Soñar es gratis

A que huelen las nubes?

Que lindo el paisaje de verano, con el sol incendiando cada rincón del país con temperaturas elevadísimas, él sentía un optimismo contagioso, eufórico, con una energía que no se disipaba ante nada, la más esplendida y natural sonrisa, entonces mira al frente y observa cargado de admiración la causa de semejante sonrisa, el rostro culpable de su felicidad, de esa paz interior y espiritual que lo inunda, él, lector insaciable de Pablo Neruda pensó: es la reina, puede que existan mujeres más bellas, más altas, más castas pero ella es mi reina, contemplaba ese pelo que lo incita a la locura, la complicidad entre ambos se podía percibir desde el borde del universo, desde el centro de la Tierra, desde que surgió la vida en el Planeta, desde cualquier lugar o momento, y la voz de ella perfecta para el arte de cantar se entonaba y le prestaba el resultado inmediato de su talento  para la música, él escuchaba hipnotizado ante su reina y sentía que el viaje al Edén había comenzado, y ambos pasajeros no atrasaron más lo inevitable, él  le acaricio el pelo acerco sus labios despacio y se juntaron en el viaje con sus lenguas jugando, un intercambio de salivas, de amor y placer, imposible terminar, indetenible complacer a las ganas, se desnudaron vehementemente listos y ansiosos de vivirse el uno al otro, y ella cabalga sobre su pene erecto a más no poder, olvidándose que es reina le hace el amor como reclaman los instintos animales, y su voz melodiosa otorgada por fuerzas divinas posee sus melodiosos gemidos, salvajemente se disfrutan sin reprimir ni una gota de sus deseos, en él la excitación crecía poseído por su reina  hasta que el orgasmo se hacía inevitable, ya la eyaculación llegaba y terminaba aquel combate con los dos besándose envueltos en lujuria, en amor hacia la vida eterna, pudiendo precisar sin temor a equivocarse el olor de las nubes.

El soñador abría sus ojos ya había amanecido hace un rato, la noche termino tarde y requería descanso, cuando entonces ya despierto y de vuelta en la tierra miró hacia su izquierda y estaba su compañera de la noche pasada que no era la de sus sueños, a la derecha una botella de ron vacía y una caja de cigarros donde quedaba el último sobreviviente y entonces recordó que aquella muchacha de sus sueños era una ilusión, que son nada que siempre han sido nada porque ella no correspondía su amor ni lo había hecho ni lo hará, y preparando su día, llamo a la muchacha de sus sueños como hacía cada día desde un día que ni siquiera recuerda, un día lejano perdido en el tiempo, luego de escuchar su voz y saber que ella está bien, capitán de su destino, no perdió tiempo encendió el último cigarro de la caja y fue a buscar su botella del día, otra caja de cigarro, aprovisionándose de las cosas que necesitaba para pasar el día y en la noche follar como salvaje con alguna mujer terrenal, resignado a que lo eterno, lo perfecto no existen, a que el amor es un milagro y a que jamás sabrá a que huelen las nubes.     




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