Capítulo 1
Elena se deslizó por el callejón oscuro, la suave brisa mediterránea acariciaba su piel mientras buscaba escapar del bullicio de la fiesta. Detrás de ella, los ecos distantes de música y risas se desvanecían lentamente. Sus tacones resonaban en el pavimento, una melodía solitaria en la noche.
A lo lejos, las luces parpadeaban sobre las aguas del puerto. La ciudad dormía, pero bajo su aparente calma, los susurros de la mafia italiana tejían una red invisible de poder y peligro.
Luca observaba desde las sombras. Era el príncipe de la noche, un hombre cuyo nombre se susurraba con reverencia y temor en los callejones de Nápoles. Su mirada penetrante seguía cada uno de los movimientos de Elena, como si supiera que su destino estaba entrelazado con el de ella.
Elena se detuvo de repente, sintiendo la presencia antes de verlo. Una figura oscura emergió de las sombras, sus ojos verdes brillando con una intensidad que la hizo contener el aliento.
"¿Qué hace una dama como tú en un lugar como este?", su voz era suave pero cargada de un poder que la atrajo hacia él como un imán.*
"Perdí mi camino", murmuró Elena, aunque sabía que era una mentira. No había perdido su camino; más bien, estaba corriendo hacia algo, o alguien, que sabía que nunca debería alcanzar.
Luca se acercó lentamente, sus pasos eran como los de un depredador acechando a su presa. "Nadie se pierde aquí sin una razón", respondió con calma, sus labios curvándose en una sonrisa que era más peligrosa que reconfortante.
Elena retrocedió un paso, pero algo en su interior se aferraba a la promesa de peligro y emoción que Luca representaba. "¿Y cuál sería mi razón?", desafió, su voz temblorosa pero desafiante.
Luca se detuvo frente a ella, sus ojos buscando los de ella con una intensidad que la hizo temblar. "El destino", susurró, tan cerca que su aliento rozaba su piel. "El destino nos ha encontrado esta noche, Elena. ¿Vas a luchar contra él o sucumbirás a lo inevitable?"
Elena sintió su corazón latir con fuerza, una mezcla de miedo y atracción que la confundía. Sabía que debía alejarse, pero algo en Luca la mantenía allí, incapaz de moverse.
"No creo en el destino", respondió finalmente, su voz apenas un susurro.
Luca sonrió, un destello de peligro en sus ojos. "Entonces, tal vez deberías empezar a creer", murmuró antes de desaparecer de nuevo en las sombras, dejando a Elena sola con sus pensamientos turbulentos.
Elena se quedó allí, sintiendo el peso de las palabras de Luca en el aire. Sabía que había cruzado una línea esa noche, una línea que separaba la seguridad de lo desconocido, la tranquilidad de la pasión prohibida.