Amanda es quien me despierta y anuncia que el desayuno está listo. Nos sentamos a comer juntas y trato de sacarle información sobre su nuevo pretendiente, pero solo rueda los ojos y finge tener un cierre en la boca.
Luego de comer, busco ropa que me haga sentir bonita y encuentro las prendas que Jeremy me regaló en la revelación de género. Es un vestido holgado, con mangas cortas y volados al final del mismo de color oliva, me calzo unas zapatillas deportivas blancas y me peino, recogiendo mi cabello en una coleta alta.
Me realizo un maquillaje sutil y tomo mi cartera, bajando justo cuando tocan el timbre. Abro la puerta y sonrío al ver a Jeremy.
— ¡Vaya…! —exclama, mirándome de pies a cabeza y haciéndome sonrojar—. Lo siento, fue una reacción muy cliché, ¿cierto? Es que… sabía que ese color luciría hermoso en ti.
—Gracias —respondo, dando una pequeña vuelta para que me vea completa—. ¿Nos vamos?
―Sí, por supuesto ―dice, tendiéndome su mano y yo por supuesto la acepto.
Nos despedimos de Amanda y nos acercamos a su carro. Él abre la puerta para mí y me siento con un poco de dificultad, acariciándome la espalda baja.
―Te traje algo ―dice y me entrega una bolsa de papel.
―A ver, ¿qué es? ―pregunto y abro el empaque, encontrándome una porción de pastel red velvet y se me nubla la vista con las lágrimas, los recuerdos golpeando una y otra vez en mi cabeza―. No tenías por qué hacerlo.
―Sé que es tu favorita ―dice con una sonrisa en el rostro que se desvanece al verme―. ¿Qué sucede?
―Dylan me pidió matrimonio con un pastel de estos ―admito y él aprieta sus labios en una fina línea―. Mandó a colocar el anillo sobre la misma. Tenía tiempo que no probaba una red velvet.
―Lo siento, no quise…
―No, no ―lo interrumpo, limpiando mis mejillas―. Estoy bien, gracias. Sí es mi favorita.
Él afirma, no muy seguro, y acelera hacia el trabajo. Coloca la radio y no dice una palabra más durante todo el trayecto, tampoco vuelve a sonreír ni mirarme.
Yo voy comiendo la porción con lentitud, saboreando todo. Trato de no gemir por el placer de comer esta divinidad, la esponjosidad del bizcocho con la suavidad del queso crema y el dulzor de la azúcar. Este pastel es toda una experiencia.
Cuando llegamos a la empresa se baja para abrirme la puerta y ayudarme a salir. Con una mano me sostengo de él y con la otra mi vientre abultado.
Lo acaricio y me cuesta creer que falten solo cinco meses para tener a mini Dylan en mis brazos.
Él solo cierra la puerta, colocándole el seguro al carro. Subimos en el ascensor y sigue distante, perdido en sus pensamientos. Se nota algo tenso y el ceño fruncido me hace saber que no está pensando cosas buenas.
― ¿Pasa algo? ―pregunto, acercándome a él.
―No, no. Está todo bien ―responde, mirándome.
Se esfuerza en sonreírme y, cuando estoy a punto de hablar, el ascensor se abre. Me permite salir primero y me acompaña hasta mi oficina.
Yo lo encaro y me acerco a besarle. Me alivia que no se aparte y me devuelva el beso, aunque no dura mucho pues lo corta a los pocos segundos.
―Nos vemos en el almuerzo ―me despido, sonriéndole un poco. Él afirma―. Jeremy, te quiero.
Él me mira por unos segundos y suspira, acercándose para darme un pico de labios.
—Yo también te quiero, Sam ―murmura y se aleja―. Nos vemos más tarde.
Camina hacia su oficina y yo abro la puerta de la mía. Dejo caer mi cartera sobre el asiento de enfrente y tomo asiento frente mi computador.
¿Por qué Jeremy habrá cambiado tan rápido de humor? ¿Fue por lo que dije sobre la red velvet? No es como que pueda evitar pensar en ciertas cosas del pasado y acordamos ir lento.
― ¿Dylan? ―murmuro, mirando a mí alrededor. Una ventisca remueve un poco mis cabellos y suspiro de forma temblorosa―. Dylan, has estado mucho rato desaparecido. Necesito hablar contigo, Jeremy y yo debemos hacerlo.
Mis ojos se cristalizan al no recibir respuesta, pero la sensación de que él está escuchando no se va. Él está aquí, con nosotros.
―Necesitamos a Jeremy para comunicarnos y lo sabes ―murmuro, mirando al suelo―. Cuando estés listo, ve y háblale. No puedes pelearte con él, Dyl, es tu mejor amigo y te quiere.
La puerta tiembla un poco y la sensación de estar sola me embarga de repente. Se ha ido de nuevo, espero que a hablar con Jeremy.
Respiro hondo, pensando en que el momento está cerca y que no va a ser nada fácil. Trato de no darle más cabida a eso y dejar que pase lo que tenga que pasar.
Esta situación no nos hace bien a ninguno.
DYLAN
Tengo que admitir que estoy aburrido. Nadie puede verme ni escucharme, así que no hay mucho que hacer. Asustar a Leonard y a Jack ya no es tan gracioso como antes.