Sofía no pudo evitar sentir el peso de las palabras de Vladimir al entrar en la habitación. La tensión en el aire era palpable, como si cada respiro estuviera suspendido en un hilo frágil, a punto de romperse. Los ojos de Vladimir, normalmente tan tranquilos, reflejaban una preocupación que no podía ocultar.
—Sofía, te dije que tenías que tener cuidado con lo que estás buscando —susurró, tomando un paso hacia ella, su voz grave y cargada de un peso que Sofía no podía entender.
Sofía, sin embargo, no retrocedió. Había llegado demasiado lejos para rendirse ahora. Su mirada era fija, desafiante.
—Dime la verdad, Vladimir. No voy a seguir dando vueltas. ¿Qué está pasando realmente? ¿Qué sabes sobre todo esto?
Vladimir la observó por un momento, sus ojos profundos y oscuros, como si estuviera sopesando sus opciones. Finalmente, respiró hondo y habló, su voz más baja que antes.
—No todo es lo que parece, Sofía. Y no te estoy hablando solo de Alexei o de la gente que nos rodea. Estoy hablando de algo mucho más grande, algo que involucra a personas que no puedes ni imaginar. Este juego no es solo entre tú y yo, ni entre tú y Alexei. Las piezas en movimiento son mucho más oscuras.
Sofía dio un paso atrás, su mente tratando de procesar lo que acababa de oír. Lo que acababa de decir no encajaba con nada de lo que había conocido hasta ahora.
—¿De qué estás hablando? —preguntó, su voz temblando apenas, aunque intentaba mantenerla firme. No podía dejar que él notara el miedo que se estaba apoderando de ella.
Vladimir cerró los ojos por un instante, luego los abrió, y su mirada se encontró con la de ella. Algo había cambiado en él. Ya no era el hombre distante y calculador que había conocido, ahora parecía un hombre atrapado por su propio destino.
—Mi trabajo... no es lo que pensabas —continuó—. No soy solo un hacker. Eso es solo la superficie. Hace años, me involucraron en una operación encubierta, algo que involucra a varias organizaciones que operan desde las sombras. No es solo espionaje. Es algo más profundo. Y mi papel en todo esto... es mucho más grande de lo que imaginas.
Sofía sentía que el suelo bajo sus pies comenzaba a desmoronarse. Cada palabra de Vladimir estaba revelando más que una simple verdad. Era un torrente de secretos que amenazaban con ahogarla.
—¿Por qué no me lo dijiste? —su voz estaba llena de dolor, la traición calando cada palabra—. ¿Por qué me ocultaste todo esto? ¿Por qué no me dijiste que estabas metido en algo tan peligroso?
Vladimir la miró, y por un momento, parecía que iba a decir algo más. Pero se detuvo, como si las palabras no fueran suficientes para explicar la magnitud de lo que estaba sucediendo.
—Porque nunca pude... Sofía, cuando entras en este mundo, hay reglas que no se pueden romper. Hay cosas que no se pueden decir, ni a las personas que más amas. Si lo hubieras sabido, te habrías convertido en un objetivo. Y no quería eso para ti. Nadie quería que tú te involucraras en esto.
Sofía lo miró con incredulidad. La idea de que Vladimir la había mantenido en la oscuridad por su propio bien era difícil de aceptar, pero algo en su mirada le decía que no estaba mintiendo.
—¿Y Alexei? —preguntó, con la voz temblando—. ¿Cómo encaja en todo esto?
Vladimir respiró hondo y se acercó un poco más, como si el peso de lo que iba a decir lo estuviera ahogando.
—Alexei... no es solo tu amigo. Él es parte de todo esto, pero de una forma que te sorprendería. Ha estado jugando un juego mucho más peligroso que el que tú y yo imaginamos. ¿Recuerdas el mensaje que encontraste? La carta... La respuesta está en eso.
Sofía lo miró, desconcertada. Todo lo que había descubierto, todo lo que había empezado a sospechar, ahora tomaba una nueva dirección. El juego se estaba volviendo más intrincado de lo que jamás había imaginado.
—¿El mensaje? —preguntó, sintiendo cómo las piezas empezaban a encajar en su mente, pero sin poder darles forma aún.
Vladimir asintió, y sus ojos se oscurecieron aún más.
—Esa carta es solo una pieza del rompecabezas. Quiero que entiendas algo, Sofía. No puedes confiar en nadie, ni siquiera en mí. La verdad es más peligrosa que cualquier mentira, y ahora estás metida en esto. Alexei, yo, incluso tú, estamos siendo observados. Las consecuencias de lo que estás a punto de descubrir no solo nos afectarán a nosotros, sino a muchas más personas.
Sofía dio un paso atrás, su mente girando a una velocidad que no podía seguir. ¿Quién estaba observando? ¿Por qué? Todo lo que había creído sobre su vida, su relación con Vladimir, con Alexei... ahora parecía estar en duda.
—Entonces... ¿qué debo hacer ahora? —su voz era apenas un susurro, su mundo desmoronándose a su alrededor.
Vladimir la miró fijamente, con una mezcla de pesar y determinación.
—Tienes que decidir, Sofía. La verdad es tuya para descubrir, pero una vez que la tengas, no podrás deshacer lo que venga después. Te lo prometo. Ya no hay vuelta atrás.
Sofía sintió un escalofrío recorrer su espalda, y por un momento, estuvo a punto de hablar. Pero antes de que pudiera articular una palabra, la puerta de su departamento se abrió de golpe. Una figura oscura entró, y el sonido de unos pasos firmes la hizo volverse.