Sombra de cristal

Capitulo 3: La jaula dorada

Los vitrales del Salón de los Jardines proyectaban luces teñidas sobre el rostro de Eryan mientras tocaba las cuerdas de un laúd, más por distracción que por placer. Afuera, la primavera comenzaba a teñir de verde las torres de Iridhal, pero dentro del palacio, todo se sentía inmóvil. Como si el tiempo esperara a que alguien dijera que su vida ya no le pertenecía.

—¿Sabes qué dicen de ti, mi príncipe? —preguntó suavemente su doncella, Lyra, mientras le servía té.

—Que soy una joya bien guardada, demasiado valiosa para correr riesgos —respondió sin apartar la mirada del ventanal—. O una pieza de ajedrez, según quién mire.

Ella no respondió. Ninguno de los dos necesitaba decir lo obvio: Eryan era el único omega real de Iridhal, y su rareza lo había convertido tanto en bendición como en maldición.

—Vendrá pronto —dijo Lyra, tras un largo silencio—. El alfa. El príncipe de Velkan.

Eryan dejó de tocar. Sus dedos se cerraron con delicadeza sobre el mástil del laúd.

—¿Has oído algo sobre él?

—Solo historias. Que es fiero. Orgulloso. Un líder nato. Y que odia Iridhal con cada fibra de su ser.

Eryan soltó una leve risa, sin humor.

—Parece que seremos una pareja encantadora.

Dejó el instrumento a un lado y se puso de pie. Caminó hacia la terraza, donde el viento acariciaba las plantas trepadoras de lavanda. Desde allí, podía ver la muralla que separaba el castillo del resto de la ciudad, y más allá, las montañas del norte… su único refugio cuando las paredes del palacio se cerraban demasiado.

—Me piden que sea obediente, que sonría, que embelese con mis palabras —susurró—. Pero en el fondo… lo que quieren es que me calle y me entregue.

—¿No lo harás?

Eryan giró el rostro hacia Lyra. Sus ojos, grises y profundos, centellearon.

—Haré lo que sea necesario para proteger Iridhal. Incluso si eso implica convertirme en lo que ellos quieren ver. Pero no seré su prisionero. Y mucho menos, su víctima.

En el jardín, una mariposa blanca voló sobre la fuente. Y desde lejos, más allá de las colinas, una caravana de estandartes negros ya cruzaba la frontera.

Kael venía en camino.

La jaula estaba lista.

Y el ave, aunque hermosa… ya no era dócil.



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En el texto hay: omegaverse, amor, realeza medieval

Editado: 03.05.2025

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