Solo pido un día más.

42.

Esta vez yo estuve en la consulta con Samantha y, por supuesto, con Dylan. Todo salió bien, aunque tiene que tomar algunas pastillas más para terminar de fortalecerse ella. Además de eso, estamos bastante ansiosos porque hoy anunciaremos nuestra relación a su familia. Ahora seremos cien por ciento oficiales.

―Solo van a estar mis padres, Amanda y Leonard ―dice para tranquilizarme. Aunque creo que es más para ella estar tranquila―.Estaba pensando que nuestras familias pueden conocerse cuando nazca el bebé. Así tu abuela lo conoce de una vez. ―agrega, acariciando su vientre.

―Hablas como si yo fuese el padre ―le digo mientras manejo por las ajetreadas calles de Nueva York.

― ¿En serio? Lo siento ―se disculpa, avergonzada.

―No te preocupes. Siento que va a ser confuso para él si me llama tío, ¿no? —me burlo y nos reímos, pero su risa se apaga cuando me estaciono frente a su casa. Se le nota bastante nerviosa―. Todo saldrá bien, además es muy probable que ya lo sospechen —agrego, tomando su mano.

―No es eso, Jer. Es que… mi hijo ya tiene un padre y es Dylan, aunque no esté.

—Lo sé y te dije que no pienso ocupar su lugar. En ningún aspecto —le recuerdo—. Mejor, entremos.

Me bajo del carro y abro su puerta, ayudándola a salir. Ella abre la puerta de su casa y Amanda la abraza apenas la ve.

―Hola, Jeremy ―me saluda Leonard y nos abrazamos, palmeándonos la espalda―. Sus padres ya están en camino, deben llegar en cualquier momento.

Leonard y Samantha se abrazan y yo no sé cómo saludar a Amanda. Ella se acerca y besa mi mejilla, sonriendo levemente.

―Tengo que contarte algo ―le dice Amy a Samantha.

―Ay, ¿qué será? ―pregunta la menor.

Ambas toman asiento en el sofá y se ponen al día con sus vidas. Leonard me tiende una cerveza y yo le doy un largo sorbo debido a lo nervioso que me encuentro.

―Deja el miedo de lado, los señores Grayson te adoran. Has estado para Samantha mucho más de lo que yo, su mejor-mejor amigo, he estado ―aclara, haciéndome reír por la forma en la que marca territorio—. Además, me alegra que ya no seas su “mejor amigo” y yo vuelva a tomar posición.

― ¿Cómo van las cosas con la muchacha que te gusta? ―pregunto.

―Pues bien. Decidimos vivir juntos y prácticamente tengo una hija, así como tú —responde él, chocando su hombro con el mío.

― ¿Cómo yo? ―pregunto, confundido.

―Claro, el pequeño Dylan será como un hijo para ti ―dice y me guiña un ojo―. He estado en el lugar que tú vas a estar, es inevitable.

―Siento que seré más como un tío ―admito—. Me da miedo que Dylan crea que ocuparé su lugar.

―Bueno, si eso llega a pasar, voy a aclarándote de una vez que yo seré su tío favorito. Así que no te conviene ―se burla para animarme, palmeando mi hombro. Nos reímos unos instantes y me mira con seriedad―. Gracias por devolverle la felicidad a mi Sam, Dylan lo comprenderá. No te preocupes por él.

Sonrío sin mostrar los dientes, pero contento. El timbre suena y me tenso de inmediato, causando que Leonard se burle de mí.

―Uh-oh, alguien está nervioso por aquí ―se burla Leonard, riéndose.

Samantha abre la puerta y aparecen los señores Grayson: mis suegros. Ese pensamiento me genera una corriente en el cuerpo y no puedo evitar acercarme a saludarlos con una sonrisa en el rostro.

―Qué bueno verte, hija. Te extrañaba mucho ―dice la señora Lourdes.

El almuerzo transcurre con normalidad. Los futuros abuelos no paran de acariciar la barriga de Samantha y la charla es más que todo sobre mini Dylan, cosa que me ayuda a relajarme hasta que Sam carraspea.

―Mamá, papá ―empieza a hablar Sam, bastante ansiosa. Yo trago saliva con dificultad y me enderezo en mi puesto―, quiero aprovechar que están aquí para darles una noticia.

Amanda alza una ceja cuando me mira con burla.

―Ustedes conocen a Jeremy de hace muy poco. Sin embargo, es quien más ha estado para mí en este momento y apareció en mi vida cuando más lo necesitaba ―continúa y me mira, contagiándome su sonrisa―. Y hace poco decidimos empezar a salir y somos oficialmente una pareja ―suelta de sopetón, nerviosa y mirando en dirección a sus progenitores―. Quiero saber qué opinan. Sé que estoy embarazada y que el padre de mi bebé murió hace siete meses, puede parecer precipitado o una locura…

―Pero no lo es ―me atrevo a hablar―. En verdad, yo quiero mucho a Samantha. Creo que llevo esperando la vida entera sentir lo que siento con ella, ser así de feliz como lo estoy ahora que la encontré. No pude evitarlo, me enamoré de su hija y no puedo estar más contento por ello.

Samantha toma mi mano por encima de la mesa y suspira, sonriendo. Ambos padres se miran y luego nos miran a nosotros y sonríen, haciéndome sentir alivio.

― ¿Nos están pidiendo permiso? ―se burla el señor Grayson.

―Desde que el trágico suceso apareció, no volvimos a verte sonreír de la forma en la que lo haces cuando ves a Jeremy ―habla la señora Lourdes, haciendo que algo se derrita en mi pecho. Tal vez es felicidad―. Lo veíamos venir y pienso que, al contrario de lo que piensan, se tardaron mucho. Sin embargo, comprendo que había que pensar muchas cosas y que hay algunas que pudieron interferir en su momento. Ahora, no dejen que nada ni nadie dañe lo que tienen. Le tengo fe a su relación.




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