El convoy avanzaba lentamente por las calles desiertas, dejando atrás los edificios destruidos y las huellas de un conflicto interminable. El rugido constante de los motores proporcionaba un extraño consuelo a los operativos, una señal de que seguían moviéndose, seguían luchando.
Petrov, sentado en el asiento del pasajero, observaba con atención el entorno. Su mente, siempre alerta, analizaba cada esquina, cada sombra, buscando signos de peligro. A su lado, Sergei mantenía las manos firmes en el volante, su rostro sereno a pesar de la tensión palpable.
—¿Cuánto más hasta el punto de encuentro? —preguntó Sergei, sin apartar la vista del camino.
—Menos de una hora, si no encontramos problemas —respondió Petrov, revisando el mapa una vez más. Pero en este mundo, los problemas nunca estaban demasiado lejos.
No pasó mucho tiempo antes de que se confirmaran sus sospechas. Unas explosiones resonaron a la distancia, y el convoy se detuvo bruscamente. Petrov y Sergei salieron rápidamente del vehículo, sus ojos buscando el origen del ataque.
—Emboscada —dijo Sergei, señalando hacia un edificio derrumbado a la izquierda. —Nos están esperando.
Petrov asintió, sus ojos fríos y calculadores. —Formen un perímetro defensivo. ¡Rápido!
Los operativos se dispersaron con eficiencia, tomando posiciones y preparando sus armas. Las explosiones se acercaban, y el sonido de disparos se hizo más fuerte. Petrov sabía que esto no sería fácil, pero la supervivencia nunca lo era.
Mientras organizaba a sus hombres, un flash de movimiento en una ventana cercana llamó su atención. Alzando su rifle, apuntó y disparó, derribando a un francotirador enemigo. Pero el enemigo no estaba solo; pronto, más soldados surgieron de las sombras, disparando sin piedad.
La batalla era feroz. Los operativos de Petrov luchaban con valentía, pero la superioridad numérica del enemigo comenzaba a notarse. A su lado, Sergei derribaba a un enemigo tras otro, su expresión imperturbable.
—Petrov, necesitamos refuerzos —gritó Alexei, cubriéndose detrás de un vehículo.
—Lo sé —respondió Petrov, sin apartar la vista del enemigo —Mantengan la línea. No podemos permitirnos perder este punto.
En medio del caos, Petrov divisó a un joven soldado enemigo que se movía con destreza entre los escombros, coordinando a sus compañeros. Había algo familiar en él, algo que hizo que Petrov dudara por un momento.
Fue suficiente. Un disparo atravesó el aire y alcanzó a Petrov en el brazo. Con un gruñido de dolor, cayó al suelo, su rifle deslizándose de sus manos. Sergei estaba a su lado en un instante, ayudándolo a levantarse.
—Tenemos que sacarte de aquí —dijo Sergei, su voz urgente.
—No. No hasta que terminemos esto —respondió Petrov con firmeza, apretando los dientes contra el dolor. —Sigue luchando
El joven soldado enemigo, ahora más cerca, intercambió una mirada con Petrov. En sus ojos, Petrov vio algo que reconoció: determinación, pero también duda. Un destello de humanidad en medio de la brutalidad de la guerra.
La batalla continuó, cada segundo una lucha por la supervivencia. Pero Petrov sabía que el precio del deber era alto, y estaba dispuesto a pagarlo.