Solo tú y yo

3

Los sábados por la mañana mis amigas y yo acordamos que sería un día para nosotras, para pasar tiempo juntas y desconectar un poco de todo en el club de campo del que mi padre es socio desde hace más de diez años.

Nos tratan genial y las instalaciones del lugar son magníficas. Hay una pista de tenis y otra de pádel, dos piscinas, un spa, un gimnasio y tienen incluso un restaurante al aire libre.

Hay una pista de tenis y otra de pádel, dos piscinas, un spa, un gimnasio y tienen incluso un restaurante al aire libre        

—Ya hemos llegado —dice Noel, el chófer de la familia, obligándome a levantar la mirada del teléfono. Se encuentra en el asiento del conductor y nuestras miradas coinciden a través del espejo retrovisor. Le respondo con una sonrisa.

Yo era muy pequeña cuando Noel llegó a nuestras vidas y lleva trabajando para nuestra familia desde entonces. Se ha convertido en un gran amigo y confidente para mi padre, le acompaña a todos sitios y, en algunas ocasiones, también es su guardaespaldas personal. Es una persona muy amable y nunca se ha quejado cuando le hemos pedido que nos lleve a cualquier sitio.

—Gracias, Noel. Ten un buen día.

Abro la puerta y cojo mis cosas antes de salir del coche. La mochila que llevo a la espalda pesa un poco, ya que llevo la raqueta de tenis dentro de ella. Para no llevar mucho tiempo ese peso en la espalda, no hago muchas paradas mientras recorro el pasillo del club hasta el vestuario femenino.

Una vez dentro, me quito la ropa que llevo puesta y la sustituyo por unos pantalones cortos blancos, que no llegan a cubrir por completo mis muslos, y una sudadera corta del mismo color.

Cojo la raqueta y dejo la mochila dentro de mi taquilla antes de salir del vestuario y dirigirme a la pista. Fuera hace un buen día, el sol calienta mi piel y me veo obligada a ponerme las gafas de sol para poder ver con claridad.

—¡Olivia! —chilla Jessica llamando mi atención. Las localizo en el centro de la pista, junto a la red, y compruebo que no están solas, las acompaña un chico rubio de ojos color caramelo al que conozco perfectamente.

No me hace falta acercarme para saber que se trata de Travis, mi exnovio.

—Olivia, no sabía que nos ibas a acompañar en el partido de hoy —dice Travis, haciéndose el sorprendido. Intenta acercarse a mí para darme dos besos en la mejilla, pero soy más rápida que él y me aparto.

—Yo también me alegro de verte —digo para no parecer descortés—. ¿Comenzamos el partido?

—Claro —dice mostrándose un poco decepcionado por mi actitud.

—¿Te pones conmigo? —me suplica Jessica—. Sabes que no soy buena en este deporte y sin ti estoy perdida.

—De acuerdo —suelto una breve carcajada.

He elegido a Jessica como compañera simplemente porque no me importa ganar el partido y además ha sido mi salvación, porque Travis estaba dispuesto a acercarse a mí para pedirme ser mi pareja en el partido.

Le hubiera rechazado igual, obviamente.

—Todos sabemos ya las normas, así que no veo problema en empezar ya el partido.

Zoé sigue a Travis al otro lado de la pista y se queda enfrente de la red, donde también se coloca Jessica. Travis realiza el primer saque y Jessica intenta darle a la pelota, pero esta cae al suelo.

—¡Os vamos a ganar! —suelta Zoé dando pequeños saltos.

Niego con la cabeza y les paso la pelota para que saquen de nuevo.

El partido trascurre tal y como esperaba, Jessica y yo vamos perdiendo con mucha diferencia y ya no hay nada que podamos hacer.

Me coloco para recibir el último saque de Travis, veo la pelota venir hacia mí y me dispongo a golpearla, pero una mano se me adelanta y la coge al vuelo.

—¡Marc! —grita Jessica, como si acabara de ver a su ídolo.

Giro la cabeza para comprobar que es cierto, Marc está a mi lado, y mi raqueta está a punto de darle en la cara. Tarda menos de un segundo en rodear mi muñeca con su mano y detener mi movimiento.

—¡Eso no vale! —Se quejan Zoé y Travis a la vez—. Estábamos a punto de ganar.

—Eso estaba claro —dice Jessica quitándole importancia.

—¿Os apetece almorzar conmigo?

Jessica asiente rápidamente con la cabeza y Zoé se ve arrastrada por ella hasta el interior del club.

—¿Te apuntas?

Todavía sigo conmocionada por su presencia, pero consigo articular las palabras necesarias para responderle.

—Sí, ahora voy.

Marc asiente y da media vuelta para entrar en el club.

Últimamente nos estamos viendo mucho fuera del instituto y para mí es algo nuevo, porque mi hermano Bruno no lo ha traído nunca a casa, por lo que conozco pocos datos del mejor amigo de mi hermano. Solo sé que tiene una hermana pequeña y que vive en el XVII distrito de Paris, en el barrio Batignolles, conocido por sus jardines de estilo inglés.

—¿Puedo ir con vosotros? —me pregunta Travis mientras recojo la raqueta que se me había caído al suelo.

—Sí, claro.

De camino al restaurante, Travis no se aparta de mí ni un segundo. Quien diría que él fue el que rompió nuestra relación.

Han pasado ya unos cuantos meses desde que rompimos. Me costó mucho superar y aceptar que Travis no era para mí, sobre todo porque nuestra relación nunca fue sana aunque nos molestáramos en creer que realmente nos amábamos el uno al otro.

Travis solo estaba conmigo por interés, adoraba que lo llevara conmigo a todos lados, disfrutaba mucho más que yo de los bailes de gala y de las fiestas privadas a las que me comenzaron a invitar el año pasado por ser la hija del primer ministro.



#36137 en Novela romántica
#8693 en Joven Adulto

En el texto hay: adolescentes, juvenil, amor

Editado: 11.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.