—¡Yuri! Aquí estás. Tengo buenas noticias.
Yuri se queda en silencio un momento, mirándolo con una expresión impenetrable.
—¿La habéis encontrado?
Dimitri asiente, con una mezcla de alivio y nerviosismo.
—Sí, está en los Estados Unidos. Se ha casado y ha tenido otro hijo.
Yuri, con la mirada perdida, intenta procesar la información. Sus pensamientos parecen un torbellino.
—Dimitri, quiero que llames a tu amigo en México. Esto debe terminar de una vez. Ya le hemos dado demasiado tiempo.
Dimitri lo mira, atónito.
—¿Después de más de una década buscando a tu hija, ahora quieres acabar con ella?
Yuri lo interrumpe con una mirada helada.
—Quiero a mi hija de vuelta. Y quiero a esa traidora de Oxana muerta.
—Pero, hermano...
—¡NO QUIERO QUE ME DIGAS LO QUE TENGO QUE HACER, DIMITRI! —ruge Yuri con un tono que no admite discusión.
Dimitri sale de la habitación, el corazón acelerado. Coge el teléfono y hace una llamada. La respuesta llega rápidamente.
—Hola, tengo un trabajo para ti. Es un caso un poco delicado, no como los que sueles aceptar.
—¿Cuánto? —responde el hombre al otro lado, con un tono cargado de interés.
—Un millón de dólares. Pero hay reglas que debes seguir —dice Yuri, tomando el teléfono de las manos de Dimitri.
—En dos días estaré contigo —responde el hombre, antes de colgar abruptamente.
Yuri se queda mirando el teléfono, su expresión endurecida. Dimitri siente un escalofrío recorrerle la espalda. La calma antes de la tormenta.
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Editado: 06.06.2024