El campamento improvisado se encontraba en un antiguo almacén abandonado, sus paredes agrietadas y cubiertas de grafitis, pero lo suficiente robustas como para ofrecer una noche de descanso. La luna brillaba tenuemente a través de las ventanas rotas, iluminando los rostros cansados de los operativos.
Petrov, a pesar de la herida en su brazo, se movía con determinación. No podía permitirse mostrar debilidad, no cuando sus hombres dependían de él. Observó a Alexei, quien estaba sentado en un rincón, compartiendo un plato de comida con Sergei. La desconfianza aún era palpable, pero la necesidad de información superaba cualquier recelo.
—Mañana nos acercaremos a la base enemiga. Necesitamos estar preparados —dijo Petrov a sus hombres, mientras revisaban sus armas y equipos. Todos asintieron, sabiendo que el éxito de la misión dependía de su coordinación y valentía.
La noche avanza, y el silencio del almacén solo era roto por susurros y el ocasional ruido de botas sobre el suelo de concreto. Petrov se acerco a Alexei, quien parecía perdido en sus pensamientos. —Alexei, necesito que nos cuentes más sobre la base enemiga. Todo lo que sepas puede ser crucial —dijo Petrov, su voz firme, pero sin agresividad.
Alexei asintió y comenzó a describir la disposición de la base, sus defensas y los puntos débiles que había observado. Petrov escuchaba atentamente, asimilando cada detalle. Pero a medida que la conversación avanzaba, una sombra de duda comenzaba a surgir en su mente.
—¿Cómo sabes tanto de sus operaciones? —preguntó Petrov, sin apartar la vista del joven soldado.
—Fui parde de su equipo de reconocimiento. Nos entrenan para infiltrarnos y obtener información. Pero nunca estuve de acuerdo con sus métodos —respondió Alexei, su voz reflejando una mezcla de tristeza y resolución.
Petrov asintió, aceptando la explicación, pero no podía ignorar la pequeña voz en su interior que le advertía de ser cauteloso.
La madrugada llegó rápidamente. Y el convoy se preparó para partir. Petrov y Sergei lideraban el grupo, con Alexei entre ellos, proporcionando indicaciones sobre la ruta a seguir. Los vehículos avanzaban con cuidado, evitando ser detectados por las patrullas enemigas.
Sin embargo, a medida que se acercaban a la base enemigas, Petrov comenzó a notar algo extraño. Las defensas parecían menos intensas de lo que Alexei había descrito, y la ruta que seguían estaba sorprendentemente despejada. Su instinto le decía que algo no estaba bien.
—Detente —ordenó Petrov a Sergei, quien frenó el vehículo. —Esto no me gusta. Algo está mal.
Antes de que pudieran reaccionar, una explosión sacudió el convoy, volcando uno de los vehículos y lanzando escombros por todas partes. Los operativos se dispersaron, buscando cobertura mientras el enemigo atacaba desde las sombras.
Petrov giró hacia Alexei, su mirada llena de furia y decepción. —¿Qué hiciste?
Alexei levantó las manos en señal de inocencia, sus ojos llenos de pánico. —¡Yo no sabía! ¡Te lo juro! Solo seguí las órdenes que me distes.
Pero Petrov no tenía tiempo para deliberar. —¡Formen un perímetro defensivo! ¡Ahora! —gritó, tomando su arma y disparando hacia el enemigo.
La emboscada fue brutal, y Petrov sabía que habían sido traicionados, pero no podía determinar si Alexei era culpable o si simplemente había sido utilizado. La batalla era intensa, y cada segundo contaba para sobrevivir.
Finalmente, con una combinación de habilidades y suerte, los operativos lograron repeler el ataque enemigo, aunque con bajas significativas. Petrov, ensangrentado y exhausto, se acercó a Alexei, quien había sido desarmado por Sergei.
—¿Por qué no deberíamos matarte ahora? —preguntó Sergei, su voz fría y calculadora.
—Porque… porque yo no hice esto. Me usaron. Quieren que desconfiemos uno de otros —suplicó Alexei, sus ojos llenos de desesperación.
Petrov lo observó en silencio, evaluando sus palabras. —Si descubro que éstas mintiendo, no habrá lugar en este mundo donde puedas esconderte —advirtió, antes de ordenar a Sergei que lo vigilara de cerca.
La traición silenciosa había dejado una marca profunda, y Petrov sabía que la guerra no solo se libraba en el campo de batalla. La misión continuaba, pero ahora, la desconfianza era una sombra constante entre ellos.