la lengua y sigue hablándole de manera ridícula a mi vientre. Leonard se le une y yo cubro mi rostro, suspirando en frustración.
—No pudiste pedir unos tíos más ridículos, cariño —hablo.
Escucho a Jeremy reírse y negar con la cabeza ante la escena. Jamás lo había visto carcajearse de esa forma y me quedo observando como se le achinan los ojos y muestra sus dientes tan lindos. Un suspiro se me atasca en la garganta y cuando nos miramos, le sonrío un tanto nerviosa.