Sonia estaba tan agotada cuando llego a la casona. El sonido de la motocicleta le hizo perderse por tan solo unos instantes en el olvido. Que ilusa. Todo este tiempo su familia solamente la había estado utilizando una y otra vez y ella ¿Qué era lo que hacia? Absolutamente todo lo que un perrito faldero puede llegar a ser.
Eran su familia, son su maldita familia, como es posible que ella este pagando por los pecados paganos de ellos.
La gran puerta de metal se abrió en cuanto puso un pie frente a ella.
Sonia trago saliva y con bastante escepticismo dio varios pasos hasta adentrarse en el lugar que ahora se había convertido en su..... nuevo hogar.
A cada paso que daba y, se adentraba mas y mas, las lagrimas recorrían sus mejillas y los hipidos y gemidos salieron a relucir. Como los de una chiquilla de kinder, resonaban en el patio. El cabello enmarañado, el vestido levemente lleno de suciedad ahora estaban al borde del colapso.
Sonia sollozo con tanta fuerza que, apenas y lograba respirar. Dejándose caer de rodillas en el suelo cubierto con una gran capa de césped un tanto seco. Quedo de rodillas por bastante tiempo, hasta que unos pies descalzos con las uñas pintadas de un ligero color marrón le dieron la bienvenida.
__ ¡Sonia!
El grito que dio el señor de la Torre, la dejaron congelada por unos momentos.
__ Muévete.
Las palabras del señor de la Torre, fueron dichas con tanta indiferencia que Sonia parpadeo varias veces antes de ponerse de pie.
Cuando Sonia logro ponerse de pie, el señor de la Torre, tomo su mano y, ambos entraron en la gran casona. Una casa bastante acogedora, sencilla pero ala misma vez, totalmente carente de calidez humana.
La dirigió a la segunda planta. Ambos subieron las escaleras, yendo directamente a la cual, sería de ahora en adelante su habitación.
__ Debes de estar realmente cansada. Deberías de tomarte un baño y meterte debajo de las sabanas. Mañana será otro día, mañana hablaremos con mas calma.
Sonia seguía sin pronunciar ni una sola palabra. Se metió a la regadera y tomo el baño de agua caliente mas largo de su corta vida. Lloro, dejo que el agua se llevaran su dolor, dejo que el agua ahogara sus gemidos y su llanto.
Cuando salió de la regadera, se envolvió en una toalla y salió directo a la habitación. Pero se llevo una pequeña sorpresa, al encontrar al señor de la Torre sentado en el borde de la cama, con un semblante burlesco, calmado pero con una mirada bastante ambigua y divertida.
__ Si has terminado de compadecerte, sígueme.
_ ¿Como? Lo tengo que seguir de la manera en la cual me encuentro vestida.
La ironía en las palabras de Sonia, desordenaron un poco el semblante del señor de la Torre. Pero se recompuso casi de inmediato.
__ Vaya sorpresa me he llevado.
_ Es mejor que descanse esta noche, mañana me puede mostrar lo que desee.
__No quiero
_Estamos en las mismas. Ahora, salga de la habitación.
__ No quiero. ¿Qué me vas hacer?
Sonia se alzo de hombros y se dio la vuelta. Sabia que no podía tentar al diablo de la forma en la cual estaba haciendo pero, algo muy en el fondo le decía que no cediera en nada. Sin embargo su cabeza le decía que tenia que bajar la mirada e inclinar la rodilla con su nuevo amo. No lo haría. Nunca lo haría. Dejo salir un gran suspiro y llevo sus manos al borde de la toalla, estuvo pensativa por algunos momentos y, cuando finalmente logro llegar a un acuerdo con ella misma, abrió uno de los cajones del lado derecho de la cama y encontró unos calzoncillos blancos a media pierna pulcramente doblados. Estaban suaves y, parecían nuevos. Pensó que tendría que dormir desnuda debido a la falta de ropa.
No era mucho lo que había pero, podía funcionar a la perfección. Abrió el cajón de la parte de abajo y saco un pijama completo. Se lo puso de inmediato.
La sonrisa del señor de la Torre se volvió afilada al ver como ella vestía sus ropas. Esa era la habitación principal de la casa. Su habitación.
__Querida, ¿ Estas tentando al demonio?
Sonia trago saliva ante en tono frío y el pequeño destello de diversión en sus palabras. Por enésima vez sintió como todos los colores habidos y por haber la cubrían por completo su rostro.
Ambos salieron de la habitación y emprendieron su caminata por el pasillo. Sonia estaba a la espera de lo que sucedería. Mientras el señor de la Torre iba en la parte de enfrente con ambos brazos en su espalda, ella iba mirando todo lo que había a su alrededor. No había mucho material que se pudiera utilizar para poder llegar a realizar un crimen pero, había bastantes cosas para poder darle una lección a alguien.
Llegaron al final del pasillo, la última habitación de la casa. Una gran puerta de caoba con una gran cadena de eslabones como seguro, le dio la bienvenida a Sonia. El señor de la Torre abrió con su llave el candado e hizo una seña a Sonia para que entrara. Sonia trago saliva y vacilo un poco, tanto que, retrocedió varios pasos antes de que otra cosa pasara.
__Querida, Tengo que mostrarte algo. Como este será tu nuevo hogar, tienes que conocer todo aquello que hay dentro de este lugar. Vamos, no voy a comerte. Al menos no todavía.
Pero esa ultima frase no la escucho Sonia.
El rostro de Sonia se volvió completamente pálido, cuando entro en el lugar. Sintió que el aire le faltaba y como sus ojos se llenaban de agua. En medio de la habitación, había una persona de rodillas, vistiendo solamente unos calzoncillos y un pañuelo en los ojos.
El señor de la Torre le hizo una señal a Sonia con su dedo índice, indicando silencio. Sonia asintió varias veces ante eso. Instintivamente su mente la llevo a una esquina de la habitación.
__Muy bien. Empecemos.