Sonríeme, Mi Amor [trilogía D' Angelo #2]

Capítulo 6

«¡¡Santo Dios de la hermosura!!»

Siento un calorcito agradable  recorrer mi cuerpo hasta secar mi garganta al ver la hermosa figura bien trabajada de mi prometido. Saboreo mis labios sin pudor. 

—¿Qué haces en mi habitación? —me enfrió mentalmente, y trato de controlar mis emociones. 

—Mamá quiere que tú participes en la planificación de la boda y pues vine a decirte que tarjeta te gusta más —saco las dos muestra de tarjeta que mamá me dio. 

—¿Tan rápido?

Yo también cuestioné cuando mamá me dio las tarjetas. Pero la sola idea de la boda me limito a refutar.

—Es mamá, con ella siempre te llevas sorpresa —discretamente miro lo bonito que está. 

—¿Puedes salir? 

—¿Por qué? 

—Porque voy a vestirme —me cacheteo internamente 

—C-Cierto. 

Salgo despavorida de la habitación. Darío debe pensar que soy una atrevida. Todo es culpa de mamá por insistir y venir tan de mañana. Aunque, también es mi culpa por aceptar, pero yo quería verlo e interactuar más con él. 

Camino por el pasillo arrastrando mis pies. No sé cómo mirar a Darío ahora. Él me hace vulnerable y el tenerlo tan cerca me descoloca que olvido como actuar. Observo la escalera con cero ganas de bajarla. 

—¿Usted es la novia del tío Darío? —pregunta una niña rubia que tiene un mechón blanco muy lindo. 

—Sí —le regalo una sonrisa que ella devuelve muy dulce. 

—Eres muy bonita como mamá. 

—Gracias. Tú también eres muy bonita —es una cosita preciosa. 

—Sí. Soy Diana D'Angelo. ¿Y usted?

—Debby Viennet. 

—Dia... —si no me equivoco ella debe ser Victoria—. Hola —saluda muy amigable. 

—Hola. 

—No había escuchado que venías. Es bueno verte aquí.

—Mi madre vino sin avisar.

Revelo, viendo como Diana se acerca a su mamá.

—¿La señora Sora está con ella? 

—Sí. Están hablando cosas de la boda. 

—¿Cómo te sientes por la boda? 

—Bien.

No quiero demostrar lo emocionada que estoy por la boda.

—¿Qué tal te pareció Darío? 

—Es agradable —me da vergüenza decirle que me gusta—. Aunque, es muy serio. 

—Siempre ha sido así. Pero no te preocupes, puede que después cambié —me guiña un ojo. 

—Espero que sí… ¿Tú eres feliz? 

—Demasiado... Fue difícil conseguir la dicha de la que gozo, pero aquí estamos, muy sonrientes. Disfrutando de un buen matrimonio.

—¿Fue difícil tu matrimonio?

—Al inicio... Mi esposo no me amaba, pero ahora tenemos dos hijos, somos felices y sobre todo me ama. 

—Me alegro mucho por ti. 

Me da una sonrisa amigable y confiable.

—¿Te parece guapo Darío? 

—Eh... 

—Victoria... —miro a Darío y Victoria sonríe. 

—Creo que Diego se despertó… Me voy —sonríe y se va con la pequeña Diana. 

—Disculpa si te hizo sentir incómoda, ella es así, pero es muy amigable —Sé que está mal, pero la manera en la expresa de ella, es muy diferente. El jugo gástrico me quiere perforar el estómago—. Déjame ver las tarjetas. 

—Sí —le enseño las dos tarjetas. 

El primer modelo es blanco con dorado y el segundo es blanco con oro rosa. 

—A mí me gusta más la de oro rosa, ¿a ti? —comento esperando su respuesta.

—La misma —me entrega la tarjeta—. ¿Algo más? 

—¿Qué color va a ser tu traje? 

—Gris —yo quería que fuera blanco. 

—Okey... ¿Tienes amigos a los que vas a invitar? 

—Solo a Rafael. 

—¿Solo a él? 

—Sí... ¿Algo más que decir? —retrocedo, causando que mi cuerpo pierda el equilibrio. 

Cierro mis ojos esperando lo peor, pero unos brazos musculosos me agarran y no quiero que me suelten. Al saber quien es me aferro a su cuerpo con un abrazo interpretando miedo.

.—¿Estás bien? 

—Me asusté horrible —manejo mi voz para que suene asustada. 

—Tranquila, ya pasó —me pego más a su cuerpo, aspirando su rico olor a hombre. 

—¿Te sientes mejor? —niego sobre su fuerte pecho. 

—Iré por un poco de agua —me voy apartando poco a poco.

No sé porqué no me quiere cerca de él.

—No te preocupes —suspiro sintiendo un poco de frustración.

—Ten más cuidado... Lo mejor será que bajemos a hablar con tu mamá. 

—Sí —comienzo a bajar la escalera sin ánimo.

Darío es un hombre complicado, supongo que nunca me va a querer, para él solo soy su esposa, nada más que eso. Estoy decepcionada de no haber podido lograr acercarme a mi prometido. Llego a la sala, acercándonos a mi madre junto a la señora Sora.

—Buenos días —saluda, hipnotizandome, con su linda voz. 

Ahora entiendo lo que es estar enamorada. 

—Buenos días, Darío. ¿Ya elegiste la tarjeta de invitación? —Pregunta mi madre.

—Sí. Debby ya sabe mi elección. 

—¿Podemos adelantar la boda? —miro a mi progenitora con reproche. 

—Creo que los quince días están bien para organizar una boda con calma. 

—Pues yo opino que no. Quiero que la boda sea la próxima semana. 

—¡Mamá!

Siempre hace cosas que me molestan sin pedir mi opinión.

—Está bien... La boda se hará la próxima semana —responde frívolo. 

—Ya que mi hija es lenta, ya estoy viendo sobre que país visitarán para su luna de miel —él me mira. 

—¿No le dijiste? —niego. 

—No habrá luna de miel —suelta directamente.

—¿Cómo? —se exaspera mi madre. Causando un leve dolor de cabeza en mí

—Ya tuve vacaciones y no tendré nuevamente hasta después de un largo tiempo... Yo le comenté a Debby por lo que se acordó retrasar la luna de miel —la señora Sora mira a su hijo extrañada, mientras mi cara arder. 

Mamá me mira y suelta un suspiro. 

—No puedo hacer nada... Darío, Debby es mi única hija mujer, por lo tanto, tendrá su gran fiesta. Sé que no te gusta estar rodeado de muchas personas, pero es la boda de mi hija. 

Es que a veces yo sufro al tener una madre tan... no sé cómo decirlo. 

—Haga lo que usted le parezca mejor —su voz cambia a una gruesa—. Yo estoy de acuerdo en todo —su celular suena—. Si me disculpa voy a contestar. 

Se aleja un poco y contesta. 

—No llegaremos a tiempo… Listo, en 10 minutos estaré ahí. 

Cuelga la llamada y se acerca. 

—Tengo que irme... Señora Eliana, haga lo que usted y Debby deseen... Mamá, dile a Dimas o a Dave que lleve mis pertenencias y el auto al hospital. 

—¿Dónde vas?

—Tengo que hacer una operación urgente. Te llamo luego —se va corriendo. 

Se fue y ni siquiera se despidió personalmente de mí. Solo pido más atención por parte de Darío. 

—Bien, seguimos planeando —dice mamá emocionada. 

Me siento en el mueble, escuchando a mamá, pero pensando en Darío.

Darío

El helicóptero comienza a alzar el vuelo. Rafael me llamó comunicando que nos querían de urgencia en el hospital, ya que una de las hijas del gobernador está grave y el señor quiere que sea Rafael y especialmente yo quien la opere. Y si el helicóptero del hospital vino por nosotros es porque la vida de esa chica está en peligro. 




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