Solo pido un día más.

39.

Samantha coloca una rosa roja sobre mi tumba, resaltando sobre las blancas que han dejado mis padres. Acaricia el relieve de mi nombre sobre la lápida y sorbe por la nariz, sonriendo con tristeza.

—Lamento no haber venido en mucho tiempo… —musita, enderezándose en su lugar, sobre la grama—. Solo que el tenerte siempre alrededor me parece mejor que venir a hablarle a una lápida. No sé cuándo aceptaré que esta es la realidad…

Se limpia las mejillas y acaricia su vientre. Yo me siento junto a ella y coloco la mano sobre la suya, queriendo tocar a mi hijo.

            Mi hijo, un varón. Me pregunto si el destino escribe nuestra historia y se ríe de las ironías que interpone en nuestros caminos…

—Desearía que las cosas fueran distintas, pero el destino no lo quería de esa forma, ¿no? —continúa—. Yo tengo que confesarte algo, Dyl, y sé que no te va a gustar, lo comprendo a la perfección. Yo todavía lo estoy asimilando, si te soy sincera.

            Cierro los ojos, esperando lo peor.

—Quiero estar con Jeremy, no ahora, pero sí en un futuro —confiesa y yo la miro—. Sé que es muy rápido, créeme que puedo sentir que la vida pasa en un santiamén desde que te fuiste por la puerta y no volviste; pero eso no significa que no te siga amando, que el perderte no me siga doliendo.

            »Sé que tienes miedo de que alguien más ocupe tu lugar, pero es imposible. Jeremy jamás llenará el vacío que dejaste en mi vida, él está labrándose su propio hueco en mi corazón y es uno que tú tampoco puedes ocupar.

            Escucho pasos a lo lejos, pero Samantha está muy metida en su discurso para darse cuenta. Jeremy camina hacia nosotros, con las manos metida en los bolsillos de su pantalón de vestir y mirándonos.

—No estamos juntos, no he querido formalizar porque estoy un poco dividida, ¿para qué negarlo? Hay una parte de mí que me grita que la vida es una, que mañana será demasiado tarde y que deje que florezca ese sentimiento tan bonito entre Jeremy y yo… pero la otra parte de mí me suplica que espere porque no te supera, porque todavía te ama… Porque lo hago y jamás quiero que dudes del amor que siento por ti —continúa, sin percatarse de que sus palabras ya no me están lastimando solo a mí—. El punto es… que Jeremy y yo estamos dándonos una oportunidad, despacio, con calma, sin presiones y sé que eso te afectará. Solo te lo quería decir, perdón por darle tantas vueltas al asunto, y también te quería pedir que no te molestes con él. Jeremy te quiere, Dylan, también te necesita. No lo apartes, no dejes que el orgullo gane de nuevo.

— ¿En qué momento pasó todo esto? —pregunto con lágrimas deslizándose por mis mejillas.

—Dylan pregunta… —Jeremy se detiene cuando Samantha brinca del susto y lo mira—… en qué momento sucedió todo.

—Jer, no sabía que estabas aquí… —habla Samantha, levantándose con su ayuda. Se limpia las lágrimas y observa hacia mi lápida—. No lo sé, pero me di cuenta en Boston.

— ¿En Boston? ¿Qué carajos pasó en Boston? —pregunto, levantándome para igualar sus alturas.

—Nos besamos —admite Jeremy.

—Yo lo besé a él —corrige Sam, dándole una estocada más a mi corazón—. Quise culpar a las hormonas, a mi duelo, a mi soledad, incluso a ti, Dylan, por lo que hice; pero la verdad es que lo besé porque quería y lo siento, no por hacerlo, sino porque sé que eso te duele.

            » Dylan, no es fácil para nadie. Yo sé que todo está pasando muy rápido. Solo que… no quiero dejar nada a la suerte después de perderte a ti. En serio quiero a Jeremy y me gusta. No voy a mentirles, no siento que esté enamorada aún, pero sí siento cosas por él y quiero intentarlo.

―Casi cinco meses… ―hablo y Jeremy me mira confundido. Me acerco a ella y da un respingo cuando se estremece―… casi cinco meses fue lo que te bastó para dejar de amarme, Samantha Grayson.

―Dylan, no…

― ¿Qué está diciendo? ―ella lo interrumpe y yo lo miro, retándolo―. Jeremy, dime.

—No puede creer que cinco meses te bastó para reemplazarlo.

—No puedo creer que digas eso, Dylan. ¿Acaso no escuchaste lo que te dije? —exclama Samantha y esta vez sus ojos se llenan de lágrimas de rabia—. No puedo entender cómo sigues siendo el mismo orgulloso y egoísta de siempre. Sé lo difícil que es para ti y para Jeremy, pero… ¿puedes entender lo difícil que es para mí también?

            Se cubre la boca al terminar y niega con la cabeza. Jeremy se acerca, pero ella alza la mano y se detiene.

—Dios mío, siento que estoy siendo injusta con ambos. Lo siento, no debí decir eso… —se retracta, aunque una parte de mí sabe que tiene razón—. Dylan, yo jamás voy a dejar de amarte. Jamás. Eres parte importante de mi vida, lo fuiste porque ya no estás.

            Jeremy no me mira y acaricia su frente. Su rostro parece un libro abierto, al menos para mí, y puedo ver fácilmente como crecen las inseguridades y navegan por su mente, martirizándolo.

―Estoy con Jeremy, sí, lo quiero y mucho. Sé que puedo llegar a amarlo, ¿sabes por qué? Porque siento que esto estaba destinado a pasar: el estar con él ―vuelve a hablar y esta vez soy yo quien aparta la mirada.

            ¡Esto no puede estar pasando! Tengo ganas de molerlo a golpes y de llorar al mismo tiempo. Si estoy muerto, ¿por qué sigo sintiendo dolor y rabia?




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