Solo tú

Querida resaca

Me levanté con un dolor de cabeza monumentalmente estúpido, todo me daba vueltas, me sentía desorientado sin acordarme cómo exactamente es que paré en mi cama. Tomé la botella de agua dando varios tragos en pequeños sorbos. Me acosté tapando mi cara con el dorso de mi brazo. Pero ¿qué mierda?

«Querida resaca, sal de este hermoso cuerpo que ahora no te desea», pensé. Constataba que a nadie le gusta tener resaca, era algo demasiado desagradable. Recordé los shots, las cervezas y los vasos rojos con tragos asquerosos que me hicieron tomar ayer en el juego de Kings. Tenía náusea solo de pensar en el alcohol, tanto que me dio reflujo por un momento eructando de la forma más repugnante posible.

El aroma a café recién hecho fue lo que hizo que moviera mi culo hasta la cocina. Renny estaba sentada en el sillón observando la ventana con vista a Hyde Park. Amaba este lugar, era céntrico, pero al mismo tiempo lleno de naturaleza. Admito que escogí venir por estos rumbos para salir a correr al parque, sin mencionar que la mitad de las cosas me quedaban a mano y no tenía que perder tiempo en el tráfico.

—Buenos días, Renny Ren —me acerqué al café recién hecho. Me serví una taza y me uní a la chica aún perdida en la vista del apartamento.

—Este lugar es increíble. —Si su voz no la hubiera delatado, sus ojos lo hacían, estaba impresionada. Eso era más de lo que cualquiera podía pedir, una reacción de esta mujer indescifrable.

Tenía su cabello rojo revuelto en una cola alta, su cara sin una gota de maquillaje, eso hacía que sus ojos resaltaran mucho más que la capa gruesa de negro que le colocaba, que si me lo pensaba bien no me gustaba tanto. El maquillaje natural era mil veces mejor en una mujer que tiene facciones de muñeca de porcelana. Observé sus ojos llorosos y las ojeras marcadas, Renny estaba no solo desvelada, sino también con resaca. Es más, yo creo que sigo borracho porque no siento mis pies.

—¿Quieres ir a desayunar o podemos pedir algo? —pensaba en mil cosas que podíamos hacer. Comida era la mejor opción.

—Lo siento, puedo acompañarte, pero no tengo dinero para salir a comer.

Me quedé observándola unos instantes. ¿En verdad estaba sugiriendo no ir por falta de dinero? ¡Mierda! Nunca conocí a nadie que me mandara a freír huevos solo porque no tenía para pagar un desayuno. Además, no quería que lo pagara, yo iba a invitarla. ¿Qué eso no hacían las personas en una cita? ¡Dios! Esto ni siquiera es una cita. ¿Qué diablos estoy diciendo?

—¿Piensas que te voy a pasar la cuenta? —negué con esa sonrisa que mantenía con ella, la inexpresiva.

—No me gusta que me inviten. Me gusta pagar por mis cosas, no quiero que pienses que es por aprovecharme de ti. Ya mucho hiciste dejándome dormir en tu casa.

—¡Pensabas dormir en esa puta fraternidad! Ni de loco iba a dejarte allí, Ren, vamos, estaba lleno de borrachos y drogadictos.

Renny se mordió el labio como si contuviera una risa que de seguro venía con una burla. No lo hizo, no se burló, ni rio, todo lo contrario, ella simplemente se sonrojó. ¡Maldición! El color rojo en sus mejillas era demasiado tierno. ¿Por qué putas se pone de ese modo?

—Rees, no sería la primera vez que me quedo en la fraternidad, no me gusta, pero lo hago porque me molesta regresar a casa y pelear con Lucy. —Lucy, su hermana, la cual suponía era adoptada o algo por el estilo, nunca entendí bien esa relación, fue mi doctora cuando el accidente, así fue cómo conocí a Renny.

—Lucy es un ángel. De seguro debes de ser tú la que le da problemas. Eres una chica problema, Renny Ren —volví a sonreír antes de darle un trago a mi café.

—Y tú eres un idiota —riéndose de mi comentario, me arrojó un cojín con la bandera de Inglaterra. Sí, soy algo patriota, pero amo mi país.

Terminamos nuestro café, que estaba demasiado suave, insípido. De seguro Renny no logró programar la máquina, la cual era demasiado sencilla de usar. Incluso, tenía un comando de voz que te preparaba lo que quisieras solo diciendo las indicaciones.

Después de varios intentos, logré convencerla de desayunar juntos en Picadilly, una de mis avenidas favoritas. Siempre había de todo tipo de comida, mi favorita del área era la china. Tenía cierta fascinación por la comida oriental y aún no entiendo el porqué. Debe ser herencia de mi padre.

—Nunca imaginé que te gustara China Town —Renny tomó un bocado de uno de los taquitos chinos.

Dim sum, el mejor desayuno del mundo, lo peor, casi nadie me acompañaba porque no les gustaba. ¡Vaya amigos los que tengo! Debería de empezar a juntarme más con personas que pudieran acompañarme con mis gustos. Louis y Holly me acompañaban con frecuencia por estos rumbos.

—Me encanta, solo que no tengo con quién venir, no es como si los miembros de la élite fuesen apasionados de la comida callejera, menos la china.

—Definitivamente sabemos que no lo son, imagino restaurantes de primera, en los que se ofrece en el menú caviar, salmón y exquisiteces como esas. Se colocan una servilleta en las piernas y toman mimosas en lugar de café.

—¡Vaya, vaya!, al parecer Renny Ren conoce más de lo que creí acerca de mi mundo.

Esta levantó las cejas como si me retara a preguntarle algo. ¿Cómo es que sabía tanto de nuestra vida matutina? No es como si fuéramos divulgando nuestros desayunos de alta. Más que saber de la élite, sabía cuáles eran mis platillos favoritos. Fruncí el ceño extrañado por su comentario, pero era mejor no decir nada.

—Mi padre… Ammm. —la vi pensarse un momento sus palabras—. Trabajó en el Gobierno.

—¿Ya no trabaja más para ellos? —esto se ponía interesante.

—No, ya no más —dijo, tomando otro taquito con los palitos chinos.

Deseaba saber más acerca de su vida y todo acerca de ella, pero no quería arriesgarme a que me sacara la madre. Si su padre no trabajaba más en el Gobierno, debió de haber pasado algo para que quisiera salirse. Normalmente, si es un puesto importante, la paga es genial, el nivel socioeconómico es alto y Renny no pasaría las penas de no tener dinero si quiere salir a desayunar.



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En el texto hay: amor, aventuras, decisiones

Editado: 24.04.2020

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