El frío de la noche se colaba por la ventana abierta mientras Emma retrocedía lentamente hacia la pared. Sabía que no estaba sola. En la penumbra de su habitación, las sombras parecían moverse por voluntad propia. Respiró hondo y susurró:
-¿Quién está ahí?
Un crujido rompió el silencio, seguido por un susurro bajo y áspero:
-Tienes que parar, Emma.
El aire se tornó denso. La figura se movió rápidamente, saliendo de la oscuridad. Emma, aterrada pero decidida, tomó la lámpara de su escritorio y la arrojó hacia el intruso. Este esquivó el golpe y corrió hacia la puerta, pero no antes de dejar caer un sobre en el suelo. Emma lo recogió mientras el intruso desaparecía en la noche.
Dentro del sobre había una llave antigua y un trozo de papel con una dirección: "Iglesia de St. Lucia. Medianoche." Sin pensarlo demasiado, llamó a Clara y Nate para contarles lo sucedido. A pesar de las protestas de Nate, que creía que era una trampa, Emma insistió:
-No podemos detenernos ahora. Liam necesita nuestra ayuda.
A las 11:50 p.m., los tres llegaron a la iglesia abandonada, un lugar que había sido el centro de extrañas historias durante años. La puerta principal estaba cerrada con cadenas oxidadas, pero la llave que Emma encontró encajó perfectamente en el candado. Al entrar, el olor a madera podrida y humedad era abrumador. Las velas apagadas alineaban los bancos, como si alguien hubiera estado ahí recientemente.
En el altar, encontraron un libro antiguo con el símbolo del círculo y la línea en la portada. Al abrirlo, descubrieron detalles perturbadores: rituales, sacrificios y nombres... incluyendo el de Liam. Pero lo que más les impactó fue una página arrancada, con una nota manuscrita en su lugar:
-"El próximo sacrificio equilibrará la balanza. Los Ashford lo sabían."
Nate dio un paso atrás, nervioso.
-Esto es demasiado. ¿Qué significa eso de "los Ashford lo sabían"?
Antes de que Emma pudiera responder, las puertas de la iglesia se cerraron de golpe. Un coro de susurros llenó el aire, y las velas se encendieron solas. Las sombras de las paredes comenzaron a moverse, alargándose y retorciéndose como si cobraran vida. De pronto, una figura encapuchada apareció en el altar.
-No deberían estar aquí, -dijo con una voz baja y profunda-. Ya han cruzado demasiadas líneas.
Emma avanzó, desafiando el miedo que paralizaba a sus amigos.
-¿Dónde está Liam? ¿Qué hicieron con él?
La figura permaneció en silencio por un momento, luego levantó una mano y señaló el suelo bajo sus pies. Alguien estaba golpeando desde abajo, como si estuviera atrapado en una cripta.
-Tienen hasta el amanecer para decidir: salven a su amigo o salven su propia vida.
Las luces se apagaron de golpe, y cuando volvieron, la figura había desaparecido. Nate corrió hacia el altar, golpeando el suelo donde se escuchaban los golpes. Encontraron una trampilla con un candado grabado con el símbolo del círculo y la línea. Sin la llave, no podían abrirla.
Clara encontró otra pista en el libro: un pasaje que hablaba de La Puerta Oculta, una entrada secreta bajo el lago que conectaba con las catacumbas de la iglesia. El tiempo corría en su contra, pero no había otra opción.
La carrera bajo el lago:
Equipados con linternas y herramientas improvisadas, se dirigieron al lago. Emma recordó un viejo embarcadero abandonado donde solía jugar de niña, marcado en el mapa que habían encontrado en el casillero de Liam. Allí, tras mover varias tablas podridas, encontraron una entrada sumergida. Nate, que había sido nadador, se ofreció a explorar primero.
Bajo el agua, descubrió una compuerta de hierro con una inscripción: "Solo los elegidos pueden entrar." Para su sorpresa, la compuerta se abrió al tocarla, como si lo estuvieran esperando. Los tres entraron y emergieron en una caverna iluminada por antorchas. El sonido del agua goteando resonaba en la oscuridad.
Lo que encontraron allí los dejó sin palabras: un círculo de piedra con marcas antiguas grabadas, y en el centro, Liam, encadenado y semiinconsciente. Pero no estaban solos. Una docena de figuras encapuchadas los rodearon, sus rostros ocultos por máscaras con el símbolo del círculo y la línea.
-No es demasiado tarde para retroceder,
-dijo una voz desde las sombras. Pero si eligen desafiar al Ojo de Everlake, deben aceptar las consecuencias.
Emma dio un paso adelante.
-No vamos a irnos sin él.
La figura principal se quitó la máscara, revelando algo que nadie esperaba: era el director de la escuela, el hombre que todos creían ser un pilar de la comunidad.
-¿De verdad creían que este pueblo prospera sin sacrificios? El equilibrio es lo único que nos mantiene con vida. Ustedes no lo entienden, pero lo harán.
Antes de que pudieran reaccionar, el director alzó una daga ceremonial, apuntándola hacia Liam. Emma, sin pensarlo, tomó una roca del suelo y se la lanzó con todas sus fuerzas, golpeándolo en el brazo y haciéndole soltar la daga.
Nate y Clara aprovecharon el caos para liberar a Liam, pero antes de que pudieran escapar, las antorchas comenzaron a apagarse una por una, dejando la caverna en completa oscuridad. Un grito desgarrador resonó en la caverna, seguido por un susurro que se escuchó claramente en la mente de Emma:
-Esto no ha terminado. Ustedes ahora son parte del equilibrio.
Lograron escapar del lago con Liam, pero algo estaba mal. Liam, aunque consciente, no hablaba. Al llegar a casa, Emma intentó preguntarle qué había sucedido, pero él solo murmuró una frase antes de perder el conocimiento:
-Ellos siempre están observando.
Esa noche, Emma encontró un sobre bajo su almohada. Dentro había una foto: ella, Clara, Nate y Liam en la caverna... tomada desde el interior.
Editado: 08.01.2025