Sombras de Valdor

Capitulo 3: La noche de las voces

Por el cansancio y la necesidad de evadir mis preocupaciones, decidí dormir aquella noche, pero mis sueños fueron lejos de ser tranquilos. Repetidamente me despertaba con el cuerpo tenso, escuchando golpes urgentes en la ventana y voces desconocidas que clamaban por ayuda.

Repetidamente me despertaba con el cuerpo tenso, escuchando golpes urgentes en la ventana y voces desconocidas que clamaban por ayuda

"Oye, oye, ¡abre la ventana! Tengo miedo, me atrapó. ¡Tiene mi alma! ¡Ayuda!", gritaba una voz, cargada de un terror palpable que resonaba en la oscuridad de mi habitación.

Cada vez que me despertaba, sentía una presencia junto a mí, en la penumbra. El miedo me impedía preguntar quién era mi misterioso acompañante. Finalmente, exhausta, me sumí en un sueño profundo.

A la mañana siguiente, desperté con golpes suaves en la puerta.

"—¿Señorita, ha despertado?", preguntó una voz femenina, serena pero firme

"—¿Señorita, ha despertado?", preguntó una voz femenina, serena pero firme.

Un escalofrío me recorrió nuevamente. No quería enfrentar lo que pudiera estar esperando al otro lado de la puerta. Sin embargo, la madera comenzó a ceder lentamente, y para mi alivio, se asomó una mujer de cabello castaño, vestida como una sirvienta.

"—¿Señorita, se encuentra bien?", inquirió ella, con genuina preocupación en sus ojos.

"—Sí, solo tuve una noche extraña", respondí, tratando de ocultar mi ansiedad.

"—Todas las noches son así en estos lugares, señorita", dijo la sirvienta mientras me conducía hacia el comedor.

Allí encontré a Carl sentado y a Edison de pie, vigilante junto a la puerta.

"—Buen día, Adelaide. Parece que la energía fue intensa anoche. ¿Cómo te encuentras?", me saludó Carl con una mezcla de intriga y preocupación.

"—Alguien tocó mi ventana con desesperación anoche. ¿Sucedió algo?", pregunté, buscando respuestas.

"—Es esa maldita energía que hemos sentido durante años. No debes prestarle atención, no trae nada bueno", respondió Carl con solemnidad.

"—Pero alguien estuvo en mi habitación conmigo", insistí, recordando la sensación de presencia en la oscuridad.

"—Eso no es posible. Hubo personas vigilando de cerca, nadie se acercó a tu habitación ni tocó tu ventana", afirmó Carl con firmeza.

Un escalofrío me invadió mientras contemplaba las posibilidades. La incertidumbre se aferraba a mi mente, pero Carl cambió de tema con decisión.

"—Más importante, comenzaré a informar a las personas adecuadas respecto a tu incidente. Debes intentar recordar cualquier detalle. También evaluaremos la gravedad de tu amnesia. Sir Edison estará a tu lado, guiándote y cuidándote, como ha hecho desde que tu sirvienta desapareció. Sé que tienes muchas preguntas, pero debemos abordarlas con calma."

Asentí, agradecida por su apoyo. Sin embargo, la sombra de lo ocurrido la noche anterior persistía, envolviéndome en un halo de desconcierto y desconfianza hacia los misterios que acechaban en las sombras de la mansión.

Más tarde ese mismo día, en la misma casa, Carl discutía la situación con un hombre de aspecto preocupado.

"—Nada está saliendo como lo planeamos. Primero muere Alejandro y ahora Adelaide pierde la memoria", comenzó Carl, con un tono lleno de frustración. "Los hermanos Valdor están fuera de combate. Emud nos ha destrozado. Lo que no comprendo es por qué no mató a Adelaide."

"—Quizá Emud tenga algo más en mente", respondió el hombre, frunciendo el ceño. "Pero es extraño, muy extraño."

"—Al menos ahora será más sencillo que Adelaide siga nuestras órdenes", dijo Carl, pensativo. "Pero existe la posibilidad de que recupere la memoria. Además, si desaparece del ámbito social, perderá gran parte de su influencia."

"—Estamos en una posición vulnerable sin un Valdor que nos respalde", advirtió el hombre. "Informa a los líderes que se llevará a cabo una reunión urgente. Que se mantengan ocultos mientras resolvemos esto y que cuiden sus cabezas."

Carl asintió, su expresión endurecida por la determinación.

"—Cambiando de tema, he oído que Adelaide solo recuerda cómo hablar. Ha olvidado incluso leer y escribir, y parece que también ha perdido su capacidad de invocación. Tendremos que asignarle a alguien que la eduque."

El hombre suspiró, reconociendo la gravedad de la situación.

"—Será una tarea ardua, pero no tenemos otra opción. No podemos permitir que Emud gane esta partida. Debemos recuperar el poder y proteger nuestro único peón a toda costa."

Carl miró al hombre con determinación.

"—Sí, no podemos fallar. Este es el momento de mostrar nuestra verdadera fortaleza y asegurar el futuro de nuestro linaje."

Ambos hombres se miraron, compartiendo una silenciosa determinación.

 




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