Capítulo 10: Aguas Peligrosas

La lancha cortaba las olas del mar de Alborán mientras Álvaro ajustaba su chaleco antibalas. Lucía, sentada a su lado, revisaba el GPS que marcaba un punto sospechoso a unas millas de la costa.

—Según las comunicaciones interceptadas, el cargamento debería llegar al amanecer —dijo ella.

—Entonces debemos adelantarnos —respondió Álvaro, fijando la mirada en el horizonte.

El mar estaba en calma, pero la tensión era palpable. De pronto, las luces de un barco aparecieron en la distancia.

—Ahí están —susurró Lucía.

Álvaro tomó los prismáticos. El carguero mostraba el nombre "Al-Safir" y una bandera marroquí ondeaba en su mástil.

—Llama a la Guardia Civil. Necesitaremos refuerzos —ordenó.

Lucía marcó el número mientras Álvaro aceleraba hacia el barco. Al acercarse, vieron a varios hombres transfiriendo fardos a una lancha rápida.

—Se están dando prisa —murmuró Álvaro.

De repente, un foco se encendió desde el carguero, cegándolos.

—¡Nos han visto! —exclamó Lucía.

Disparos resonaron en la oscuridad, impactando contra el casco de su lancha. Álvaro giró el timón bruscamente.

—¡Agáchate! —gritó.

Desde el carguero, una ametralladora barría el agua a su alrededor. Álvaro sacó su pistola y devolvió el fuego mientras maniobraba.

—¡La Guardia Civil está en camino! —informó Lucía.

Álvaro dirigió la lancha hacia la popa del carguero. Al llegar, lanzó un gancho y trepó por el casco.

—Quédate aquí —ordenó.

Subió a cubierta y se encontró con dos hombres armados. Disparó a uno y se cubrió tras una caja. El otro avanzó, pero Álvaro lo sorprendió con un golpe seco.

De repente, una figura emergió de las sombras. El hombre apuntó a Álvaro.

—Bienvenido a bordo, Ríos —dijo una voz grave.

Álvaro reconoció el rostro del Halcón. El verdadero duelo acababa de comenzar.