Sombras Del Secuestro

PARTE 6/2

La atmósfera se espesa en la cabaña de madera, como si el aire mismo contuviera secretos. El crujir de las tablas bajo los pasos de Marcus y Shaw resuena en la penumbra. 

Marcus, con su cicatriz prominente, entra primero. Su mirada se clava en Shaw, quien está junto a la ventana, observando el oscuro bosque que rodea la cabaña. La tensión entre ellos es palpable.

“-¿A qué hora quieres salir de aquí?”, pregunta Marcus, su voz ronca. “Tengo que avisar a los hombres”.

Shaw se gira hacia él, sus ojos cansados pero alerta. “Mañana temprano”, responde. “Así llegaremos el sábado”.

Marcus frunce el ceño. -“¿La niña sigue durmiendo hasta esta hora?” Observa la ventana, donde la noche se acerca . -“Deberíamos despertarla”.

Asiente Shaw con la cabeza y se dirige a la habitación contigua, donde esta Leah.  Pero cuando se acerca a la puerta, una brisa fría le acaricia la piel. Este da un portazo  y examina cada rincon,  descubre que la ventana está abierta. El corazón de Shaw se acelera.

“Leah, ¿estás bien, niña?” murmura, pero el silencio es su única respuesta. La habitación está desierta, como si Leah se hubiera evaporado en la noche. Shaw se muerde el labio, culpándose por no haber estado más atento.

Marcus, se acerca. Sus ojos escudriñan la habitación, buscando respuestas. “¿Dónde está la chica, Shaw?” pregunta, su voz tensa. “¿Cómo pudo escaparse sin que te diéras cuenta?”

Shaw aprieta los puños. “En el bosque”, responde con determinación.   -  " Avisa a todos los hombres debemos encontrarla antes de que le pase algo. Si no…” Su mirada se endurece. “Vamos a pagar un precio muy caro por esa estúpida niña”. Toma su arma y se adentra en la oscuridad de aquel bosque que se cierra sobre él.

 

 

 

 

Leah...

No sé cuánto tiempo llevo corriendo en este bosque. Los árboles, altos y retorcidos, se ciernen sobre mí, sus ramas entrelazadas formando una cubierta oscura que apenas deja pasar la luz. El frío es implacable, como si las sombras mismas absorbieran el calor de mi cuerpo. La niebla, densa  se enrosca alrededor de los troncos como fantasmas errantes.

Me giro bruscamente, el corazón martilleándome en el pecho sin parar. ¿Hay alguien detrás de mí? Pero no, solo el silencio. Un silencio que pesa sobre mis hombros como una losa. Respiro hondo, tratando de calmar mis nervios. Estoy sola en este bosque, y eso me aterra más que  encontrarme con cualquier animal salvaje.

Mis pies tropiezan con raíces ocultas bajo la hojas. Caigo al suelo con la respiración entrecortada. Las lágrimas brotan sin control. “Dios mío, estoy perdida”, susurro. El frío me atraviesa los huesos mientras me siento en el suelo húmedo. Mi cabeza no deja de repetir lo mismo -"No hay salida. No puedo ver la carretera por la que hemos venido. No hay nadie. Solo yo y la oscuridad."

Reúno mis fuerzas para levantarme, pero una piedra traicionera me hace tropezar de nuevo. Esta vez, mi cuerpo se desliza por un barranco. Golpeo el suelo una y otra vez, mi cabeza girando como una peonza. Finalmente, me detengo al chocar con un árbol. "El dolor es agudo, cierro los ojos y todo se vuelve oscuro"

Cuando recupero la conciencia, la luna brilla sobre mí. Sangre. Hay mucha sangre. Mi camiseta está empapada. Al levantarla, veo la herida: una rama afilada que se ha incrustado en mi abdomen. No puedo entrar en pánico. Recuerdo cuando mi madre me decia “Tienes que ser fuerte, Leah, Tienes que enduecerte porque no siempre estaremos contigo".  Aprieto mi mano sobre la herida, luchando contra el dolor.

El sonido de un coche rompe el silencio...

-Estoy en la carretera principal !!!, pienso en voz alta llena de  esperanza.

Hago señales con las manos, pero cuando el coche se detiene, veo su rostro. El hombre de la cicatriz. El terror me paraliza. Intento huir, pero estoy herida y débil. Sus manos me sujetan con fuerza. No dice nada, solo me arrastra hacia el coche. Yo intento gritar con todas mis fuerzas para que me suelte pero es en vano.

-Por favor, déjame ir. Quiero volver con mis padres. Ellos deben estar preocupados. No pueden vivir sin mí. Digo con voz temblorosa 

-Tus padres no son mi preocupación. Tú eres mi única preocupación. Y no puedes irte. 

Dice Marcus sin inmutarse

-¿Por que ? ¿Que quereis de mi? Ni siquiera tenemos dinero para pagar un rescate. Por favor dejame ir. No dire nada. No recordare nada. solo quiero volver a casa. 

Sigo suplicando y llorando como nunca. Pero el tan solo me mira con cara burla y sigue arastrandome hacia el coche 

 

El coche está justo frente a nosotros, sus faros brillando como ojos amenazantes. El hombre me empuja hacia la puerta trasera. El metal frío roza mi piel magullada. Intento resistirme, pero mi cuerpo está agotado y dolorido. La rama aún está clavada en mi abdomen, y cada movimiento me hace gemir de dolor.

El interior del coche es oscuro. El olor a cuero y humedad me envuelve. El hombre me empuja hacia el asiento trasero, y caigo con un quejido. La puerta se cierra con un golpe sordo. Estoy atrapada. El cinturón de seguridad se abrocha automáticamente, aprisionándome contra el asiento. 

El coche se pone en marcha, y la carretera se despliega ante nosotros. 

"Toda esperanza se desvanece. He aceptado mi destino. Nunca podré librarme de ellos..."

 

 

 




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