Me encuentro en una situación aterradora. Estoy de pie en una habitación lujosa, adornada con tapices antiguos y candelabros de oro, que parece pertenecer a un noble de gran poder. Lo más inquietante es que estoy sosteniendo una daga con ambas manos, lista para dejarla caer sobre un hombre que, incluso dormido, emana una aura siniestra y opresiva, su piel es pálida, casi translúcida, como si nunca hubiera visto la luz del sol con un cabello profundamente negro y descuidado. Lo peor de todo es que siento como si acabara de tomar conciencia, como si apenas estuviera comenzando a soñar. No recuerdo quién soy, qué hago aquí, ni cuál es mi relación con la persona a la que aparentemente estoy a punto de asesinar.
El tiempo se detiene mientras mi mente se envuelve en un torbellino de confusión y miedo. De repente, el hombre abre los ojos, revelando pupilas negras como el abismo con una mirada penetrante que parece ver más allá de la superficie de las cosas. Con una voz cargada de malevolencia, dice:
"Así que no pudiste esperar mucho tiempo".
Su voz me atraviesa como un cuchillo, despertando en mí un terror y odio brutales, seguidos de una tremenda impotencia que hacen que cada centímetro de mi cuerpo tiemble sin parar. El hombre intenta levantarse, pero su cuerpo no responde; excepto su cabeza, todo su cuerpo parece paralizado. La habitación comienza a vibrar ligeramente, y una energía oscura y palpitante emerge alrededor de él, llenando el aire con un hedor a descomposición.
"La muerte sería un castigo muy noble para alguien en tu posición, niña", pronuncia mientras su voz sin emocion me hiela la sangre. El suelo bajo mis pies parece oscurecerse y corroerse, como si la oscuridad misma estuviera viva y hambrienta.
Mis ojos no pueden procesar esta situación tan espeluznante. Movida por un instinto primario de supervivencia, corro hacia la única puerta de la habitación. Cada paso resuena como un latido acelerado de mi propio corazón, haciendo eco en la habitación. Al abrir la puerta, me encuentro con un hombre pelirrojo y corpulento que me mira con expectación.
"¿Lo has logrado?", pregunta en un tono ansioso, pero al observar mi rostro, su expresión se transforma en una profunda angustia. El aire se vuelve denso y opresivo.
Mi cerebro no puede soportar tanto shock, y siento cómo todo se tiñe de oscuro hasta que pierdo la conciencia por completo.
Al despertarme muy agitada, empiezo a procesar todo lo que sucedió antes de desmayarme, esperando que todo haya sido un mal sueño. Pero al ser consciente de mi entorno, comprendo que estoy en un lugar extraño y tétrico. La habitación está descuidada y completamente oscura, salvo por los pequeños rayos de sol que se filtran a través de una ventana cubierta con tablas de manera improvisada. Las sombras parecen moverse con vida propia como alguien estuviera conmigo en esa habitacion.
Estoy tumbada en una cama hecha de tablas con un gran costal de paja para sustituir el colchón. El aire es denso y huele a humedad, moho y desesperanza. De repente, empiezo a tener arcadas como si mi cuerpo quisiera liberar toda esta sensación de pesadez y estrés a través de vomitar. Desgraciadamente, no guardo ni una gota de comida en mi estómago, y lo único que expulso es un moco espeso y desagradable.
Como si fuera un recordatorio de que estoy en una situación espeluznante, se escucha el sonido de un cuerno, profundo y vibrante, lo bastante fuerte como para generarme un dolor de cabeza indescriptible que me hace gritar. En ese momento, la puerta de la habitación se abre de golpe, revelando la sombra del hombre que vi antes de desmayarme. Su presencia es una mezcla de urgencia y miedo.
"Señorita, nos han encontrado", pronuncia el hombre en un tono de angustia. "Los hombres disponibles tratarán de ganar tiempo. Yo la escoltaré".
Con lo poco que comprendo, sé que estoy en grave peligro, pero mi cuerpo ha perdido toda su energía y me resulta difícil moverme. El hombre, al observar la situación, mueve un escritorio, dejando al descubierto un túnel oscuro y estrecho. Me toma con mucha delicadeza y corre conmigo en brazos hacia el interior del tenebroso pasaje.
El hombre corre a una velocidad impresionante. Desde mi posición, veo cómo 4 pares de ojos rojos se acercan, pertenecientes a criaturas no humanas. Los gritos de bestias resuenan en el túnel, un coro de pesadillas vivientes. Las criaturas se acercan rápidamente, hasta que una de ellas está casi sobre nosotros. Es una bestia humanoide, alta y encorvada, con enormes manos y garras afiladas que podrían desgarrar el acero. Su aliento, pestilente y caliente, roza mi nuca.
En ese momento, siento como la presencia que e sentido conmigo desde que desperte se condensa detrás del ser que nos persigue, tomando su misma forma. Siento una conexión extraña y profunda con esta nueva entidad, como si la estuviera controlando. Mi primera reacción es perforar la cabeza de nuestro perseguidor con el ser invocado.