Demian Reeves, New York.
Recuerdo que todo iba bastante bien, me gradué de la universidad, me junté con la persona que más amo, nos fuimos a vivir a un departamento, era algo intermedio, pero para solo dos personas la verdad es que era muy bueno y el precio accesible, vivíamos muy cómodamente en aquel departamento y hacia lo posible por tratarla como a una princesa.
¿En qué momento todo empezó a ir de picada?
—Amor hoy me fue bien en el trabajo, me dieron más propina de lo que suelen darme. —Hable contento por mi logro cuando por fin entre a la sala de aquel departamento.
—¿De verdad?... Qué bueno me alegro. — Contesto Zulema sin prestarme atención más que a su celular, ella era una chica alta al promedio, cabello largo y ondulado de colores cobrizos, de buena figura y una belleza seductora, parecía tan concentrada que no vio cuando me acerqué y le extendí un ramo de flores.
—Cariño… voltea por favor te traje un regalo. — Dije mientras sentía mis mejillas acaloradas, al momento de entregárselo, no era la primera vez que le regalaba algo, después de todo era hombre de poca confianza en mí mismo, aunque eso no quitaba que intentara ser cariñoso con ella.
Sin embargo, Zulema estaba tan fija al celular que no me brindaba atención, me sentí un poco decepcionado, ya que no era la primera vez que esto pasaba, pero comprendía que era debido al trabajo de ella que la mantenía todo el tiempo ocupada.
—Amor… ¿Todo bien con tu trabajo? — Pregunté esperando a que ella me prestara atención, aunque se me di cuenta que eso era ya un poco difícil.
—Sí, si cariño perdón, ocupada ya sabes… —Contesto con desinterés, moviendo su mano para que me fuera.
Suspire con pesadez no era la primera vez que pasaba esto cada que intentaba hacerle un detalle romántico, hubo un tiempo en donde ella disfrutaba mucho aquellos detalles, quería volver a ver esa emoción en sus ojos, aunque sea una sola vez, con resignación me di la vuelta dirigiéndome a la pequeña cocina, buscando un florero para aquel ramo de claveles rojos, una vez lo encontré lo puse en medio de la mesita que estaba en medio de la sala.
Decidí dejar a mi pareja tranquila de momento, para así dirigirme a la habitación, empecé a despojarme del uniforme de mesero, mientras me preguntaba si con ese dinero que había ganado en el trabajo debía ir con Zulema a una cena romántica o algo lindo tan siquiera, si ese era el caso ya tenía un lugar planeado y sería el mismo lugar donde me le confesé a Zulema, me apresuró a vestirme con algo ligero pero elegante para la cena, me mire al espejo notando como me veía, tenía el cabello negro, mis ojos marrones, mi piel algo morena, mi complexión era buena delgada con poca musculatura y marcada.
Me apresure en salir de la habitación con las energías renovadas intentando buscar a Zu con la mirada, pero ella ya no estaba en la sala.
—¿Zule? — Cuestioné mientras me puse a buscar en la casa preocupado, ¿A dónde había ido?
No estaba en ningún lugar del pequeño departamento, ni en la cocina, baño, tampoco en ninguna de las dos habitaciones del departamento, no dejo ninguna nota, tampoco me había enviado ningún mensaje, empecé a enviarle bastantes mensajes, pero ninguno tuvo respuesta, cuando noté que en algún momento dejaron de llegarle, preocupándome más ante ello, aunque sabía que tampoco era la primera vez que ella desaparecía de la casa de esta forma, aun así, me sigue preocupando.
Del quien si recibí mensajes fue de Adam Prescott, un compañero de universidad que desde que entre siempre estuvo junto a mí, y a veces detrás de chicas, le había comentado que quería llevar a Zulema hoy a un restaurante por nuestro aniversario, aunque a cómo van las cosas no sabía si podría.
—¡Hey! ¿si llevaras a Zulema al restaurante?
—Pensaba… pero no, no está en casa.
—¿Qué? No puedo creer que otra vez haga lo mismo, amigo por favor…
—Lo se… pero no hay mucho que yo pueda hacer, suele ser por su trabajo.
—Creo que tú y yo, no pensamos lo mismo Demian.
—Bueno sabes que cuando quieras, podemos ir a divertirnos como antes que no estuvieras con Zulema.
—Adam tengo pareja, la última vez que “salimos”
estuviste ocupado con una chica.
—Pero no te preocupes, seguro no debe tardar y
Podremos ir al restaurante.
Después de esa corta platica me acosté en el sillón, no sabía si llorar por aquel desprecio de Zulema o hacerme el fuerte mientras dejaba de sobre pensar tanto, sé que suelo decir que ella siempre está trabajando, pero tampoco quiero tener sospechas sobre ella, si siempre me apoyó tanto.
Borrando esas ideas de mi cabeza preferí subir mi ánimo, si ella no iba poder ir al restaurante, yo haría la cena para ella, se podría decir que estaba muy emocionado con esta idea, seguro le iba a encantar.
Salí a un supermercado para comprar los ingredientes, haría comida italiana, era su favorita, entonces asi podremos tener una cena linda a la luz de las velas, tal
vez un poco cursi, pero porque no permitirse serlo cuando es la chica de tus sueños.
Mientras iba por los pasillos seleccionando los ingredientes, también me permitía comprar pequeños dulces que a ella le gustaban, como el Milkyway, mientras pasaba por los pasillos noté uno en particular con muchas cosas pequeñitas, era el pasillo de bebés, no pude evitar no prestar atención mientras agarraba ropitas,
¿No sería fantástico poder tener uno? Seguro que Zulema será una gran mamá para él.
Como sea no podía seguir perdiendo el tiempo, me dirigí a pagar, a decir verdad, gaste considerablemente una cantidad más de lo que debía, pero si era por hacer algo lindo en mi relación, ¿Quién no?