Sombras Del Secuestro

Parte 7

 

-"Sal del coche "Marcus pronunció las palabras con una autoridad que me heló la sangre. El bosque nos rodeaba como un abrazo oscuro. Shaw,  me observaba con ojos fríos mientras salía del vehículo. El miedo me atenazaba; cualquier movimiento en falso podría ser mi sentencia de muerte.

Shaw se acercó a mí cuando puse un pie en el suelo. Su mirada penetrante me hizo temblar. 

—¿Estás bien, niña? —preguntó Shaw, examinando la herida en mi cabeza. Su mano se acercó a mi piel, y yo me aparté con brusquedad.

—Estoy bien. Solo déjame en paz —respondí, tratando de mantener la calma.

—Tranquila. Entra en la cabaña y descansa un poco —ordenó Shaw.

Me refugié en la cabaña, alejándome de ellos. Sus murmullos quedaron atrás mientras me encerraba en el baño. Me miré en el espejo mis  ojos verdes estan apagados, mi cabello dorado enmarañado. No me reconocía. Pero lo peor estaba en mi abdomen tenia  una herida profunda con una rama incrustada. La sangre empapaba mi ropa.

Reuní valor y limpié la herida con agua. Un golpe en la puerta me sobresaltó. Shaw estaba afuera.

—¡Sal ahora o derribaré la puerta! —gritó.

—¿Qué quieres de mí? ¡Déjame en paz! —respondí con rabia.

—Si no sales, entraré sin importar cómo estés —advirtió.

Abrí la puerta temblorosa. Shaw me agarró del brazo con fuerza, aumentando el dolor de mi herida.

—¿Qué te has hecho en el bosque? —se burló—. ¿Jugabas a ser valiente?

—No estaba jugando. Buscaba ayuda —dije, lágrimas llenando mis ojos.

—Si hubieras caminado día y noche durante cinco días, no habrías llegado al pueblo más cercano. Enséñame esa herida —exigió.

—Estoy bien. Déjame —respondí, pero él no cedió.

—Desde que nos conocimos, te he protegido. No he permitido que Marcus te toque. Aunque tus acciones merecen castigo —sentenció.

Shaw se agachó hacia mí, y yo me pegué a la pared. No tenía escapatoria. Hoy, quizás, sería mi último día.

—¿No quieres escuchar? ¡Marcus! —llamó.

—Haré lo que quieras. Solo no le llames —supliqué.

Levanté la camiseta, revelando la herida. Shaw palideció al verla.

—¿Cómo te hiciste esto? —preguntó preocupado.

—Una rama afilada. Necesito un médico —dije, esperando que me llevara a uno.

—Tenemos un enfermero militar en el equipo. Coserá esa herida —anunció.

—No, no, no necesito nada puedo aguantar —insistí, agarrando su mano.

Marcus y otro hombre aparecieron , este ultimo era mas o menos de su misma altura perece latino por sus rasgos. Hablaban de mí como si no estuviera allí.

“Corte en el abdomen. Coser y antibióticos por si hay infección.”

“Sin sedantes. Ella se lo ha buscado.”

Me quedé mirando con terror a todo lo que me rodeaba. Uno de ellos se acercó a mí y me tocó la frente. “Tiene fiebre, tenemos que empezar, sino le va a dar una infección”, dijo con urgencia.

Observé cómo quitaban cosas de la mesa, mientras el enfermero preparaba herramientas al otro lado. La ansiedad me oprimía el pecho. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Por qué yo?

“¿Estás lista?”, preguntó Shaw, mirándome con ojos inescrutables. Negué con la cabeza. No había anestesia, y la idea de sentir la aguja atravesando mi piel me aterraba.

“No puedo”, susurré, luchando contra las lágrimas. “Por favor, no”.

“Eso es necesario”, dijo el enfermero con voz firme. “Si no lo hacemos, la infección se va a extender”. Seguí negando, aferrándome a un lado de la habitación. No estaba dispuesta a dejar que nadie me tocara. Preferiría morir.

“Estoy harto de tus tonterías. Se acabó”, exclamó Shaw, brutalmente. Me inmovilizó con sus grandes manos. Mis súplicas y mis lloros no les hicieron efecto. Cerré los ojos y esperé a que terminara rápido.

“Respira profundo”, susurró Shaw, sujetándome aún con más fuerza. El enfermero continuó, puntada tras puntada, y cada una era como un relámpago de dolor. No podía dejar de temblar. Empecé a pensar en mi casa, mis padres, mi hermano. Eso me devolvió un poco de esperanza.

“¡Casi terminamos!”, anunció el enfermero. La última puntada fue la más intensa, y yo apreté los dientes para no gritar. Me vendaron la herida y me dejaron sola en la habitación, temblando. No había sedantes, pero el agotamiento y el dolor me sumieron en un sueño profundo.

 

 

 

 




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