Somos Canciones 2

Capítulo 2

Observé por segunda vez mi imaginé en el espejo, un vestido color rosa, adornaba mi figura, me dirigí a por mi perfume y una vez lista salí de la habitación.

En la sala estaban mis compañeros de piso viendo una película mientras comían lo que habían pedido por globo. Miré a mi amiga con sospecha, no era posible que no intentará detenerme. ¿Qué tramas Sue?

El timbre de casa aviso que alguien llamaba y me dirigí a ella, aunque no pase por alto la atenta mirada de ella.

— Hola, preciosa —saludó Adrián tomando mi mano para hacerme girar—. Espectacular como siempre.

— Hola a ti también Adrián —pronunció Sue desde su sitio.

— Hola chicos —los saludó este—. Lo siento, pero es ver a esta mujer y perder el sentido.

— ¿A dónde vamos? —pregunté un poco más emocionada.

— A un restaurante italiano buenísimo, me dijeron que preparan unas pastas deliciosas —la emoción abandonó mi cuerpo, pero no sabía cómo explicarle que ya no me apetecía ese tipo de comida.

— ¿Qué sucede por qué pones esa cara? —la risa de Sue desvío su atención de mí.

— No come pastas desde hace un año —agrego con malicia— No deberías saber ya eso, Adrián.

— Pensaba que era tu comida favorita —explicó y caí en cuenta de que el tiempo en el que texteábamos esa había sido mi respuesta a mi plato favorito—. No importa, podemos ir a otro lugar, solo dime qué te apetece cenar.

— Qué desastre de primera cita —volvió hablar Sue.

Es que no podía quedarse al margen como su novio.

— ¿Cebiche? —propuse, pasando por alto el comentario de mi amiga.

Lo vi buscar algo en su móvil hasta que dijo.

— Solucionado, ya tenemos reserva en un nuevo restaurante.

Salimos a la calle donde nos esperaba su reluciente auto. El viaje hasta el restaurante fue corto, el lugar y el ambiente eran espectaculares, te envolvía sus aromas.

— A veces tengo el presentimiento de que no le agrado a tu amiga —dijo mientras cenábamos.

— No lo tomes personal, es así con todo el mundo —mentí, porque no me veía explicándole las verdades razones de su actitud.

— No me gustaría que la amiga de la chica que me gusta me odiara —deje la copa nuevamente mirándolo expectante—. No te vayas a espantar, es la primera vez que aceptas salir conmigo y no quiero que te lleves una mala impresión, pero creo que lo que he dicho es bastante obvio.

— No sabía que te gustaba —dije tratando de no parecer espantada.

— Desde que te vi por primera vez en casa de Alex —algo dentro de mí me hizo revolverme de incomodidad por los recuerdos que tenía de esa noche.

— Es bueno saberlo —solo pude mencionar esas palabras porque de pronto ya no quería seguir ahí.

Quería irme a casa, tomarme una tarrina de helado de fresa y pasarme horas viendo mi serie favorita mientras deseaba que nada de esto fuera real y que al despertarme al otro día él estaría ahí.

Obligue a mi mente a alejar esos pensamientos y centrarme en el chico que tenía delante, no era su culpa, él ni siquiera sabía lo que había pasado en realidad esa noche.

Terminamos de cenar y me invitó a ir por una copa a un lugar tranquilo y acepté. ¿A quién le haría daño una copa?

Una, a nadie, pero más de cuatro a mí. Estaba achispadilla cuando detuvo el auto frente a mi edificio. Quise bajar y despedirme con un simple hasta luego, pero de pronto tiro de mí y depósito sus labios sobre los míos.

No había dejado a nadie besarme desde ya saben cuando y justo en ese momento Adrián me había robado un corto beso.

Fue... Totalmente diferente, diferente a lo que mis labios aspiraban, a lo que extrañaban, no hubo corriente, solo tranquilidad. No fue un mal beso, pero definitivamente no era como a lo que mis labios estaban acostumbrados.

— Saben mejor de lo que imaginaba —susurro cerca de ellos—. Sé que puede sonar como una locura, pero quisiera invitarte a salir.

— A penas regresamos de una salida —bromeé.

— No -—negó con su cabeza—. Me refiero a otro tipo de salida, algo como novios —aclaró dejándome descolocada—. ¿Quieres ser mi novia, Mara?

Un recuerdo me invadió y no encontré nada de lo que aquel chico había dicho en estás nuevas palabras.

No había una canción, no había un...

Eres adictiva, eres mi puta adicción, Amara.

¿Puedo ser tu amor?

Tu futuro novio.

¿Tu único amor?

Y ahí estaba mi error esperar lo mismo de alguien que me había mentido.

Me aterraba la idea de comenzar algo nuevo, aunque tampoco quería herir sus sentimientos, había esperado todo un año hasta que acepté salir con él. Algo dentro de mí pidió que intentara ser sincera.

— No sé si estoy preparada para comenzar una relación —aclaré de la mejor manera—. Siento que esto es demasiado pronto, apenas te acepte una salida.

— No quiero que me vayas a apartar por mi desesperación —pidió tomándome de las manos—. Llevo un año entero esperando por este momento.

— Solo necesito pensarlo un poco —propuse de pronto sin pensarlo.

— Si tienes que pensarlo, malo —dijo acariciándote mis manos.

— Haré una lista con tus pros y contras —traté de quitarle el hierro al asunto.

— Ni siquiera puedo molestarme porque tengas que pensarlo —supe que debía aprovechar para salir del auto antes de que la conversación lo llevará a robarme otro beso.

— Creo que debería subir —dije como despedida.

— Nos vemos pronto, preciosa.

Camine hasta la entrada del edificio y una vez dentro vi el auto marcharse. Esperé el ascensor y subí hasta el piso en el que se encontraba el apartamento.

Abrí silenciosamente la puerta para no despertar a Sue, no necesitaba un interrogatorio justo ahora. Miré la hora en el reloj que se encontraba en la cocina.

Eran pasadas las once de la noche. Fui a la nevera por un vaso de agua, traía la garganta seca después del suceso del beso robado.

Serví el agua en un vaso y la bebí tranquilamente hasta que sentí como se cerraba la puerta de la entrada y todos mis sentidos se alertaron.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.