Los días pasaron y la tensión creció lentamente. Ian continuaba haciéndose pasar por Axel con perfección, acercándose cada vez más a Yoon, hablando con esa voz cálida y amable que parecía conocer cada rincón de su corazón. Yoon se dejaba envolver, atrapado por la ilusión de que todo era como antes, aunque cada pequeño gesto comenzaba a generar un murmullo de duda en su interior.
Una tarde, mientras caminaban por un parque semi vacío, Ian tomó la mano de Yoon con un roce demasiado familiar, demasiado perfecto. Yoon cerró los ojos por un instante, sintiendo ese mismo cosquilleo que le recordaba a Axel… pero algo estaba apagado. Algo no encajaba.
Al abrirlos, Yoon lo miró con cuidado. La sonrisa que Ian le devolvió era la de Axel, pero los ojos… no eran los mismos. Fue un golpe silencioso. Yoon sintió un estremecimiento en su pecho y comprendió que Alois había tenido razón todo el tiempo: algo en Axel estaba diferente, algo estaba mal.
Esa misma tarde, después de separarse de “Axel”, Yoon buscó a Alois. Lo encontró sentado en el borde de la acera, revisando mensajes en su teléfono. Se acercó, vacilante pero decidido.
—Alois… —dijo, bajando la voz—. Tenías razón. Algo pasa con Axel… no es… no es como antes.
Alois levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de alivio y preocupación.
—Lo sabía —respondió con firmeza—. Te lo dije, Yoon. He visto cosas que no podían explicarse solo con tristeza o cambios normales. Él… no es solo Axel.
Yoon se sentó a su lado, apretando los puños con frustración.
—Sí… cuando lo beso… no se siente igual. Es como si estuviera ahí, pero no fuera él. Y aun así… no quiero hacerlo notar. No quiero que sospeche que ya lo entiendo. —Su voz se quebró apenas, y Alois puso una mano sobre su hombro.
—Escúchame —dijo Alois con gravedad—. No le digas nada a él todavía. Necesitamos pruebas, Yoon. Si actúas precipitado, Ian lo notará y… podría ser demasiado tarde.
Mientras tanto, a kilómetros de distancia, Ian observaba desde la casa de Axel, manipulando cada paso de su día. Lo había logrado: Yoon comenzaba a dudar, pero seguía confiando en “Axel”. Cada sonrisa, cada palabra, cada roce estaba diseñado para reforzar esa dependencia emocional.
En el baño de la casa, Axel golpeaba el espejo con desesperación. Su reflejo estaba pálido, cansado, y sus ojos brillaban con lágrimas que no podía derramar.
—No… no puedo permitir que lo tengas —susurró, con la voz rota—. Déjame salir, Ian… por favor…
Ian, desde su posición de control absoluto, sonrió cruelmente ante el reflejo.
—Todavía no, Axel. Todavía no es el momento. Tu mundo sigue siendo mío. Y Yoon… oh, Yoon será mío también, antes de que puedas siquiera tocarlo.
Axel cerró los ojos, atrapado entre el tormento de su propia mente y el miedo por lo que estaba haciendo Ian con Yoon. Cada segundo que pasaba, sentía que la red de Ian se cerraba más y más alrededor del chico que amaba.
#353 en Joven Adulto
#575 en Thriller
#215 en Suspenso
trastorno de identidad disociativo, trastorno psicolgico, peleas odio
Editado: 11.09.2025