--Voy a destruir esta ciudad hasta que no quede un cimiento del que puedan valerse para reconstruirla-- dijo el caballero de la Corte de Huesos mientras disparaba flechas de fuego y azufre a la capital del reino.
Los imperiales ahogaban gritos de desespero e intentaban hacer despegar sus dragones. Algo parecía haber alterado las alas y mentes de las bestias que emitian alaridos que lograron destruir las estructuras de la capital. Hasta el dia de hoy, dichas marcas se pueden encontrar por diferentes zonas y los turistas se fascinan en escuchar las historias de animales miticos en los que ni creen.
Lo que es cierto, es que ese dia todos en el castillo perecieron. Nadie se salvo, ni los de mayor título ni los que solo poseían las migajas que caían de su ropa. La luna se mancho de sangre.
Los relatos oficiales dictan que cuando el primo del difunto rey logró penetrar las murallas para la recuperación de los cadáveres de los sangre morada que se encontraron con lals uñas destruidas por el intento de escalarar las puertas. Se escucho decir de los sobrevivientes del asalto a la ciudad que el Caballero se puso a la tarea de poner las cabezas de la familia real junto con sus respectivas coronas de oro y rubíes en la puerta principal del Templo Sagrado.
El Alto Poder dejo por escrito días antes de su decapitación que el Verdugo Verde, el apodo que se le había otorgado al Caballero, realizaba todos esos actos barbáricos con el fin de que fuera evidente para todos que no hay nada más poderoso que la muerte y la justicia.
Su reinado duro un mes. Un tiempo donde la muerte caminaba sin escrúpulos y los gusanos glorificaron su nombre.
El amor de la muerte azotó las poblaciones cercanas y el temor hacia el nuevo gobernante se coló por los escualidos cuepros de la gente. Muchos optaron por emprender un largo y peligroso viaje al sur, donde la incertidumbre y los Guardías Rojos custodiaban las tierras húmedas. Otros, encendieron velas e hicieron sacrificios a sus santos en busca de confort y agueros que les ayudaran a llevar la nueva carga.
A pesar de todo lo descrito, el reino espero y espero por alguna proclamación oficial, nuevas reglas,un nuevo rostro al que obedecer, los impuestos se mantuvieron iguales ni los himnos fueron modificados. El silencio les aterraba aún más que los tambores de guerra. Sin reglas claras cualquier acción es una violación en ojos de un injusto.
Temieron hasta que ya no. Hasta que como el viento desapareció. Todo desapareció.
Lo último que se supo del Vergudo Verde se encontró en una hoja con trazos casi ilegibles que leía: Todo fue por ella. Creen una estatua a su nombre y hagan canciones de como el amor destrozó esta ciudad.
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Editado: 16.02.2025