Sombras en la Red

7. Izan

Zenith:

Cayó inconsciente y solté sus muñecas, estaban rojas y las masajeó un poco, y acomodó su ropa. la recosté debajo de las cobijas y noté su labio, estaba lastimado de tanto que lo mordió, pasé mi pulgar sobre su labio y se manchó con la poca sangre que salía y chupé mi dedo. Salí de ahí y le envié un mensaje, aunque un poco modificado…

Me hubiera encantado ver como te corrías, pero era un castigo no un premio, pequeña mantis. Asegúrate de sacar el regalito que te dejé anoche.

-Z

Creo que podría calentar mis manos con tu cuerpo todas las noches ;)

-Z

Mientras mi pequeña mantis dormía tranquila, me encargué de su amigo Matteo

Sira:

Me desperté sin saber qué hora era, tomé mi celular a las diez de la mañana y recibí dos mensajes de “Z”.

Leí los mensajes y recordé que él estuvo aquí, me tocó. Rápidamente me senté en la cama con las piernas en flor de loto, chupé dos de mis dedos y, sin tener más opción, los metí para encontrar qué era lo que estaba dentro y encontré algo, me tomó unos minutos sacarlo, sintiendo la excitación creciendo.

Dentro de mí había un USB con tapa, era de silicona negra.

Hazlo de nuevo

-Z

Maldito enfermo

-Sira

Bloqueé de nuevo su número y me duché. Limpié ese flash con toallas húmedas, sería mentira decir que no me causaba curiosidad, pero sería meterme más a la boca del lobo.

Me puse un conjunto cómodo para salir y devolver el libro a la biblioteca y con suerte cambiar la cerradura de mi departamento.

De regreso al departamento me tope con Izan.

—Sira ¿verdad?—

—Si, tu eres Izan ¿no? ¿Cómo estás?—

—Bien, bien… ¿Tu computadora no te ha dado más problemas?—

—Un poco, tengo que irme— Dije tensa recordando como esa máquina estaba sin control, después volteé de nuevo. —De casualidad ¿sabes a cuánto está una computadora parecida a la mía?—

—¿Vas a venderla? Sería un desperdicio… Deben estar entre 200 y 450 dólares, no mucho la verdad—

—Está bien, gracias— volteé de nuevo para irme y me tomó del brazo suavemente.

—Espera… ¿no quieres ir a algún lado? Es una invitación—

—¿A dónde?—

—Creo que ví una tienda de discos por aquí cerca—

—¿Cómo sabes que me gusta eso?— mis nervios hicieron que mi pregunta salga a la defensiva.

—La última vez que te ví traías una camiseta de The Neighbourhood y ahora tienes una de Charli XCX— Dijo cruzando sus brazos y levantando una ceja.

—Eres buen observador— sentí como mis hombros se relajaban.

Con tal de no regresar a mi departamento me fui con Izan.

A veces me pregunto si no salgo lo suficiente o solo frecuento los lugares que ya conozco, nunca supe de la existencia de esta tienda de discos. Parecía pequeña, pocos estantes pero cada uno tenía miles de discos diferentes, vinilos, CDs, camisetas, bolsas, todo.

Izan tenía en las manos un vinilo de Linkin Park “Meteora” y revisaba la lista de canciones en la parte posterior, mi celular vibró tres veces, la curiosidad me ganaba ¿y si era Z?

¿Disfrutando la cita?

-Z

Puede volverse interesante

-Z

Vi de reojo a Izan dejando el vinilo de lado.

Tomé un vinilo de The Weeknd sin saber ni siquiera que canciones traía y me dirigí a la caja y lo pagué, Izan al ver esto me siguió.

—¿Es en serio? ¿The Weeknd?—

—¿Qué tiene?—

—No pareces ser alguien que escucha eso…—

—Se puede comenzar ¿no?— Aclaré mi garganta. —Debo irme, que tengas buen día—

Me fui, él solo me hizo un gesto con la mano y salí. Caminé con la sensación de ser vista, en la calle había más gente pero me sentía como un fantasma, yo en mi mundo y ellos en el suyo. Trataba de caminar normal, pero sentía como si algo me seguía, algo grande, veloz, y mis pasos parecían ser más lentos.

Está detrás de mí.

Giré rápidamente, no había nadie, la gente caminando del lado contrario, algunos me voltearon a ver y otros ni se inmutaron.

Seguí caminando y llegué a mi departamento.

—¿Señora Nancy?— Dos golpes.

—Pasa Sira, ¿qué pasa?— Dijo

—Usted… escuchó algo anoche?—

—No, nada. Probablemente fue la mejor noche de mi vida, dormí como un bebé—

—Me alegro por usted… Quería preguntarle algo—

—Claro, mi niña, con toda la confianza—

—Existe la posibilidad de que yo pueda cambiar la cerradura de mi departamento—

—Y eso porque—

—Solo por seguridad—

—No Sira, está casa fue heredada de mis padres, las cerraduras son fuertes, además ¿en donde has visto llaves de este tipo? son más que seguras que esas porquerías que venden en los supermercados—

—Tiene razón, está bien, gracias—

—Hasta luego— Dijo cerrando

No podía arriesgarme a perder el departamento, todas las residencias estaban ocupadas, era extraño, siempre al terminar un periodo había por lo menos un letrero de renta.

No fui a mi departamento, sabía que había una oficina de policía a pocas calles.

—Buenos días, quisiera hablar con un oficial—Le dije a la señorita detrás del escritorio.

—Un momento— Levantó el teléfono para llamar a alguien y me hizo esperar en unas sillas forradas con cuero que alguna vez fue nuevo.

—Soy el oficial Williams, dígame que la trae por aquí— me guío a través de una puerta de cristal, dentro había varios escritorios, agentes escuchando a quienes iban o haciendo papeleo.

—Me llamo Sira Vanderbilt, y creo que tengo un acosador—

—¿Desde cuándo?—

—Casi dos semanas—

—¿Tiene pruebas?—

—Sí, aquí— Le di mi celular, las capturas de pantalla que tomé, los mensajes.

—No encuentro nada que incrimine a alguien señorita—

Fruncí el ceño, tomé mi celular y solo habían fotos que tomé, pero nada de las capturas. Revisé los mensajes, nada.

No había rastro de Z

—No se por que no aparece nada… pero ayer el intruso se metió a mi departamento, además dejó unas flores—




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