La casa de Emma estaba sumida en un silencio opresivo. Desde la desaparición de Clara, algo había cambiado en el aire, en el ambiente de Everlake, como si el sacrificio hubiera apaciguado a las sombras... pero no del todo. El espejo permanecía sobre la mesa del comedor, irradiando un resplandor azul que hacía que Emma y Nate no pudieran apartar la mirada.
Una noche, mientras ambos intentaban dormir, un ruido metálico los despertó. Bajaron al comedor y encontraron el espejo vibrando, emitiendo un zumbido constante. Nate, sujetando un cuchillo, dio un paso hacia él.
-No lo toques -advirtió Emma, pero Nate ya había colocado su mano sobre el cristal.
Al instante, sus ojos se abrieron excesivamente, y un grito escapó de su garganta. Emma lo jaló hacia atrás, pero en el breve contacto, algo había cambiado en Nate.
-¿Qué viste? -preguntó Emma con urgencia.
Nate la miró, su rostro empalideciendo.
-Clara... no está sola. Hay algo más en el abismo. Algo que se mueve entre las sombras, esperando.
La advertencia del espejo
Esa misma noche, mientras intentaban decidir qué hacer, las luces de la casa comenzaron a parpadear. El espejo brilló más intensamente, y una figura comenzó a formarse en su superficie. Era Clara, pero su rostro estaba marcado por cicatrices oscuras que la hacían parecer más una aparición que la amiga que habían perdido.
-No debieron traer el espejo aquí -dijo Clara, su voz vibrando como un eco infinito.
-Clara, ¿qué está pasando? -preguntó Emma con lágrimas en los ojos.
-El Ojo no fue sellado completamente. Mi sacrificio no fue suficiente porque algo dentro del abismo lo alimenta. Cada decisión que tomamos lo acerca más a nuestro mundo.
Nate golpeó la mesa.
-¡Entonces dinos qué hacer!
Clara lo miró, pero su expresión no mostraba esperanza, solo resignación.
-No hay cierre sin pérdida total. Para sellar el Ojo, no basta con un guardián. Todo lo que ha sido marcado por el ciclo debe desaparecer.
El último mensaje de Clara
Emma comenzó a temblar.
-¿Estás diciendo que nosotros...?
-Tienen que destruirlo todo -dijo Clara, señalando el espejo-. Este espejo es la conexión más débil, pero también es el ancla que mantiene el Ojo unido a este mundo. Si lo destruyen, el equilibrio podría restaurarse... o el abismo podría abrirse por completo.
Antes de que pudiera decir más, su imagen comenzó a desvanecerse. Clara extendió una mano, desesperada.
-No dejen que gane...
El espejo se apagó, dejándolos en una oscuridad absoluta.
El dilema del sacrificio
Emma y Nate se miraron, la desesperación reflejada en sus ojos.
-Si destruimos el espejo, podríamos acabar con esto -dijo Nate, sosteniendo un martillo que había sacado de la despensa-. Pero, ¿y si Clara tenía razón? ¿Y si lo rompemos y todo se desmorona?
Emma negó con la cabeza, su voz apenas un susurro.
-No hay garantías. Nunca las hubo.
De repente, un rugido resonó desde fuera de la casa, un sonido gutural que hacía vibrar las ventanas. Emma corrió hacia la puerta y vio cómo las sombras del bosque se agitaban, formando figuras que comenzaban a acercarse a la casa.
-No tenemos tiempo -dijo Nate, levantando el martillo.
Emma lo detuvo.
-No. Si rompemos el espejo, necesitamos estar preparados para lo que venga después.
Nate la miró con frustración, pero asintió.
El ataque de las sombras
Mientras las sombras rodeaban la casa, Emma y Nate hicieron barricadas con los muebles. Los ruidos en el exterior eran ensordecedores: crujidos, golpes, gruñidos. Las figuras finalmente comenzaron a forzar las ventanas, y la primera logró entrar: un ser humanoide con extremidades alargadas y ojos completamente negros.
Nate lo enfrentó con un cuchillo, pero las criaturas parecían multiplicarse con cada ataque. Emma, aterrorizada, se dio cuenta de algo.
-¡El espejo! Están viniendo por él.
Corrió hacia la mesa donde estaba el espejo, pero antes de que pudiera tocarlo, una voz resonó en la habitación, helándoles la sangre.
-No puedes escapar del ciclo.
La figura de Liam apareció en la entrada, pero no era el Liam que conocían. Sus ojos eran abismos, y una sonrisa sin alma distorsionaba su rostro.
-El equilibrio debe romperse -dijo con un tono que parecía venir desde lo más profundo del abismo.
El sacrificio inesperado
Emma miró a Nate y luego al espejo.
-No hay otra manera.
Sin esperar una respuesta, Emma agarró el espejo y corrió hacia la puerta.
-¡Emma, no! -gritó Nate, persiguiéndola.
Emma abrió la puerta y salió corriendo hacia el bosque, las sombras siguiéndola de cerca. Llegó al claro del lago, donde todo había comenzado, y levantó el espejo por encima de su cabeza.
-Si esto es lo que quieren, ¡tómalo!
Con todas sus fuerzas, lanzó el espejo al suelo, rompiéndolo en mil pedazos. El mundo pareció detenerse.
El final del ciclo... o el comienzo
Una explosión de luz cegadora envolvió el lago. Las sombras desaparecieron, y el aire se llenó de un silencio abrumador. Emma abrió los ojos lentamente, pero algo había cambiado. El claro del lago estaba vacío, y el espejo roto había desaparecido, junto con las criaturas.
Cuando Emma regresó al pueblo, encontró a Nate esperándola, pero algo en él era diferente.
-Emma, ¿qué pasó? -preguntó, pero su voz parecía lejana.
Emma lo miró, pero antes de responder, notó algo en su brazo: el símbolo del círculo y la línea había desaparecido, pero en su lugar había una marca nueva... un ojo que la observaba.
Un susurro llenó el aire:
"El ciclo nunca termina. Solo cambia de forma."
Editado: 08.01.2025