Solo tú y yo

2

Salimos del cine y nos despedimos de los chicos, que se van directos hacia sus motos. Jessica saca su teléfono del bolso y llama a un taxi, para que nos lleve a nuestras casas, el cual no tarda mucho en llegar. El taxista hace una ruta por la ciudad, desde el cine hasta la casa de mis amigas. Me despido de ellas y le indico mi dirección.

Como hay mucho tráfico, llego a mi casa más tarde de lo que pensaba. Así que, nada más abrir la puerta de casa, subo corriendo a mi habitación para cambiarme de ropa antes de cenar con Antoine, el mejor amigo de mi padre y compañero de trabajo, y su familia.

Abro el armario, saco un vestido de terciopelo verde esmeralda de manga corta y lo acompaño con unos zapatos de tacón negros. Antes de reunirme con ellos, me arreglo un poco el pelo y me aplico más maquillaje para tapar el anterior, que apenas se notaba.

Bajo las escaleras y entro directamente en el salón, allí me encuentro con mi padre y Antoine. Ambos están sentados en dos butacas de cuero blanco con una copa de vino en la mano.

—Buenas noches —digo con una sonrisa en los labios.

—Buenas noches, Olivia. Chandler permíteme decirte que tu hija esta impresionante esta noche.

Siento rápidamente como mis mejillas se tiñen de rojo.

—Gracias. Si me disculpan creo que mi madre necesita mi ayuda en la cocina.

Cuando entro en la cocina me encuentro a mi madre y a Celine, la esposa de Antoine, frente a los fogones preparando la cena.

—Que buena pinta tiene lo que estáis cocinando —digo pasándome la lengua por los labios.

—¿Sí, verdad? Tu madre ha preparado la mayoría de los platos.

—No estoy muy segura de que eso sea verdad —digo sorprendida.

Mi madre pone una leve mueca de disgusto y Celine se ríe a carcajadas.

—Aunque no lo parezca soy una gran cocinera —me responde mi madre.

Le voy a responder con algo ingenioso, pero el timbre suena de pronto interrumpiéndome.

—¿Puedes ayudar a Celine con lo que falta? —me pide mi madre antes de salir de la cocina para abrir la puerta.

Terminamos de preparar el último plato y ambas nos encargamos de llevar toda la comida a la mesa.

—Te estábamos esperando —escucho decir a mi madre fuera del salón.

Me acerco al sofá y me siento, nerviosa por conocer al invitado que acaba de llegar.

—Marc, hijo —Antoine se levanta de su asiento y se acerca a saludar a su hijo. Mi padre también se levanta a saludarle.

—¿No te acercas a saludar? —me pregunta mi madre al ver que no me he movido de mi sitio.

Me ha pillado tanto por sorpresa su visita que todavía tengo que asimilar que Marc, el mismo que hace unas horas había estado conmigo en el cine, ahora está en el salón de mi casa.

Me fijo disimuladamente en que lleva un traje muy parecido al de Antoine, negro y, sobre todo, ajustado. Sinceramente Marc es un chico muy guapo, tiene el cabello castaño y rizado, unos ojos preciosos color miel y es mucho más alto que yo, sin duda, ni poniéndome de puntillas le llegaría al cuello.

—No seas maleducada, Olivia —me dijo mi madre empujándome hacia él.

Marc levanta bruscamente su mirada para encontrarse con la mía. Ese gesto sí que me ha dejado petrificada. Él, en cambio, no parece tan nervioso como yo.

—Hola, Olivia —dice mientras tiende su mano enfrente de mí para que se la estreche. Escucharle pronunciar mi nombre me pone todavía más nerviosa.

—Hola —Consigo decir sin perder la compostura—. ¿Me acompañas a la mesa? —digo intentando ser educada.

—Claro —Se guarda la mano en el bolsillo de la chaqueta de su traje y me sigue por detrás hasta la mesa en silencio.

Mi padre y Antoine se sientan en los extremos de la mesa, mi madre y Celine a su lado y mis hermanos ocupan su sitio habitual en la mesa. Yo me siento al lado de mi hermana Joséphine y Marc al lado de mi hermano, Bruno.

Toda la cena la paso en silencio ajena a la conversación que están teniendo los adultos. Joséphine está callada centrada en su plato de comida y Bruno mantiene una conversación animada con Marc. Ambos tienen una buena relación y son muy buenos amigos desde hace tiempo, van incluso a la misma clase en el instituto.

—Escucharme un momento, por favor —Mi padre se levanta de la mesa y alza su copa de vino en el aire—. Brindo por esta gran amistad que nos une y por nuestra gestión frente al gobierno, que cada día va mejor.

Cojo mi copa, llena de zumo de naranja, y me levanto de la silla para brindar con ellos. Durante unos segundos, al llevar todas las copas al centro, mi mano choca con la de Marc y siento como una sensación muy extraña comienza a invadir mi cuerpo. Aparto rápidamente la mano y bebo un buen trago de zumo para recuperar la compostura.

Cuando terminamos de cenar, ayudo a recoger la mesa y dejo los platos sucios en el fregadero. Marc deja varias fuentes vacías a mi lado y apoya su cuerpo en la encimera para observarme.

—¿Puedo ayudarte?



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En el texto hay: adolescentes, juvenil, amor

Editado: 11.03.2022

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