Sombras en el Alborán

Capítulo 35: El Contraataque del Rif

La noticia del enfrentamiento en el mar de Alborán se esparció rápidamente. El ataque directo a la embarcación de Ríos y la muerte de tres agentes de la Guardia Civil marcaron un punto de no retorno. La prensa local hablaba de una "guerra no declarada" en las aguas que separaban España de Marruecos, pero Ríos sabía que era más que eso: era un desafío personal de Karim Benomar.

—Está mandando un mensaje —dijo Ríos, mientras revisaba las imágenes satelitales con Lucía—. Quiere que sepamos que está dispuesto a llegar hasta el final.

—Y nosotros también —respondió ella, con una determinación feroz en los ojos.

La red de Karim se extendía por toda la costa, con raíces que alcanzaban incluso las instituciones. Si querían desmantelarla, necesitaban un golpe certero y contundente.

—Vamos a atacar su punto más vulnerable: la entrega en alta mar —dijo Ríos—. Pero esta vez seremos nosotros quienes lo sorprendamos.

Melilla. Base de Operaciones Provisional.

El capitán Ortega, jefe de la Unidad Antinarcóticos, golpeó la mesa con el puño.

—¿Estás diciendo que quieres infiltrar una lancha camuflada en su zona de entrega sin apoyo aéreo? ¡Es una locura, Ríos!

—Es arriesgado, pero es nuestra mejor oportunidad —insistió—. Karim cree que tiene el control. Si logramos interceptar su próximo cargamento, perderá confianza en su red.

El capitán suspiró y, tras unos segundos de silencio, asintió.

—De acuerdo. Pero si algo sale mal, no podremos enviar refuerzos a tiempo.

Ríos lo sabía. Era un juego peligroso. Pero también era su única opción.

Mar de Alborán. Noche sin luna.

La lancha de fibra de vidrio avanzaba en silencio, camuflada entre las corrientes. Ríos y Lucía, vestidos con trajes oscuros, se mantenían agachados tras el parabrisas. A unos quinientos metros, el eco del radar mostraba una embarcación estacionaria: el punto de entrega.

—Allí están —susurró Ríos.

Tres lanchas rodeaban un viejo carguero sin luces. Desde cubierta, sombras movían fardos de lo que, sin duda, era hachís y cocaína.

—Hora de cazar al león —dijo Lucía, encajando el cargador en su subfusil.

La lancha aceleró hacia su objetivo. En cuanto los reflectores de los narcotraficantes los detectaron, todo se precipitó.

—¡Intrusos! —gritó una voz en árabe.

Ríos disparó a las luces, sumiendo el escenario en penumbras. La confusión fue instantánea. Dos de las lanchas intentaron huir, pero la de Karim se dirigió directamente hacia ellos. Al timón iba Hassan el-Khalid, con el rostro cubierto por una cicatriz aún fresca.

—¡Es el bastardo del Estrella del Sur! —rugió Hassan, reconociendo a Ríos.

—Lucía, ahora —ordenó Ríos.

Ella activó un pequeño detonador. Bajo el agua, una mina colocada horas antes explotó, levantando una columna de agua que volcó la lancha enemiga. Hassan cayó al mar y Ríos no dudó: saltó tras él.

Las aguas oscuras eran un laberinto de corrientes. Hassan sacó un cuchillo e intentó apuñalarlo, pero Ríos lo bloqueó y le asestó un golpe en la mandíbula. El narcotraficante se hundió inconsciente.

Minutos después, lo arrastraron hasta la cubierta del carguero.

—Bienvenido a tu nuevo hogar, Hassan —le dijo Ríos mientras le colocaban las esposas—. Ahora, ¿qué tal si nos hablas de Karim Benomar?

El León del Rif aún estaba libre, pero esa noche, había perdido una de sus garras.



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En el texto hay: españa, marruecos, melilla

Editado: 19.02.2025

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