Karim Benomar, alias 'El León del Rif', se encontraba en una lujosa villa en las afueras de Tánger. Desde la terraza, observaba el puerto, donde cargamentos ilegales se mezclaban con el tráfico comercial legítimo. A su alrededor, un reducido círculo de hombres discutía en árabe, francés y español: la cúpula de su red.
—Ríos ha descubierto demasiado —dijo Karim, encendiendo un cigarro—. Necesitamos reforzar las rutas alternativas.
—Ya estamos desviando parte del cargamento hacia Alhucemas y Ceuta —respondió Saïd el-Mokhtar, su lugarteniente en la costa marroquí—. Pero la Guardia Civil ha incrementado los patrullajes.
Karim asintió. Sabía que su operación dependía de mantener los envíos constantes.
—Habla con los contactos en Almería y Motril. Usaremos pesqueros de doble fondo. Y aseguraos de que nuestros 'amigos' en el puerto miren hacia otro lado.
Mientras tanto, en Melilla, Álvaro Ríos revisaba la información obtenida del teléfono satelital. Nombres, números y ubicaciones apuntaban a una estructura más grande de lo que imaginaban.
—Aquí no solo está Karim —dijo Lucía—. Esta red tiene tentáculos en toda la costa sur de España.
—Entonces atacaremos las raíces —afirmó Ríos—. Si derribamos su infraestructura, Karim caerá.
La guerra en el mar de Alborán había entrado en una nueva fase, y las piezas estaban en movimiento.
Editado: 19.02.2025