Sombra camersí

“El Proyecto Khaos”

En los laboratorios subterráneos del Gobierno Central, un científico dio la orden.

—Activen el protocolo Khaos. Ya no necesitamos al Escuadrón Carmesí. Son un obstáculo.

Frente a ellos, en un cilindro de cristal, flotaba una criatura.
No era humano.
No era Nyxio.
Era algo más.

Creado con fragmentos de los Nyxios más salvajes, tejido con células humanas modificadas, alimentado con odio y programado solo con un objetivo:
Eliminar a Kaito Kurozawa y su escuadrón.

Su nombre en clave: Khaos-01.

La criatura fue soltada en medio de la ciudad.

Sus pasos quemaban el suelo.
No tenía rostro, solo una boca de dientes giratorios y ojos huecos.
Y un rugido que hizo que toda la zona 14 se apagara por completo.

Kaito y su escuadrón fueron llamados de inmediato.
Akari recibió la orden desde la base: "Ese ser viene por ustedes. No habrá refuerzos."

—¿Nos están dejando morir? —gruñó uno de los soldados.

—Sí… —respondió Kaito, mirando al cielo—. Pero no vamos a caer.

La criatura los emboscó en un túnel.
Uno por uno, los miembros del escuadrón caían, heridos, desbordados.
Ni los ataques combinados funcionaban.

Akari gritó:

—¡Kaito, haz algo! ¡Ese no es un Nyxio normal!

Kaito lo sabía.
Y también sabía que no tenía suficiente fuerza… como él mismo.

Su ojo izquierdo comenzó a arder.

Y entonces, se rindió.

—Toma el control… hazlo.

Una sombra salió de su espalda.
Su piel se agrietó en líneas negras.
Su voz se distorsionó.

El Primer Nyxio había despertado.

La transformación no fue total.

Solo su ojo izquierdo cambió: negro como el vacío con una pupila roja como la sangre.

Pero eso bastó.

En menos de tres segundos, se teletransportó frente al Khaos.
Le rompió el brazo.
Luego el cuello.
Y le arrancó el núcleo.

Todo, sin pestañear.

El monstruo gritó… y desapareció en una explosión de carne negra.

Silencio.

El escuadrón miraba con miedo.

Y Akari, con lágrimas.

Kaito volvió en sí, jadeando.

—Lo dejaste salir… —susurró Akari.

—Era la única forma.

Ella se acercó. Lo sostuvo.

—Esa cosa… no eras tú. Pero lo que hiciste nos salvó.

Y entonces, lo besó de nuevo.

Pero esta vez no fue para que recuperara el control.
Fue porque lo entendió.

Kaito no es un monstruo.
Es la única esperanza.




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