Sombra de Guerra

Capítulo 4

La batalla había dejado el convoy maltrecho, pero la determinación de Petrov y sus hombres no se había quebrantado. A medida que el humo se disipaba y el eco de los disparos se desvanecía, el silencio llenó el aire. Los operativos se reagruparon, atendiendo a los heridos y asegurando la zona.

Petrov, con el brazo vendado apresuradamente por Sergei, se dirigió hacia el joven soldado enemigo que había notado antes. El chico, ahora desarmado y con las manos en alto, miraba a Petrov con una mezcla de desafío y miedo.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Petrov, su voz firme pero curiosa.

—Alexei Ivanov —respondió el joven con un acento que delataba sus orígenes. Era ruso, como Petrov. Esa revelación despertó una chispa de reconocimiento de Petrov, una conexión inesperada en medio del conflicto.

—¿Qué haces aquí, Alexei? —insistió Petrov, sin apartar la vista del muchacho.

—Fui enviado para detenerlo. Pero… no esperaba con encontrarme como usted —dijo Alexei, su voz temblorosa pero honesta.

—¿Alguien como yo? —Petrov arqueó una ceja, intrigado.

—Un líder, un verdadero guerrero. No como los que me enviaron —explicó Alexei, su mirada llena de admiración y quizá, una pizca de esperanza.

Petrov suspiró, consiente de las complejidades de la guerra y de las lealtades divididas. —Escucha, Alexei. No somos tan diferentes. Ambos estamos atrapados en este conflicto, tratando de sobrevivir. Si decides ayudarnos, puedo garantizarte seguridad.

Alexei dudó por un momento, pero la sinceridad en los ojos de Petrov lo convenció. Asintió lentamente, bajando las manos. —¿Qué quiere que haga?

—Primero, cuéntame todo lo que sabes sobre los que nos atacaron —ordenó Petrov. Alexei comenzó a hablar, proporcionando información valiosa sobre las tácticas y posiciones enemigas.

Mientras Alexei hablaba, Petrov reflexionaba sobre su situación. La guerra había traído dolor y perdida, pero también había revelado inesperadas alianzas. En Alexei veía una oportunidad, no solo para obtener ventaja táctica, sino de detener un puente entre enemigos y quizá, algún día, encontrar una salida a este ciclo interminable de violencia.

—Sergei, mantén a Alexei bajo vigilancia, pero asegúrate de que esté cómodo. Lo necesitaremos —instruyó Petrov.

—Como ordene —respondió Sergei, aunque su mirada reflejaba una cautela comprensible.

El convoy retomó su marcha, esta vez con un nuevo miembro a bordo. La información proporcionada por Alexei permitió a Petrov y sus hombres evitar varias trampas enemigas y avanzar con más seguridad hacia su objetivo.

A medida que la noche caía y el convoy se detenía para descansar, Petrov se acercó a Alexei, quien estaba sentado solo, observando el cielo estrellado. —¿Crees que esta guerra terminará algún día? —preguntó Alexei en voz baja.

—Solo si encontramos una manera de vernos no como enemigos, sino como personas con esperanzas y sueños —respondió Petrov, sentándose a su lado. —La guerra es cruel, pero también puede enseñarnos lecciones importantes.

Alexei asintió, sus pensamientos profundos y confusos. La conversación se desvaneció en el silencio de la noche, dejando a ambos hombres contemplando las posibilidades de un futuro incierto.



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En el texto hay: soldados, supervivencia, venganza

Editado: 10.02.2025

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