Solo pido un instante más (spudm #2)

6.

GREG

            Julianne Marshall. He pensado en ese nombre con los ojos cerrados, tratando de atraer un jodido recuerdo y no llega nada.

―Esto me está empezando a cabrear demasiado ―gruño, molesto.

― ¿Nada? ―pregunta Lucy y yo niego con la cabeza―. Pues nadie dijo que sería fácil, pero tampoco tan complicado.

―Paciencia, hay que pensar cómo volveremos a entrar a ese sitio ―dice Serena, sentándose en el puf―. Tal vez cuando tenga el resumen de las estadísticas podamos ir, yo puedo decir que necesito un baño y paseo por el lugar.

― ¿Y si te ven otros voluntarios? Me parece riesgoso ―habla Lucy, negando con la cabeza.

―Digo que me perdí. ¡El sitio es enorme! ―exclama la rubia.

― ¿Puedo pasar? ―pregunta Dylan, recargándose del umbral―. Tres cabezas piensan mejor que dos, ¿no?

―Sí, claro. Pasa ―habla Serena, sonriendo.

            Dylan asiente con timidez y se sienta al filo de la cama, cerca de la rubia. Entrecierro mis ojos, mirándolos y sonrío con malicia cuando noto algo que Lucy no.

            Las chicas lo ponen al tanto de la situación y él frunce el ceño, escuchando todo con atención.

―Esto es peligroso, por eso no querías hablarlo conmigo ―le recrimina a su hermana y ella desvía la mirada―. No, ¡mírame, Lucy! Esto es demasiado, ¿y si a ese niño en realidad lo mataron y lo hicieron ver como un accidente? ¿Y si lo golpearon o vio…?

― ¡No te atrevas a decirlo! ―le interrumpe Lucy, alzando la voz―. Lamentablemente, tengo que hacerlo. Él vino a mí, quien puede verlo soy yo. Este es mi asunto y debo resolverlo. Soy yo quien debe guiarlo a encontrar su paz.

― ¡Está muerto y tú viva! ―le responde, levantándose de la cama―. Ya le diste una guía, que siga investigando él. No te encharques con esto.

― ¿Cómo se te ocurre decir eso? ―pregunta, dolida. Sus ojos se llenan de lágrimas y me mira por unos segundos antes de volver a su hermano―. Es mi mejor amigo.

―Tiene razón ―hablo, mirando el suelo―. Yo haré todo el trabajo sucio y ustedes, desde aquí, me ayudaran a armar todas las teorías que quieran.

―No, Greg. ¡No lo escuches! Sacó el lado egoísta de su padre ―dice Lucy, señalando a su hermano con el dedo.

―No te atrevas a hablar de mi padre de esa forma ―le dice Dylan entre dientes―. Yo solo quiero protegerte. Honestamente, no me importa Greg, me importas tú. Eres mi sangre, mi hermanita. Yo debo cuidar de ti y esto no me parece seguro. Llámame egoísta por preferir cuidar a mi hermana antes que a un fantasma.

―No estoy pidiéndote que me cuides ―dice Lucy y sale de la habitación, cerrando la puerta con fuerza.

―Serena, dime que no estás de acuerdo con todo esto ―dice Dylan, suspirando.

―Ambos tienen razón en algunas cosas. Puedes cuidarla y ayudarla con esto, pero sabes muy bien que tiene que hacerlo ―responde, acercándose a él―. Es parte de su vida, Dyl. Tienes que convivir con ello.

― ¿Puedes hablar con ella, por favor? ―pregunta.

―Por supuesto ―responde y sale de la habitación.

―Greg… ―habla, recorriendo la habitación con la mirada―. No es que no me importes, siento haber dicho eso. Solo que… ella siempre irá por encima de cualquier cosa. Siempre.

―Lo sé ―respondo en vano―. Así es para mí también. Ella está por encima de todo, incluso de mí.

            Salgo de la habitación y me encuentro con Lucy siendo abrazada por Serena. Ella alza la mirada, encontrándose conmigo y se acerca a mí, estrechándome con ímpetu.

            Los sollozos la sacuden mientras yo llevo mi mano a su cabeza para abrazarla con fuerza.

―Sabes que… ―mi voz sale en un hilo de voz y ella me mira con los ojos encharcados―. Sabes que tiene razón, Lucy. Ponte en su lugar, si las cosas fuesen diferentes tú pensarías igual porque lo amas, porque es tu hermano. Por supuesto que él estaría sobre cualquier cosa, incluso de su mejor amigo que lleva muerto doce años.

            Ella aprieta los párpados, haciendo que más lágrimas rueden por sus mejillas. Tomo su rostro entre mis manos y espero a que vuelva a mirarme.

―No te pelees con él. Dylan te va a proteger incluso cuando no se lo pidas porque eso hacen los hermanos ―murmuro, sintiendo algo húmedo deslizarse por mi mejilla―. Al menos eso hubiese hecho yo si tuviese uno.

―No voy a dejarte solo, ¿me entiendes? ―habla, colocando sus manos sobre las mías―. Dos cabezas siempre pensarán mejor que una.

―Tres ―responde Serena, haciendo que nos separemos y la miremos.

            Ella le regala una sonrisa diminuta y se yergue en su lugar. Su mirada se pierde tras nosotros.

―Cuatro, en realidad.

            Lucy yo miramos en dirección a la voz y Dylan se recarga de la pared, dándonos una mirada de cachorro arrepentido.

―Si vas a correr peligro, la mejor forma de protegerte es estando en peligro junto a ti ―dice y abre sus brazos, recibiendo el abrazo de su hermana y besa sus cabellos―. Lo siento.




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