Sombras Del Secuestro

Parte 8

Mientras me deja recuperar el aliento, el amargo sabor de las pastillas todavía llena mi boca. Shaw me mira con desprecio y me pone un plato de comida en el suelo, tratándome como si fuera un animal. Nunca en mi vida he sentido un odio tan profundo hacia alguien como hacia este hombre.

"Escúchame," dice Shaw con su voz áspera y autoritaria, "te voy a quitar las esposas para que puedas comer. Después vendrá el hombre de ayer a chequearte la herida que te hiciste. No quiero tonterías, ¿vale?"

Asiento con la cabeza, sin decir una palabra. No hay necesidad de responder; el miedo y la impotencia me han dejado sin voz. Mientras Shaw me libera de las esposas, mi mente trabaja frenéticamente, buscando una oportunidad, un escape. Pero por ahora, sé que debo jugar según sus reglas si quiero sobrevivir.

Agarro el plato de comida con manos temblorosas y comienzo a comer con ansiedad. La comida es insípida y apenas puedo saborearla, pero sé que necesito recuperar fuerzas si quiero tener alguna posibilidad de escapar de este infierno. Mientras mastico, mi mirada se cruza con la de Shaw, y en sus ojos veo un destello de satisfacción retorcida, como si disfrutara de mi sufrimiento.

Termino la comida en silencio, sintiendo el nudo en mi estómago crecer con cada bocado. Cuando acabo, Shaw se levanta y se aleja sin decir una palabra. Me quedo sola en la habitación, con el sonido sordo de mis propios latidos como única compañía.

 

Pasan las horas en un silencio tenso, solo interrumpido por el murmullo de Shaw y sus cómplices. Aprovecho el momento en que estamos solos y, casi susurrando, le pido a Shaw que me permita ducharme. Su mirada me atraviesa con una mezcla de pena y desdén, como si la idea de concederme un simple acto de higiene fuera un absurdo.

"Por favor," insisto, esta vez con un tono más firme, "no voy a hacer nada."

Shaw me mira por un momento, como evaluando mis palabras, y luego se levanta y se acerca a mí. El corazón me martillea en el pecho, esperando lo peor, pero él simplemente me quita las esposas y murmura con una voz áspera: "Voy a darte algo de ropa limpia. Escúchame, si no sales en 15 minutos, voy a echar la puerta abajo."

Asiento con la cabeza, tratando de controlar el torrente de emociones que amenaza con desbordarme, y me dirijo directamente al baño. Al ver mi reflejo en el espejo, apenas puedo reconocerme. Estoy hecha un desastre. Lloro un rato mientras me lavo rápidamente, tratando de eliminar la sensación de suciedad que se ha arraigado en mi piel y mi mente.

Mientras tanto, afuera, escucho a Shaw murmurar con Marcus y otro hombre. Sus palabras me llenan de temor. "Prepáralo todo. Nos iremos al amanecer. Tenemos que llegar el sábado. Dimitri estará esperando en Bratsk."

Mi corazón se hunde al comprender que ese tal Dimitri es quien me va a comprar. Estoy perdida. Me van a vender a un traficante de personas. La desesperación me abruma y comienzo a hiperventilar, sintiendo náuseas por lo que he comido antes.

El sonido repentino de un portazo me saca de mis pensamientos, haciéndome saltar. "¡Leah! ¡Sal ya! Ya han pasado 15 minutos. Ya sabes lo que va a pasar si no sales..."

Recojo mi pelo aún mojado y me pongo la ropa que me ha dado Shaw, saliendo del baño lo más rápido posible. Shaw me esposó la mano a un lado de la cama antes de irse. Antes de que cierre la puerta, aprovecho para decirle, con la voz temblorosa: -

¿Te gustaría que tu hija estuviera en mi situación?

No obtengo respuesta. La puerta se cierra tras él, dejándome sola en la habitación, con mis pensamientos oscuros como única compañía.
 




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