Everlake

E10: El vértigo del ojo

El amanecer en Everlake no trajo tranquilidad. El pueblo estaba cubierto por una neblina espesa que parecía respirar, moviéndose lentamente entre las casas. Emma y Nate apenas habían intercambiado palabras desde la destrucción del espejo. Ambos sabían que algo había cambiado, pero no se atrevían a hablar de ello.

Esa mañana, Emma despertó con una sensación extraña. Su brazo, donde antes había estado el símbolo del círculo y la línea, ahora ardía como si algo latiera bajo su piel. Al mirarlo, el ojo grabado parecía observarla, como si fuera consciente de su existencia.

-Nate -llamó, entrando en la sala donde él revisaba el libro que Clara había dejado. Esto no terminó.

Nate levantó la vista, su expresión cansada.

-Lo sé. El espejo se rompió, pero el Ojo no desapareció. Algo está aquí, Emma. Algo nos está mirando.

El regreso del abismo

Mientras hablaban, un ruido proveniente de la calle los interrumpió. Al asomarse por la ventana, vieron a los pocos habitantes de Everlake reunidos en la plaza principal, todos mirando hacia el cielo. Emma y Nate salieron apresuradamente, y lo que vieron les heló la sangre.

Un enorme círculo oscuro se había formado en el cielo, pulsando como un corazón gigante. Las nubes giraban alrededor de él, y de su centro caía una lluvia negra, espesa y viscosa, que se evaporaba al tocar el suelo. Los habitantes estaban inmóviles, con los ojos completamente blancos, sus cuerpos rígidos como si estuvieran en trance.

-¿Qué demonios es eso?
-preguntó Nate, retrocediendo.

Emma sintió un escalofrío recorrer su columna. Las palabras del libro resonaron en su mente: "El marcado es el puente."

-Creo que es por mí
-dijo, casi sin aliento.
- El Ojo... está conectado conmigo.

Las voces del círculo

De repente, una voz resonó en su mente, profunda y escalofriante, como un eco que venía desde las profundidades del abismo.

"El puente ha sido creado. Ahora, abre la puerta."

Emma se tambaleó, llevándose las manos a la cabeza. Nate la sostuvo, su expresión llena de preocupación.

-¿Qué escuchaste?
-preguntó.

-Quiere que abra la puerta
-susurró Emma, temblando. No sé qué significa, pero creo que es algo peor de lo que imaginamos.

Nate tomó el libro y comenzó a pasar las páginas frenéticamente. Su rostro palideció al encontrar un pasaje que no había visto antes, escrito en tinta roja que parecía fresca.

"Cuando el cielo se oscurezca y la lluvia negra caiga, el puente deberá tomar su lugar en el abismo para cerrar el Ojo."

-Emma -dijo Nate, mostrando el texto-, creo que la única forma de detener esto es... sacrificándote.

La llegada de las sombras

Antes de que Emma pudiera responder, un estruendo sacudió la tierra. Desde el bosque que rodeaba Everlake, figuras oscuras comenzaron a emerger. Eran las mismas criaturas que habían enfrentado antes, pero esta vez eran más numerosas, y sus formas eran más definidas, casi humanas.

-No tenemos tiempo para discutir
-dijo Nate, agarrando el libro y corriendo hacia el bosque-. Tenemos que encontrar el altar del lago. Allí comenzó todo, y allí debe terminar.

Emma lo siguió, su mente llena de confusión y miedo. Mientras corrían, las sombras los perseguían, sus gruñidos y chillidos resonando en el aire. La niebla se hacía más espesa con cada paso, y el camino parecía alargarse interminablemente.

El altar y la revelación

Finalmente, llegaron al claro del lago. El altar seguía allí, pero ahora estaba cubierto de símbolos brillantes que se retorcían como si estuvieran vivos. En el centro, donde antes había estado el espejo, había un portal oscuro, girando lentamente.

Emma sintió una atracción irresistible hacia el portal. Su brazo comenzó a arder intensamente, y el ojo en su piel se abrió completamente, mostrando un iris dorado que brillaba con una luz cegadora.

-Esto es
-susurró Emma, acercándose al altar.

-¡Emma, no!
-gritó Nate, agarrándola del brazo-. No sabemos qué hay del otro lado.

Antes de que pudiera responder, una figura emergió del portal. Era Clara, pero algo en ella había cambiado. Sus ojos eran completamente dorados, y una energía oscura la envolvía.

-No deberías estar aquí, Emma
-dijo Clara, su voz entrelazada con la del Ojo-. Este no es tu destino.

Emma dio un paso atrás, confundida.

-Clara, pensé que habías... ¿por qué estás aquí?

-Yo soy la guardiana ahora
-respondió Clara-, pero no puedo detenerlo sola. El ciclo se repite porque no todos los marcados han cumplido su papel.

La decisión imposible

Nate dio un paso adelante, con el libro en sus manos.

-Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo cerramos el ciclo?

Clara lo miró con tristeza.

-El ciclo no puede cerrarse mientras el puente exista. Emma debe entrar al abismo, pero no como sacrificio. Debe convertirse en el nuevo guardián.

Emma sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Todo en su interior quería resistirse, pero sabía que no había otra opción. Miró a Nate, con lágrimas en los ojos.

-Prométeme que harás que esto valga la pena.

Antes de que Nate pudiera responder, Emma subió al altar y extendió su mano hacia el portal. El ojo en su brazo brilló intensamente, y el portal comenzó a tragársela.

El susurro del abismo

Mientras Emma desaparecía en el portal, un susurro llenó el aire, profundo y amenazante.

"El ciclo no termina. Solo comienza de nuevo."

Clara observó con tristeza cómo el portal se cerraba, dejando solo el altar vacío. Nate cayó de rodillas, gritando el nombre de Emma mientras el cielo comenzaba a aclararse.

Pero algo no estaba bien. El ojo en el brazo de Nate comenzó a formarse, y un frío familiar lo envolvió.

El eco del ciclo

Esa noche, Nate se sentó frente al altar, sintiendo que algo en su interior había cambiado. Una voz resonó en su mente, suave pero implacable.



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En el texto hay: misterio, suspenso, pueblo

Editado: 08.01.2025

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