Entrecerré los ojos al ver el quinto shot que Renny se metía en el organismo. Pensé que estaría trabajando, después de todo, este es su lugar. Esta vez estaba equivocada, Renny estaba con varios chicos, sentada, riendo tranquilamente mientras hablaba y se metía una cantidad de alcohol que me daba náuseas. A este paso pararía inconsciente antes que le pidiera perdón.
Era cuestión de tomar un poco de valor para acercarme a ella, pero aún no me animaba. Brat no estaba en la mesa, pero el séquito de imbéciles sí que estaba allí. No quería problemas, no esta vez. Mis problemas con la ley estaban contados, no quería provocar otro incidente que de verdad me llevara a la cárcel por un par de días.
Levanté la mano para que uno de los trabajadores se acercara a nosotros con dos cervezas más. No estaba en el modo de tomar, en verdad quería irme a casa y dormir. El dolor de cabeza se estaba intensificando. Ver a Renny de ese modo no ayudaba para nada, al contrario, me molestaba de una manera estúpida.
—Tienes que dejar de verla de ese modo, Race, solo te estás obsesionando. Todos sabemos que no es amor.
—¿Perdón? —en algún momento de la plática de Kyle me perdí.
—Sí, ya escuchaste, todos sabemos que eres Race Maldito Hamilton, el hombre con corazón de hierro. Nadie te ha logrado conquistar.
Pensé en Charlotte, realmente me gustaba, pero nunca me había sentido como si mi vida dependiera de ella, tampoco lo hacía por Renny ni por nadie. Quizá tenía razón, era solo un capricho. Hace meses cuando la vi por primera vez, pensé que era una ruda sin control que quería cogerme encima de la motocicleta, hasta el primer día que realmente le hablé. Ese día cambió todo.
—No, nunca va a pasar, al menos por ahora —dije sin apartar la vista de Renny.
—Imagino que… —Kyle chasqueó los dedos frente a mi cara para que le pusiera atención—, mierda, Race, concéntrate cuando te hablo.
—Solo no entiendo. ¿Por qué finge con ellos? Se nota tremendamente que no encaja en su mundo.
Kyle levantó una ceja como si realmente se lo planteara en todas las formas posibles.
—Renny tiene una infancia muy difícil, antes solíamos ser muy amigos, pero después del accidente Renny se vino abajo.
—¿Accidente? —ahora este estúpido tenía absolutamente toda mi atención.
¿De qué accidente estaba hablando y cómo es que no lo sabía? Insistí un poco para que me contara acerca del accidente, pero Kyle se negó. Era algún tipo de acuerdo entre ellos. Una promesa que no diría. ¡Maldición! Ni siquiera le habla.
—Algún día te enterarás de todo, pero por ahora mi boca está sellada con un candado. —Kyle levantó su copa en dirección a Renny que lo veía con una sonrisa—. Se lo prometí.
Kyle y Renny eran tan opuestos, exactamente como era yo con ella. Solté un suspiro viendo sus pantalones flojos y la blusa verde pegada. Al parecer ese es su color favorito. No voy a mentir, me encantaría que le hicieran un arreglo completo. Esa mujer con un par de vestidos, con el cabello planchado o recogido, se vería como una princesa.
La observé unos minutos más antes de tomar el puto valor que necesitaba.
Me tragué mi orgullo y a Rees Hamilton, cuando estaba cerca de ella, Rees debía esconderse en la habitación más profunda en mi subconsciente. Respiré hondo antes de sacar a Race.
—Señoritas —dije con una sonrisa de medio lado—, ¿podría llevarme a esta princesa a bailar?
Mi técnica era sencilla, le di una mirada a la chica rubia que estaba al lado de Renny y luego mis ojos viajaron a ella concentrándome en el verde de sus ojos tres segundos antes de deslizar mi mirada por el resto de chicas.
—No, gracias —dijo Renny con toda su pesadez.
—Lo lamento, cariño, le hablaba a esa rubia que tiene cara de ángel en el infierno. ¿Me permites? —le tendí la mano para ver cómo todas las demás chicas se mataban con la mirada. Justo en el anzuelo.
Una de las mujeres empujó a Carla, según logré escuchar que susurraban. La tomé de la mano llevándola hasta una pista simulada donde algunas parejas borrachas bailaban la música electrónica como si fuera música latina.
Tomé a la chica por la cintura, obligándola a bajar y a subir. Le daba vuelta para sobar esas pequeñas curvas. Su culo se pegaba a mi parte íntima de una manera muy natural. Encajaba bien y había caído justo donde quería que estuviera.
Un par de sus amigas se unieron a la fiesta privada que estábamos formando. Todas levantaban las manos al ritmo de la música a tiempo que otra llegaba con el camarero a ofrecer tequila. Detestaba los shots de damas, dulces y melosos, pero estas mujeres estaban tomando grandes ligas, el tequila quemaba el puto estómago hasta dejarte inconsciente. Intenté rechazar el primero, pero me fue imposible, el segundo sí fue un no rotundo con la excusa de tener que regresar en moto.
Por momentos intentaba ver a Renny de reojo, su mirada estaba clavada en nosotros, como si una parte de ella quisiera unirse, pero la conocía en cierta parte, no lo haría. Kyle intentaba hablarle, pero ella, al igual que yo, lo ignoraba.
—¿Alguien quiere ir por Renny? —lo mencioné con un tono despreocupado, como si no me importara.
—Oh, no. Renny no baila —una de ellas respondio como si yo hubiera dicho la peor cosa del mundo.
—Sí, nunca baila, ni siquiera cuando está rebotando de borracha. Ella es del tipo de chica a la que se llevan a casa para que los mande a la mierda a los segundos.
—¡Exacto! Creo que aún es virgen. —Mi corazón se detuvo tres mil veces en un palpitar. ¡Jamás! Renny no era virgen, yo sabría si lo fuera. Se veía con mucha más experiencia que ninguna otra con la que hubiera estado.
—Creo que se me antojó quitarle la virginidad. —Mis palabras eran totalmente reales, no las quería decir en voz alta, pero sabía que de ese modo seguirían hablando.
—Puedes quitarme la no virginidad a mí, Race. Prometo portarme como es debido. —Carla se acercaba tocando mi cuerpo más de lo digno.