Solo tú y yo

8

Lorraine y Dennise han sido muy buenas conmigo y me dejan salir antes de lo acordado. Después de todo, el castigo no ha sido tan malo porque he pasado una tarde bastante agradable con ellas.

Antes de salir del instituto, entro en el baño y me miro en el espejo. Tengo el pelo despeinado y aunque intento arreglarlo con los dedos, todavía se ve encrespado. También tengo la ropa arrugada, así que estiro el uniforme intentando estar lo más decente posible para mi cita con Marc.

No llevo mi teléfono conmigo, ya que el señor Orson me lo quitó, y me preocupa no poder localizar a Marc si fuera necesario. ¿Y si ha cambiado de opinión? Esa idea no ha dejado de rondar en mi cabeza toda la tarde.

Salgo del instituto, dispuesta a marcharme a casa porque estoy muy convencida de que Marc no va a venir, pero me detengo inmediatamente cuando lo veo enfrente de la puerta con su cuerpo apoyado en su moto.

Nuestras miradas se encuentran y no puedo evitar sonrojarme mientras me acerco a él.

—Aquí estas.

Asiento con la cabeza y agarro con fuerza la correa de mi bolso, para calmar mis nervios.

¿Por qué estoy tan nerviosa?

Se acerca a la parte trasera de su moto y saca un casco del pequeño maletero. Me lo ofrece y nuestras manos se rozan unos segundos cuando lo cojo.

—Gracias.

—No las des, ¿estás lista para irnos?

Asiento rápidamente con la cabeza, quiero salir de aquí cuanto antes.

Mientras Marc se sube a la moto, yo me pongo el casco. Me coloco detrás de él e inconscientemente rodeo su cintura con mis brazos.

—Si me aprietas tanto no voy a poder respirar.

—Lo siento —Suelto una breve carcajada.

Marc gira la llave en el contacto y enciende el motor. Se pone su casco y me fijo en los detalles que tiene a los lados, es negro y está decorado con llamas de fuego rojas. Nos ponemos en movimiento y nos incorporamos a la calzada.

No sé a dónde vamos a ir esta noche, pero reconozco las calles por las cuales nos movemos. Pasamos junto a la Catedral de Notre Dame, pero no nos detenemos ahí. Marc conduce durante unos minutos más hasta detenerse en el Champ de Mars, un precioso parque que se encuentra muy cerca de la Torre Eiffel.

—Ya hemos llegado a nuestro destino —Marc se quita el casco y se gira para mirarme mientras se arregla su pelo con los dedos—. ¿Te apetece dar una vuelta por aquí? Tenía planeado que podríamos ver la Torre Eiffel y después cenar en una de mis cafeterías favoritas.

—Me parece una gran idea.

Me lo parecía hasta que recorremos el parque en un silencio bastante incómodo. Me gustaría hablar con él, pero no me salen las palabras adecuadas para comenzar una conversación. Marc no rompe el silencio hasta que nos detenemos cerca de la Torre Eiffel.

—¿Quieres que nos saquemos una foto juntos? Así podremos recordar este momento.

Me limito a asentir con la cabeza y cada vez me siento más ridícula, ¿por qué no puedo actuar con normalidad con él?

Solo es Marc.

Me sonrojo cuando rodea mi hombro con su brazo para acercarme a él y extiende el brazo que le queda libre para sacar la foto.

—Mira —Me muestra su teléfono, los dos salimos con una gran sonrisa en los labios.

No puedo evitar sonreír ante el hecho de que voy a tener una foto que me recuerde este momento con él. Y puedo decir que, por primera vez en mucho tiempo, soy feliz.

—Voy a enviártela —dice mientras mueve sus dedos en la pantalla de su teléfono.

—Gracias.

—¿Por qué? ¿Por compartirte la foto? No las des.

—No —me rio—. Gracias por invitarme a salir, hacía mucho tiempo que no salía con nadie que no fueran mis amigas. Me había olvidado completo de cómo eran las citas.

—Hace mucho que no salgo con ninguna chica también... —dice y después me mira para ver mi reacción.

—¿De verdad? —le pregunto sorprendida.

—Sí, soy consciente de las cosas que dicen de mí en el instituto, pero esa época quedó atrás.

—Así que eras todo un mujeriego...

—Más quisiera yo —bromea siguiéndome el rollo.

Dejamos la conversación ahí y nos dirigimos a la cafetería de la que me ha hablado antes Marc. En su fachada hay un gran cartel luminoso que te da la bienvenida al Castel Café.

Marc habla con uno de los camareros y nos preparan una mesa en la terraza. El camarero nos trae dos menús y les echamos un rápido vistazo.

—Vamos a pedir una ensalada para los dos, unos espaguetis a la carbonara para mí y un sándwich vegetal para ella.

—Todo estará preparado enseguida —dice el camarero antes de marcharse.

—¿Habías venido alguna vez a esta cafetería?

Niego rápidamente con la cabeza.

—No suelo salir mucho de casa y si lo hago, es para ir a algún evento con mi familia.

—Tienes una vida de lo más interesante, Olivia Beaulieu.

—De todo menos interesante diría yo...

—No te preocupes por eso, ahora que me has conocido a mí eso va a cambiar.

—¿Qué me estás proponiendo?

—Ya lo veras, déjate sorprender Olivia.

Mi corazón empieza a latir rápidamente y es una reacción que no había tenido desde hace mucho tiempo con nadie. Estoy tan a gusto con él, que el resto de la noche se pasa volando. Cenamos entre risas y la vuelta a casa se hace de todo menos aburrida.

Estar con Marc me gusta y creo que puedo acostumbrarme a pasar tiempo con él.

—Gracias por traerme a casa.

Me bajo de la moto y Marc hace lo mismo, rompiendo rápidamente la distancia que nos separa para quitarme el casco con cuidado. Marc sonríe y atrapa un mechón de mi pelo entre sus dedos.

—¿Te he dicho que estás increíble esta noche?

Abro los ojos sorprendida e inconscientemente me alejo un poco de él.

—Creo que debería entrar ya, seguro que mis padres están preocupados por mí.

—Claro.

—Nos vemos pronto.



#32407 en Novela romántica
#8013 en Joven Adulto

En el texto hay: adolescentes, juvenil, amor

Editado: 11.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.