Solo si nos conocemos de nuevo

Un chantaje

Diana subía las escaleras vacías, con una sonrisa confiada que rara vez se le borra del rostro, al llegar al salón de matemáticas noto que una de las ventanas estaba entreabierta. Curiosa, se asomó con cuidado, adentro se encontraba el profesor Alonso, siempre tan serio frente a los alumnos, estaba inclinado sobre la mesa del escritorio. Pero no estaba solo. A su lado, Carolina, la chica más mamona del salón lo besaba con descaro, como si el mundo entero no existiera.

Diana arqueo una ceja. Sin pensarlo dos veces, levanto el celular y comenzó a grabar, segura de que ese secreto seria su mejor arma.

**

Mientras tanto en la puerta principal de la escuela, Alejandro y Danna iban saliendo con la mochila colgando y con sonrisas amplias en el rostro. El bullicio de los demás estudiantes que también iban saliendo no parecía importarles: ellos iban riendo, como si el mundo girara solo para ellos.

—Listo —dijo Alejandro con entusiasmó, girándose hacia ella— Ya estamos inscritos para el concurso de vóley del próximo año.

Danna lo miro sorprendida, con los ojos brillosos

—¿Enserio? ¿En qué momento nos inscribiste?

Alejandro soltó una sonrisa traviesa.

—En el momento en que tu estabas en la dirección... discutiendo con la maestra Carmen.

Danna frunció la nariz y puso una expresión exagerada de disgusto.

—¡No me recuerdes a esa vieja! —dijo, con tono divertido

Los dos no pudieron contenerse y estallaron en carcajadas, caminando juntos bajo el sol del medio día

Cuando dieron vuelta en la esquina, se toparon con José Juan y Yamileth

—¿Qué tal, chicos? —saludó José juan con una sonrisa amplia

—¡Ey! —respondió Alejandro, dándole un golpe amistoso en el hombro—¿Ya decidieron donde será la fiesta?

José Juan miro a Yamileth y luego asintió, con el brillo característico de emoción en sus ojos.

—Si. ¿la hacemos en tu casa, no?

Alejandro asintió sin dudarlo, mirando a Danna mientras contestaba.

—sí, mi papa me dijo que no hay problema.

Yamileth que había estado mirando a Danna, sonrió con calidez.

—Y tu Danna, ¿vas a ir?

Danna, ligeramente incomoda, miro a Alejandro antes de contestar, se pasó una mano por su cuello, tratando de disimular su incomodidad.

—no yo estaré ocupada… pero gracias.

Alejandro, tratando de aliviar la tensión, sonrió de lado

—si, estará con su mama —dijo, mirando a Danna con complicidad

José Juan alzó las cejas, como si lo pensara por un momento, pero luego se encogió de hombros, entendiendo la situación.

—Bueno, ni modo. Ya nos vemos en la fiesta, entonces. ¡Nos vemos!

—Adiós —respondieron Alejandro y Danna al unísono, y los cuatro se despidieron con una sonrisa.

José Juan y Yamileth siguieron su camino a la escuela, mientras Alejandro y Danna se quedaron unos pasos atrás

***

La sala olía a refresco recién abierto y a frituras. Alejandro acomodaba platos en la mesa cuando la puerta sonó con golpecitos apurados

—¡Ya llegamos! —anuncio José Juan entrando primero, con Yamileth detrás y Diana, que Alejandro no había visto antes.

Todos los saludaron con palmadas y abrazos. Diana, en cambio, se detuvo un segundo más de la cuenta, sonriéndole como quien mira un postre que ya sabe que va a probar. Alejandro, atrapado por esa mirada, apenas pudo devolverle una sonrisa breve, incomoda.

—ella es Diana —presento Yamileth con entusiasmo— Diana, él es Alejandro.

Se estrecharon la mano. Diana apretó apenas más de lo normal, sin soltar la vista, Alejandro parpadeo rápido y luego retiro la mano para invitar a todos a sentarse.

Los cuatro se acomodaron en la mesa entre risas. En ese momento, alonso entro cargando unas llaves

—¿Qué paso, papa? —pregunto Alejandro.

—iré a ver unas malasombras —respondió seco, mirando el reloj— cuida la casa. Provecho

Abrió la puerta y salió. El golpe em el marco quedo flotando en el ambiente

Diana giro la cabeza, siguiendo a Alonso con la mirada hasta que desapareció.

¿Alejandro sabrá lo que hace su papa en los salones? Pensó, y una chispa se le prendió en la mente.

—¿Tienes novia? —pregunto de pronto, volviendo a fijarse en Alejandro, la voz suave, pero con un filo escondido.

—si —contesto el, con naturalidad— pero no pudo venir.

Diana sonrió, ladeando la cabeza. Pensando. Ya sé qué hacer con el video que grabe... su sonrisa se alargó un poco más, y Alejandro, sin motivo aparente, sintió un nudo raro en el estómago

***

Alonso llego en su troca blanca a la casa de carolina, la noche empezaba a caer.

Carolina salió de su casa con una sonrisa apenas perceptible en el rostro. Camino hacia la troca, la vista fija en Alonso, sin apartar los ojos de él. Subió al asiento del copiloto, con una gracia que parecía poner el mundo a su favor.

—Hola, Alonso, te tardaste mucho —dijo ella, con un tono relajado, pero con un eje de impaciencia, mientras se acomodaba el pelo detrás de su oreja

Alonso le dio un vistazo y respondió mientras ponía la troca en marcha.

—Es que debía tener listas las clases para mañana, y las acabo de terminar.

Carolina dejo escapar una pequeña risita y se recargó en el respaldo del asiento, mirando a Alonso de una manera que no dejaba mucho espacio para la duda.

—De todos modos, a mí me pasas con diez, así que no me preocupo —dijo, con una sonrisa traviesa, mientras sus ojos recorrían la cara de el con Picardía, sin pensarlo Carolina se aventó hacia él y lo beso apasionadamente.

***

La cocina olía a comida bien hecha. Karla, con las mangas arremangadas, enjuagaba los platos mientras el agua tibia corría sobre la loza. Danna estaba sentada en una silla junto a la mesa, con los codos apoyados y los ojos brillando de entusiasmo.

—Mañana festejaremos nuestro tercer año de novios Alejandro y yo —dijo de golpe, sin poder ocultar la emoción— ¿Nos dejarías el patio y la casa para nosotros solo, para estar tranquilos?



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En el texto hay: chantaje, demás juvenil

Editado: 02.09.2025

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