Mis palabras se pierden en el aire,
vuelven a mí como ecos deformados.
Lo que digo no es lo que escucho,
lo que siento no es lo que muestro.
Intento comprender el idioma del silencio,
pero solo me responde con vacío.
Quizás mis ecos sean mi única compañía,
mi único recordatorio de que existo.